29 abril 2012

GOBERNANTES




Aquellos que tanto podéis
y en vuestras manos tenéis
pero no siempre queréis
solucionar la pobreza.

Aquellos que os eligieron
para ser los dirigentes
de tantas honradas gentes
que ciegamente os creyeron.

Aquellos que al empezar,
no cesabais de luchar
para una solución encontrar
al hambre y al malestar.

Aquellos que desde el poder,
casi  todo lo podéis hacer
para que no vuelva a acontecer
en el mundo otra gran guerra.

Aquellos que con vuestro poder  
tantas cosas pudisteis hacer  
pero no lograsteis convencer     
porque lo convertisteis en comedia.

Aquellos que sí pudieron,
pero, no siempre supieron
o, quizá, es que no quisieron
evitar su propia guerra.

Aquellos que siempre fueron
los que el pueblo con su voto eligieron
y, después muy poco hicieron
de lo que tanto prometieron.

¿Para qué os comprometéis
arrogantes charlatanes,
si después nos ocultáis
vuestros más ruines desmanes?

Y, a aquellos que hoy gobernáis
todos los países del planeta:
¿Por qué no conseguís llegar
sin armas ni miseria a la meta.?


22 abril 2012

AL VOLANTE


EL TRÁFICO

En el tema anterior, intenté definir qué se entiende por seguridad vial aplicable al tráfico rodado de vehículos por las vías de uso común; toda vez que, un mal uso de las mismas, nos conduce directamente, al fracaso como sociedad, aunque ésta afirmación pueda considerarse exagerada por parte de alguien.
Continuaremos en este tema con algunas definiciones que necesitamos entender para que nos resulten de utilidad en próximos aportes y no nos quedemos cojeando ante algunos de los planteamientos que encontraremos relacionados con algunas cuestiones de carácter más o menos legal, que en un momento dado nos pudieran resultar confusas, y daremos por cerradas las definiciones para, a continuación, tratar cada uno de los temas individualmente.
Por unas u otras circunstancias, en la actualidad, todos somos responsables de que la seguridad a la que aspiramos circulando con nuestros vehículos, se adecue a la realidad de nuestras necesidades; pero, ¿todos ponemos de nuestra parte lo que deberíamos poner para que sea así?
Todos coincidimos en que el accidente, sólo aporta negatividad; que, la mayoría de los accidentes son evitables; pero, ¿todos ponemos de nuestra parte lo necesario para evitarlos?
En un capítulo aparte trataremos con detenimiento el tema de los  accidentes -que nos trae a todos los conductores por la Calle de la Amargura- y, procuraremos analizar algunas de las circunstancias que influyen en el accidente de tráfico; pero, primero, tenemos que entender bien:

¿Qué es el tráfico?

La definición etimológica que nos da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice:

Tráfico: Circulación de vehículos por calles, caminos, etc. Por extensión, movimiento o tránsito de personas, mercancías, vehículos, etc., por cualquier otro medio de transporte.

Transitar: Ir o pasar de un punto a otro por vías o parajes públicos. Viajar o caminar haciendo tránsito.

