31 agosto 2013

CUANDO LLEGUE SEPTIEMBRE




Septiembre, proveniente de la raíz latina, séptimo, como consecuencia de ser el séptimo mes en el calendario romano, pasó en su día (como tantas otras cosas), a ser el noveno mes del año en el calendario gregoriano, asignándole los treinta días que todos conocemos.


Este “maravilloso mes” que, tantos y tantos recuerdos nos aporta por acompañarnos al final del verano, en el que, unos más, otros menos, dependiendo principalmente de la edad de cada cual, a lo largo de la vida todos hemos tenido algún buen recuerdo de las vacaciones que con tanta ilusión esperábamos antes de su llegada, para poder dar rienda suelta a nuestra ilusión; pero con el final de septiembre, ya con los día más cortos y en cuarto menguante estival, empezamos una vez más con la rutinaria monotonía de la realidad cotidiana, que es la normalidad en la que nos desenvolvemos durante la mayor parte del año. ¡Qué le vamos a hacer, si así es la vida...!
A lo largo de mi vida han acudido a mi mente los recuerdos de muchas canciones y de algunas cosas más o menos importantes relacionadas con septiembre acaecidas  cuando yo era jovencito (anteayer) y empezaba a mocear, entre ellas, una canción muy pegadiza que se puso de moda y cuya música te hacía entrar en acción nada más empezar a escucharla. Es una vieja canción que probablemente recuerden los de entonces porque la ponían en las salas de fiesta de aquella época, salones de baile y bailes públicos que en el país vasco donde yo vivía se hacían en las plazas de los pueblos como era tradicional allí cuyo estribillo decía: “Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso”. Dadas las actuales circunstancias; hoy me atrevería a preguntar: todo será maravilloso, pero, ¿para quién?. ¿Quién tendrá la fortuna de maravillarse en éste próximo septiembre (que ya está abriendo la puerta para entrar), con la que está cayendo en nuestro país?
Pienso que el autor de la letra debía ser muy optimista, muy ingenuo o no se debió enterar  bien en aquel entonces de las penurias que le esperan a una considerable parte de españoles (también de otros países) cuando llegue septiembre; ese septiembre maravilloso de la canción -pero, sobre todo cuando termine-, con su considerable perdida de puestos de trabajo al finalizar la época estival.
A los cientos de familias desahuciadas que en estos momentos las están pasando canutas por la escasez de medios para subsistir, por carecer de lo más básico para poder salir adelante con los suyos, también les gustaría estar muy contentos y celebrar la llegada de septiembre en el que, según el estribillo de la canción, todo será maravilloso; pero la realidad para ellos es otra; otra muy distinta que no está en sus manos de momento solucionarla; por lo tanto, el ambiente septembrino para esas gentes, no es ni alentador ni nada halagüeño que digamos; más bien, es decepcionante por cuantos condicionantes negativos se interponen en su camino y son ajenos a su voluntad, impuestos por “los otros”, pero de las que ellos como siempre, tienen que pagar las consecuencias.
Sin duda, para aquellos que cualquier llegada de mes es maravillosa, también celebrarán eufóricos ¿por qué no?, la arribada a puerto del célebre septiembre que tantos literatos han hecho correr la tinta para elogiar sus virtudes y los encantos que nos ofrece el noveno del año; pero, para aquellos que están pasando tantas  estrecheces durante todo el año, septiembre,  es uno de los más agobiantes meses con la vuelta de los alumnos a los colegios, institutos y universidades, con todo lo que ello conlleva de gasto en la vestimenta, libros, material escolar, etc., además, los pagos complementarios que van unidos al “cole”, aunque sea público; y, no solamente los gastos citados, que son bastantes, si no que, la llegada de septiembre le coge a la mayoría de la gente con los bolsillos vacíos después de las vacaciones y con la moral más bien desganada.
Este “maravilloso” septiembre vendrá acompañado del dolor que tendrán que sufrir los que han sido o serán desahuciados y se verán obligados a abandonar la vivienda que tanto esfuerzo ha requerido por su parte a lo largo de su vida poderla conseguir, eso sí, hipotecada por un bondadoso banco al que han tenido que rescatar también ellos (todos los ciudadanos), porque sus dirigentes lo dejaron esquilmado por su mala administración (y otras cosas peores), auto asignándose por su cara bonita unos sueldos y retiros millonarios que no se merecen, sin importarles que unos honrados trabajadores en paro obligado, dadas las anómalas circunstancias, no puedan continuar pagando en contra de su voluntada la hipoteca contraída como lo habían venido haciendo con regularidad desde el inicio del contrato; mientras, los gobernante de turno han estado mirando para otro lado  hasta que les estalló la granada en las manos y no tuvieron más remedio que ir al hospital de urgencias para que le curaran las heridas producidas por el tema que nos ocupa y las preferentes que también tiene lo suyo el asunto. ¡Qué desfachatez, dios mío...!
¿Qué maravilloso septiembre les espera a tantos y tantos niños inocentes desprovistos de lo más elemental para la vida como es la alimentación equilibrada y un hogar donde vivir, con tanta comida como se tira o se desperdicia sin ser aprovechada?.
