22 diciembre 2011

EL ABUELO

                  En su mecedora, cachimba y chaqueta,
                  bufanda de lana y parda visera,
                  fumando tranquilo se mece sin tregua,
                  mi abuelo en el porche de la casa vieja.
                  Mirada profunda y pobladas cejas;
                  le llama en voz baja y le dice a mi abuela:
                  ven aquí mujer y siéntate a mi vera,
                  que voy a decirte algunas cosas
                  que me cuenta tu nieta pequeña,
                  sentada como tú lo solías hacer,
                  aquí junto a ésta lisa piedra;
                  y, mírame a los ojos mi querida abuela.
                  ¿ Recuerdas el día que te dije te quiero
                  sentada como ahora en mis piernas.?
                  ¿Y tú sonrojada, cogidos los dos de la mano
                  debajo de aquella encina vieja,
                  mirándome con ternura y algo de vergüenza....?
                  Ayer por la tarde me senté con tu nieta pequeña
                  y cogida también a mi mano,
                  me recordó a su abuela;
                  me hacía las mismas preguntas
                  que también tu me hicieras. Me dijo:
                  Abuelito ¿Quieres a mi abuela.?
                  ¿ Te gusta igual que cuando era mozuela?
                  ¿ Te gustan sus ojos, sus labios, sus piernas?
                  ¿ Era la más guapa de las casaderas?
                  ¿ Tenía el pelo negro y larga cabellera?
                  ¿ Te besó el primer día sentada en ésta piedra?
                  ¿ Era vergonzosa cuando estaba soltera?
                  ¿ Se reía mucho cuando ibais de juerga?
                  Abuelito:
                  ¿ Te gustaría que yo fuera como ella?
                  Te quiero mucho abuelito, y también a la abuela.
                  ¿ La llevarás al baile de la plaza el día de la fiesta?
                  Y así, mil preguntas me hacía sin tregua,
                  sin apenas poder darle respuesta a la primera.
                  Tu nieta, mi querida abuela,
                  es lo mismo que tú, cuando eras mozuela:
                  linda, vivaracha, tímida y algo dicharachera;
                  con una mirada como la tuya,
                  ¡tan profunda, tan cándida, tan tierna...!
                  ¡Ay, abuelita mía,!
                  pero,¡Qué linda es nuestra nieta pequeña...!
                  y qué orgullosa está  de su abuela;
                  por eso, hoy me siento el hombre más feliz de lTierra,
                  recordando  el día que aquella muchacha
                  de mirada profunda y sonrisa hechicera,
                  hiciera que mi vida cambiara de racha
                  y, mi corazón a toda prisa sin tregua latiera.
                  Anda abuelita; baja de mis piernas,
                  que ya no son tan fuertes como cuando estabas soltera,
                  que aguantaban tu peso durante horas enteras;
                  ahora, abuelita mía, ya empiezan a estar viejas;
                  aunque en mi rudo pecho, sólo es primavera,
                  que lleva dentro ese jardín florido,
                  que eres tú,  ¡... mi querida abuela...!         
                                                             
Ver: LA ABUELA     

5 comentarios:

Manuel dijo...

¡QUE BONITO!
¡QUE BONITO!
¡QUE BONITO!

-Manolo-

Anónimo dijo...

Luis, me preguntas si me gusta, y mi respuesta ya la sabes es preciosa y muy apropiado ya para nosotros, que como abuelos le podiamos decir lo mismo a nuestros nietos y la abuela seguro que también le pesararemon en las piernas del abuelo. CARI

Anónimo dijo...

Como abuela que soy se ve que ya chocheo un poco, porque he escrito una palabra en el aterior comentarío que no sé como me puede haber salído,no la repito porque seguro que no me saldría.Pues aunque pesamos bastante más que cuando heramos solteros como los abuelos del poema las piernas del abuelo todavia aguantan.CARI.

Salva dijo...

A este nuevo bloguero no tengo el placer de conocerlo y por lo que he leído se fue de muy niño. La Zarza, lo rural, le dejó un buen señuelo.
He leido el poema y me gusta, es placentero, la encina vieja , la declaración de amor y esa misma imágen repetida al cabo de los años con su curiosa nieta, cierra el ciclo de una existencia feliz que todo abuelo desea. Bienvenido a nuestro rincón bloguero. Saludos . Salva

Anónimo dijo...

Agradecido por tu recibimiento Salva.
Y, aunque como tú, no tengo el placer de conocerte, es congratulante saber que te gusta mi forma de expresar los sentimientos.
Tu consideración es digna de tenerla en consideración por mi parte.
Muchas gracias.
Luis