Tránsito: Acción de transitar. Actividad de personas y vehículos que pasan por una calle, carretera, o cualquier camino de uso público, etc.
Este tránsito de personas, vehículos, animales, mercancías, etc., es lo que nosotros conocemos como el tráfico, y el que en adelante, tomaremos como referencia en todos cuantos temas tratemos relacionados con la circulación y la seguridad vial desde este apartado de Sintonía.
Así pues, el concepto de tráfico desde el punto de vista físico, se puede definir como: el desplazamiento de personas, vehículos y animales por toda clase de vías, urbanas, interurbanas o caminos. Y, desde una óptica jurídica, podríamos definirlo como: el tránsito de toda clase de personas, vehículos y animales por las vías públicas o privadas de uso público abiertas al tráfico en general, sin más limitaciones que las establecidas por la normativa vigente.
Este concepto queda establecido en la Ley de Seguridad Vial¸ (LSV.), lo confirma y lo ratifica el Reglamento General de Circulación (RGC.) que la complementa. Por tanto, la normativa que establece el uso y utilización común de las vías públicas, se encuentra refundido en la  LSV., el RGC., y las disposiciones complementarias.
El Tráfico contemporáneo, es un hecho complejo que afecta directamente al desarrollo crematístico de todos los países del mundo cuyos caracteres físico, técnico, social y jurídico, han de tenerse presentes en todo momento, tanto por las autoridades responsables del mismo, como por todos los usuarios de la vía; pues, difícilmente puede quedar excluido de éste fenómeno moderno ningún ciudadano de ningún lugar del Planeta por muy alejado que se encuentre de lo que podríamos llamar civilización.
Este fenómeno social y cultural, condiciona toda actividad humana porque, directa o indirectamente; el desarrollo de toda actividad, social, cultural, económica, laboral, política, etc., está más o menos relacionada con y por el tráfico, y, ello, hace que sea éste un factor tan importante que deba tenerse presente en todo tipo  de proyectos. Esta circunstancia que nos afecta a todas las personas independientemente de la situación de cada una, hace que, todos tengamos o debamos poner de nuestra parte todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar el tráfico tal y como lo conocemos en la actualidad y ofrecer una mayor garantía de seguridad vial a nuestro entorno.

Factores que intervienen

Los factores que intervienen en el tráfico son: El humano, el vehículo, y la vía y su entorno.

La vía, es el escenario donde se realiza el tráfico, constituye el elemento material estático, fijo y perenne. Si se tratara de un teatro; diríamos que es el lugar en el que se desarrolla la obra que vamos a contemplar desde la butaca.

El Vehículo, es el medio del que el factor humano (el Hombre) se sirve para sus desplazamientos. Está caracterizado por dos aspectos claramente delimitados: Su creciente aumento y su pronto envejecimiento.

El conductor, -el factor humano-. Si la vía es el escenario y el vehículo el medio para utilizarla, el factor humano, ya sea conductor, peatón o pasajero, es el protagonista de la obra, el actor, y, de su comportamiento depende, en definitiva, la seguridad de la circulación, porque, es el único elemento pensante de los tres en los que se fundamenta la misma, y, si bien no es infalible y comete grandes errores, no es menos cierto que también es influenciable y sobre él, se puede y debe incidir para inculcarle hábitos, costumbres, comportamientos y actitudes, razón por la que se hace aconsejable un estudio de su peculiar sicología.

Importancia del fenómeno circulatorio.

En la actualidad el vehículo automóvil tiene una importancia primordial en la sociedad y ha creado un nuevo estilo de vida en su entorno.
La técnica en general ha marcado con su sello inconfundible la vida de nuestro tiempo y deja una larga estela de cara al futuro inmediato.
Posiblemente, desde que se inventó la rueda, ningún otro artilugio ha sido tan útil a la Humanidad como en la actualidad es el motor, la motorización en general. El vehículo de motor, entre los que se encuentra el automóvil actual, con sus defectos y virtudes, que, ambas cosas le afectan.
La inmensa mayoría de los ciudadanos sienten la necesidad de poder poseer y disfrutar de un vehículo automóvil para sus desplazamientos; bien como herramienta de trabajo, de disfrute y placer o como símbolo de una determinada posición social.
La importancia social, económica, laboral, familiar, etc., lo convierte en un fenómeno social que a todos nos incumbe.
En el ámbito social y familiar, tiene una influencia enorme su utilidad como medio de transporte individualizado y autónomo por múltiples razones, que no es cuestión de enumerar aquí y ahora, pero sí diré que aumenta las posibilidades de autonomía y movilidad aumentando enormemente el horizonte familiar e individual.
El automóvil se ha vuelto imprescindible para realizar multitud de tareas diarias en todos los sectores de nuestra sociedad contemporánea.
En el ámbito profesional el automóvil ha significado un factor de gran eficacia para la casi totalidad de actividades profesionales.
En el ámbito público, el desarrollo de los transportes motorizados ha venido a ser indispensable como factor de progreso; este cuadro debe completarse con lo que, a su vez, el automóvil representa, no ya como instrumento útil, sino en su papel en la vida económica del país como generador de empleo y de puestos de trabajo de todo tipo.
Toda actividad industrial, económica, laboral, etc., está condicionada a la mayor o menor movilidad relacionada con el tándem vía-automóvil, pues, si el vehículo facilita el desarrollo, la infraestructura viaria genera una gran cantidad de empleo y mano de obra a todos los niveles.
Hemos de considerar también la parte negativa del mismo, como son los accidentes, la contaminación, caravanas, etc.; tema del que también nos ocuparemos en su momento.
El automóvil y el tráfico son, en resumen, un complejo y dilatado mundo que juega un papel de gran importancia económica como generador de empleo y productor de riqueza -con sus defecto y sus virtudes-.¿Sabremos tenerlo en consideración y valorarlo en su justa dimensión? De nosotros depende...