Sin embargo, de lo que sí son afortunados estos niños, es de poder ser millonarios (multimillonarios); sí, he dicho millonarios, millonarios en algo de lo que no abunda en algunas esferas de la sociedad porque se le escapa de las manos; millonarios en amor, cariño, ternura y afecto recibido por parte de los suyos que, aunque no dispongan de dinero ni de muchos bienes materiales, sí son millonarios de ilusiones y tienen en sus manos el don de poder legar a los suyos la virtud de la humildad, la honradez y la nobleza, que son un tesoro que no está al alcance de todos; porque son depositarios de la dignidad que les falta a los responsables de estos desaguisados que tantos quebraderos de cabeza nos están causando a los ciudadanos  de a pie, contribuyentes normales sometidos al exhaustivo control por parte de la Administración; control al que también deberían estarlo los que campan por su desconsideración hacia los demás y son intocables. Y, no me refiero solamente a algunos banqueros y políticos responsables de que ocurran estas atrocidades...
Éste año, septiembre será calentito y al mismo tiempo inquietante para algunos, por las vicisitudes vividas durante una buena parte de la pasada primavera y el transcurrir de éste  cálido verano que se nos está quedando atrás y ha sido tan pródigo en el rumoreo callejero, de despacho y de salón,  motivado por “algunos desatinos de nuestros gobernantes y el estrés que  está sufriendo el Gobierno (no solo el Gobierno), producido por ciertos tejemanejes de un popular extesorero del más importante partido político que entiende mucho de cómo hay que guardar bien el dinero y llevar las cuentas claras para que, si alguien se le olvida de que él es un legal y leal riguroso contable, en un momento dado, pueda presentar documentalmente las entradas y salidas del dinero administrado por su persona, con la finalidad de que nadie le pueda decir que se le ha quedado pegado  a las manos involuntariamente, o que no ha hecho las cosas bien y dejarlo por mentiroso,  solamente por el pequeño detalle de olvidarse de enviarle un generoso sobre a su debido tiempo, y así evitar que, en un determinado momento, dependiendo de las circunstancias, se pueda convertir, como así ha ocurrido, en un tema que ha copado y lo seguirá haciendo, las primeras páginas de los más importantes medios de comunicación mundial por su gran esmero en ordenar meticulosamente la contabilidad de su partido y saber sacarle partida a la misma, dejando al mismo tiempo a sus colegas de partido sin resuello y con un canguelo en el cuerpo que algunas veces se le atraganta la comida y las noches se le hacen más largas de lo habitual, además, de que  les está haciendo pasar unas vacaciones un poco inquietas; como diría mi abuela: algo atípicas.
Todo esto que puede parecer una ironía si no fuera por la gravedad del mismo y el desprestigio que nos está causando en el exterior, dejando a la altura del suelo  a España y a los españoles que no tenemos culpa alguna, podríamos pensar que es cosa de los responsables de los partidos políticos que, para seguir en el alero se las amañan como pueden para sacar dinero y poder publicitarse, se podría solucionar con las correspondientes dimisiones a todos los niveles; pero la gravedad del asunto es de tal magnitud, de tanta envergadura, que es necesario (imprescindible) sanear desde la raíz y que caigan todos, absolutamente todos los responsables de semejante atrocidad, todos, tanto por acción como por omisión, ya no solo por dignificar la política en nuestro país, que buena falta le hace, sino porque, la Justicia (que la pagamos todos los españoles), se le debe aplicar a todos por igual, no importa el cargo que ocupen, que, posiblemente, ese sea el problema, y el dilema.
Dadas las circunstancias y la perdida de credibilidad y prestigio que el asunto ha generado en los países no solo de nuestro entorno, sino, allende los mares en todos los continentes: ¿Serán los jueces capaces de poner a cada uno de estos sinvergüenzas (por ser generoso en el vocabulario) en el lugar que le corresponde y poner las cosas en su sitio, simplemente aplicando la ley equitativamente?.
Si esto no se consigue mediante la Justicia, habremos perdido la esperanza depositada en los Poderes Públicos (en todos) y sus responsables, y se irá al traste el futuro irremediablemente; a no ser que medie una revolución, que, poco o nada favorece a los ciudadanos honrados y cumplidores del deber.
Si bien es cierto que hay cosas que me resultan intolerables e incomprensibles a la razón; los que como yo, ya no estamos en el albor de la vida, hace ya mucho tiempo que desgraciadamente aprendimos que algunas de esas cosas hay que tomarlas con filosofía, cierta calma y resignación (ante las circunstancias de incompetencia por parte de nuestros dirigentes), para que el estrés no nos arrastre al jardín de los cipreses antes de la hora; aunque no compartiendo ni entendiendo la pérdida de los logros que tanto esfuerzo y sacrificio supuso poder conseguir en aquella inquieta juventud inconformista, atrevida y arriesgada, luchando con ahínco y poniendo en ello toda la ilusión, para que, ahora, lo estemos tirando por la borda y perdiendo por ineptos lo conseguido por todos con voluntad colectiva. ¡¡Qué triste... y, qué real al mismo tiempo...!!

Septiembre, también calentará un poco más el ambiente gibraltareño con sus dimes y diretes, chismorreos y realidades, que al decir de unos y contradecir de otros, no es más que una cortina de humo, una polvareda levantada intencionadamente por los nuestros, para impedir ver los embrollos que rodean el entorno un tanto nebuloso de algunos partidos políticos y sus dirigentes; mientras que la opinión de nuestros gobernantes es que (en, y desde Gibraltar), los llanitos para no perder la costumbre, cada día se cachondean  más, y más sádicamente de los españoles con la bendición del Gobierno de su graciosa majestad la reina inglesa, que, como la llave inglesa, desborda simpatías por doquier,  levanta pasiones y arrastra multitudes como el Papa Francisco. ¡¡Ya le gustaría...!!
Lo más probable es que, como siempre, haya un poco de todo: que los unos aprovechen la ocasión cada vez que se le presenta para demostrar su ibérico amor patrio, y los otros, también como siempre y a la chita callando, sigan y sigan ganando la partida a los sufridos españolitos que nunca han tenido los suficientes “reaños”  (cada cual que piense lo que quiera)  para ponerlos encima de la mesa y demostrar que no somos unos  pánfilos y pandereteros folclóricos que nos pasamos la vida de fiesta en fiesta sin que nos preocupe que se burlen descaradamente de nosotros unos pálidos ingleses que siempre nos han considerado inferiores porque no les hemos puesto en el lugar que le corresponde  y piensen que, poco o nada puede importarnos que nos pisoteen  porque, en el lugar que ocupa el honor, tenemos un gran vacío. Esto no es cierto.
Ni uno solo de los gobiernos habidos en España después del Tratado de Utrech  ha tenido las agallas suficientes y el coraje necesario para llevar a la ONU, a la Haya o a Estrasburgo la entelequia que supone el citado tratado y poner todas las cartas boca arriba,  que dicho sea de paso,  la realidad no se ajusta a la letra del mismo, por lo que pierde la legalidad adquirida en origen y sería meridianamente razonable denunciar su anormalidad para conseguir que el Peñón deje de ser una colonia extranjera en la Europa Comunitaria, convertida legalmente en un paraíso fiscal que no es más que un nido de contrabandistas y piratas de toda clase, algo así como el cajón de sastre en el que se mete de todo; solo que, en éste caso, “ese todo” es lo que le conviene a los ingleses y gibraltareños.

Pero, como yo prefiero seguir siendo optimista, pienso que no todo va a ser adverso en el cercano septiembre que mañana nos visitará como cada año acortándonos los días durante su estancia y haciendo que dispongamos de más noche para descansar más plácidamente; y, también un año más, este fiestero agosto le abrirá la puerta a su colega tendiéndole la mano para recibirlo con amistad y simpatía; para que él a su vez de paso al revuelto otoño que, con sus variopintas tonalidades le proporcionará a nuestra vista un gran placer, sobre todo a los muchos amantes de la naturaleza -como el que suscribe-, muy especialmente en los atardeceres, si bien, los amaneceres septembrinos y sus alboradas son dignos de contemplar tranquilamente observando en el firmamento con detenimiento las distintas tonalidades ígneas, sin perderse la línea del horizonte en la puesta del sol, y la campiña que ya empieza a pardear por el efecto del verano que va dejando tras de si a modo de estela su seña de identidad.
Los finales de septiembre como cada año nos van a permitir, sobre todo si la compañía es grata, admirar tanto en el crepúsculo matutino como en el vespertino la belleza que con tanta benevolencia nos brinda la madre naturaleza; pues la buena compañía, posiblemente sea el mejor y mayor aliciente para la contemplación de todo lo que nos rodea,   porque nos permite apreciar con mayor benevolencia y sensibilidad el entorno que ahora también valoramos, pero sin esa “cosilla” que proporciona el placer de sentirnos halagados y ayudados por el efecto de la persona que nos acompaña; y eso siempre es optimista y gratificante como lo es el noveno mes de nuestro calendario.
¡Bienvenido un año más, septiembre; te estábamos esperando...! y nos congratula que tengas la consideración de empezar tu andadura en día festivo para permitirnos celebrar tu llegada con entusiasmo y regocijo, al tiempo que te deseamos una grata estancia entre nosotros, tus amigos de siempre. Y, aunque estamos muy a gusto contigo y tu presencia siempre resulta grata: por favor, la próxima vez no tengas prisa para volver! Gracias.

25 agosto 2013

LA COSECHA



Con motivo del comentario que hace en su blog, en esta web, Isabel Martín (la tamborilera),  relacionado con una conversación matutina mantenida con sus padres a la hora del desayuno a la euzkalduna de un día cualquiera, en la que su madre le cita la palabra “encalcar”, me surgió la idea de relacionarla con la cosecha de las mieses, en la que, dicha palabra, además, de familiar en la época de mi infancia en mi pueblo natal, La Zarza de Pumareda, era de uso común entre los cosecheros.
En aquel entonces, cuando las máquinas cosechadoras actuales apenas eran conocidas por aquellos lares, hasta que un reducido grupo de compueblanos, digamos adinerados, formaron una especie de sociedad comanditaria para ese menester y compraron una que, dicho sea de paso, causó cierto regocijo y admiración entre bastantes paisanos, la cosecha era manual desde tiempos inmemoriales, tanto la siega, el acarreo, la trilla, la limpia y demás menesteres, todo se hacía a base del esfuerzo humano y pasando las mil y una penurias para conseguirlo; aunque ahora no nos resulte fácil de entenderlo a algunos alejados de esa actividad.
Si la siega era dura, durísima,  y el acarreo no se quedaba a la zaga, la trilla tampoco era moco de pavo, como no lo era, la manipulación de la paja una vez trillada la mies en la era hasta dejarla a buen recaudo en la pajera o pajar como se guste llamar, dependiendo del tamaño del local donde se guarde.
Para aquellos que tengan una edad cercana a la mía  que conocen bien estos menesteres, no les resultará nada extraño este tema; pero, para los que no tuvieron que pasar por esas vicisitudes porque pertenecen a posteriores generaciones en las que ya encontraron allanado el camino en ese campo, quizás, les parezca del Jurásico todo lo relacionado con las faenas agrícolas de aquellos tiempos que fueron tan felices para mi, en las que, el esfuerzo y sacrificio humano eran el factor fundamental para lograr la recolección de las cosechas en el periodo que dicha actividad requería, salir adelante y llevar a tiempo el pan a las paneras sin perder la cosecha que tanto suponía para la supervivencia de los sacrificados  agricultores de entonces.
Por razones que no vienen a colación en este caso, yo no fui uno de esos niños del pueblo a los que cada año, desde muy, muy corta edad, les tocó participar en el esfuerzo que requería esa dura faena de la cosecha; pero sí que ocasionalmente hice de trillique, me tocó limpiar, acarrear encalcar la paja, etc.; esto último en varias ocasiones, y reconozco que fue una experiencia muy positiva que me ha venido muy bien a lo largo de mi vida la práctica de esa actividad, porque, sinceramente, esa experiencia única a esa edad, me ha permitido conocer y disfrutar personalmente de ella; pues, de mayor, no me hubiera sido posible realizarla, y, créanme, merece la pena haberla vivido.
A  lo largo de mi existencia ha acudido a mi mente el recuerdo (los recuerdos), de los momentos vividos junto a otros chavales de mi edad encalcando la paja en aquellos carros provistos de unos estarujos que sujetaban las redes para que cupiese una mayor cantidad de paja, a las que nos agarrábamos con las dos manos para no hundirnos (aunque algunas veces nos íbamos para abajo sin querer, y otras de cachondeo como cosa lógica) y apretar con todas nuestras fuerzas para presionar la paja lo máximo que podíamos y nos poníamos hechos unos auténticos cromos que, casi no nos reconocíamos los unos a los otros cuando asomábamos la cabeza por arriba y lo único que no había cambiado de color eran nuestros ojos llorosos por el efecto del polvo de la paja que había hecho su labor.
Seguramente, habrá algunos a los que ahora les resultará eso una chorrada, una memez o una simpleza que no viene a cuento y que personalmente me parece bien y muy respetable esa opinión; pero para mí, ha sido y lo sigue siendo, un memorable y grato recuerdo que me congratula y del que me siento orgulloso por haber vivido tan original experiencia a pesar de lo duro de la tarea y de que a esa edad solo se piensa en jugar a lo que sea con lo que sea.
Quisiera resaltar el gran esfuerzo realizado por la persona que manejaba la bielda o, brienda para echar la paja al carro, generalmente un hombre cubierto de ropa de pies a cabeza y provisto de pañuelo al cuello y cabeza, además, de sombrero de paja para que no se le metieran las pajas y el polvo entre los cabellos, y por debajo de la ropa y en los ojos con lo ingrato que eso resultaba.
El manejo de esa herramienta, además de cierta habilidad y destreza, requiere de una considerable forma física, dado el esfuerzo que ello requiere (esfuerzo y consumo de energía); pero a cambio de las penurias que pasaba, se le compensaba al sufrido bieldador o briendador con una fuerte musculatura tanto en brazos, piernas, abdomen (tableta de chocolate) y pectorales, dándole una forma más o menos escultural a su cuerpo al que lo ejerce, sin necesidad de pasar por tanto gimnasio; sólo con practicar con la bielda ininterrumpidamente un par o tres de semanas este deporte rural que no tiene tal reconocimiento oficial ni olímpico, pero sí es de reconocida eficacia, es suficiente para que le envidien los “llamados deportista” -aunque no mola tanto-, como es el caso de los “Adonis” que moldean su figura en los gimnasios a base de práctica rutinaria y algunos “otros productos” para fardar delante de los amigos, además, de pretender con ello la admiración y la seducción del “sexo fuerte”  que ha dominado y domina el mundo y con solo una leve sonrisa consigue todo lo conseguible de los llamados machos ibéricos que siempre se han considerado el verdadero sexo fuerte (ya les gustaría), por eso de que, “dicen que tienen un par...(dejémoslo  ahí) bien puestos, pero que, no son más que unos pobrecillos que sucumben ante la más insignificante insinuación de cualquier mujer que le haga un gesto de simpatía  o una tierna mirada que los desarbola en menos que canta un gallo, convirtiéndose en unos peleles en sus manos, a los que ellas manejan cual marionetas en el escenario de la realidad y son dominados sin necesidad de imponerse a ellos ni esforzarse en conseguir lo que les plazca de tan inmaduros personajillos que piensan con el colgante.
Negar esta evidencia, sería, no sólo una aberración (que lo es), si no, una auténtica estupidez digna de un iluso y descerebrado machista redomado e irredento con menos seso que un mosquito, que lo único que tiene es la fachada recién pintada. Así de sencillo.

El actual modernismo ha desplazado a la bielda, el bieldo, el arado, el trillo, la hoz y demás aperos agrícolas del pasado y los ha enviado al ostracismo; más bien, los ha convertido en objeto de especulación; sí, digo especulación, porque, tanto el trillo (la trilla), como otros artilugios del campo, son motivo de compra-venta por parte de algunos especuladores que han sido avispados y han aprovechado el momento para comprar a un precio tirado, y vender con un gran beneficio sin ningún esfuerzo por su parte, aprovechándose de la ingenuidad y desconocimiento del vendedor que ignoraba el verdadero valor de la mercancía.
Entrar en éste tema sería embarcarnos en una aventura que ahora no es el momento; sólo quería citarlo de paso  para que quede constancia de mi desacuerdo, toda vez que, van a parar a manos de unos (no siempre honrados) ¿anticuarios? que saben sacarle el jugo con facilidad y maestría.
No obstante, como todo lo antiguo que no se sabe valorar por su dueño, siempre va a parar a las manos del más astuto, o se pierde  por desdén o desconocimiento de su auténtico significado.

04 agosto 2013

LAS FIESTAS DE SAN LORENZO



UN AÑO MÁS

Jueves 8 de agosto de 2.013

Aumenta la animación 
en La Zarza de Pumareda,
las gentes celebran con ilusión
la llegada de sus fiestas;

Ya repican las campanas
para anunciarnos la nueva,
recordando a los vecinos
los felices días que esperan.

Ya llegó el pregonero
que tantos amigos encuentra
del recuerdo que a su paso
dejó en esta querida tierra.

Ya se aprestan todas las peñas
con sus pintorescas vestimentas
a disfrutar con regocijo
lo que durante un año esperan:
la fiesta de San Lorenzo,
el patrón de nuestra aldea,
que el diez de agosto se celebra
con entusiasmo y presteza.

Con su música y sus canciones
recorrerán largos pasacalles,
y, repartiendo ilusiones
harán felices a chicos y grandes

Las Madrinas ya preparan
con esmero y con paciencia,
sus típicos vestidos
que, un año entero estuvieran
planchaditos y tan pulidos
esperando con  paciencia
guardados en los armarios
o en un arca vieja de madera,
cual lo hicieran en otros tiempos
las mujeres como mi abuela.

Ya llega la tamborilera:
¡Esa Euzkalduna-zarceña..!
hija de una hermosa madre
que viera la luz en Mieza
y de un campechano zarceño
que de chico, igual que yo,
también era una buena pieza,



y, además de ser parientes,
íbamos a la misma escuela.

Su flauta y su tamboril,
como desde remotos tiempos se hiciera,
traerán gratos recuerdos
a la alegre fiesta zarceña.

Éste año estrenará himno
la decana de las peñas,
luciendo el verde lagarto
en sus camisetas nuevas
que tanto gusta a los zarceños
y a las gentes forasteras,
que vendrán una vez más
a disfrutar de la fiesta;
fiesta con la que los zarceños,
siempre honran al que llega.

A la segunda edición
de la “Carrera de Vicente”
con entusiasmo e ilusión,
acudirá a verla la gente.

Lucirán los trajes charros
en la carpa y el frontón
igual que lo hicieran antaño,
para mantener la tradición.

Y como ya es costumbre;
una nueva obra de teatro
pondrá la guinda en la cumbre
y  a todos hará reír un  rato
con su ironía y sus sainetes,
metiéndose  hasta con el gato,
con la sombra de sus gentes
o, con el color de su zapato.

Cari, no podrá  bailar
con su grupo de “Vedetes” 
y se tendrá que conformar
con ver divertirse a las buenas gentes;
Horacio estará contemplándola
como buen marido complaciente,
aunque un poco emocionado
pero alegre y sonriente;
pues, este año la salud,
a los dos no les acompaña
y les ha jugado una  mala pasada
como una fiera alimaña;
pero latirá en su corazón
la pura sangre zarceña
y vivirán con gran ilusión
la fiesta sanlorenceña.

Bailarán los bailes charros
los del pueblo y los de fuera
que, como manda la tradición,
los puede bailar cualquiera.

Los forasteros se contagiarán
de nuestra alegría zarceña
y luego se lo contarán
al resto de la peña.

“Lorenzo” -el sol-, calentará satisfecho
porque ya están llenas las paneras
alojando las cosechas
que éste año han sido buenas.

Aprovechará bien la ocasión
para brillar la luna llena,
y le sobrará buena razón
para sonreír placentera;
hermosa como una azucena
perfumando la primavera,
mientras disfrutan las gentes
en la noche de verbena.
Ambos, presidirán nuestras fiestas
y nos contagiarán su alegría
acompañándonos sin tregua
la noche entera y el día.

La fiesta un año más,
dejará un grato recuerdo
entre los que la vivieron
y los que no pudieron hacerlo,
que se tendrán que conformar
con verla en la Web del pueblo,
dignamente dirigida
por un hábil y agudo zarceño.

Volverá, Félix, a honrarnos
con sus gratos reportajes
y, sus fotografías premiándonos
con la calidad de sus paisajes.

Manolo, una vez más en su web,
tendrá trabajo a mogollón
para tenernos bien informados
de lo que éste año será un fiestón.

Y, seguirá un año más la vida
como ha ocurrido siempre,
con sus penas y alegrías
y el buen humor de la gente.

Como tenía pensado este año
vivir la fiesta en el pueblo
y, una fuerza mayor lo ha impedido,
guardaré un grato recuerdo
de todo lo sucedido
y disfrutaré contemplándolo
aunque me quede dormido
viéndolo en la web del pueblo
a la que le estoy agradecido,
porque, todo lo va guardando
como un tesoro recibido.

Y, quisiera despedirme
con un fuerte ¡¡¡HURRA...!!!
a la mujer zarceña
que es la esencia de mi tierra,
el sentir que en la sangre se lleva,
el orgullo de haber nacido
en tan singular aldea,
y lo más hermoso que nos diera
la madre naturaleza;
para dar vida a nuestras vidas,
para enseñarnos a amar nuestra tierra,
para ser la mejor madre
que nadie en el mundo tuviera,
siempre pletórica de alegría
para cuidar de sus hijos
con ternura y gallardía
como ninguna otra madre lo hiciera,
para hacerlos personas humildes,
y trabajadoras sin pereza 
que aprendan a abrirse paso en la vida
con honradez y nobleza,
porque, esas son las virtudes
que deberán llevar por bandera.
¡Así es la mujer zarceña:!
luchadora sin descanso
y abnegación sin tregua
para defender con ahínco,
optimismo y  entereza
a los que al mundo trajera,
y premiándoles con una sonrisa
todo el cariño les diera,
lo cual honra su  grandeza
y hace sentirse orgulloso
a todo el que en La Zarza naciera.


Buenas vacaciones.
Y  felices, alegres y divertidas
fiestas de San Lorenzo a todos.