Principios fundamentales que rigen la circulación.

El tráfico y la circulación se rigen por las normas contenidas en la L.S.V. y el R.G.C.; sin embargo, en la citada ley no se recogen ningún aspecto general relativo a los principios fundamentales del tráfico, por lo que se hace necesario establecer unas bases que sirvan como elemento orientador de la circulación.
La Ley y el Reglamento de Circulación recogen normas para conductores, peatones, etc., que intuyen el problema, pero en realidad no definen cuales sean los principios que deban regular el tráfico, y, es aquí, donde el sentido común entra en acción.

Los principios fundamentales son:

El principio de la responsabilidad.
El principio de confianza en la normalidad del tráfico, que, es básico para una circulación fluida y segura que nos permita compartir las vías con normalidad.
El principio de la seguridad o de la defensa, también denominado de la conducción defensiva que, es el que nos hace estar expectantes en todo momento para protegernos de los fallos y errores del resto de usuarios controlando en todo momento las zonas de riesgo e incertidumbre.
El principio de la seguridad en la conducción.
El principio de señalización o de la conducción dirigida.
El principio de la integridad personal o aceptación de la fuerza mayor.

Principio de responsabilidad.

Este principio se basa en el cumplimiento por parte del conductor de la normativa existente, evitando ser un peligro u obstáculo a los demás usuarios de la vía, con un comportamiento adecuado en cada momento y circunstancia, asumiendo las consecuencias de sus propios actos, sin el cual la circulación carecería de esencia.

Principio de confianza en la normalidad del tráfico.

De acuerdo con este principio, también denominado expectativa adecuada, todo partícipe en la circulación rodada que se comporte reglamentariamente tiene derecho a esperar, en expectativa legítima, que los demás usuarios de la vía, sean conductores de vehículos o peatones, harán uso adecuado de la misma y cumplirán las normas que regulan la circulación por ella.
El principio de confianza en la normalidad del tráfico, está basado en el estricto cumplimiento por parte de todos los usuarios de las normas que regulan la circulación; por ello, no supone una disminución de la vigilancia, y la confianza cederá ante cualquier indicio de comportamiento inadecuado por parte de los demás usuarios de la vía.

Teoría de la confianza.

El principio de confianza citado o expectativa de que los demás cumplan aquello a lo que vienen obligados en función de lo establecido en la normativa que regula la circulación se haya subordinado al de la seguridad o defensa, según el cual todo conductor debe prever los posibles comportamientos defectuosos de los demás e intuir sus movimientos poniendo en práctica su propiedad de empatía.
Por poner un ejemplo: Si circulamos en bicicleta por una vía de dos sentidos de circulación y de frente viene un trailer, no pensamos que va a invadir nuestra zona de circulación, sino que, continuará circulado por su derecha sin interferir nuestra trayectoria ni atropellarnos; en teoría, confiamos en que respetará las normas establecidas independientemente del tamaño del vehículo. En este principio se fundamenta la teoría de la confianza. Tema del que hablaremos cuando enfoquemos el comportamiento del conductor ante las zonas de riesgo e incertidumbre.

Principio de seguridad o de la defensa.

Si bien el derecho de la circulación descansa en el principio de confianza ajustado a la normalidad del tráfico, este principio puede ceder en casos determinados y excepcionales (niño, ancianos, invidentes, minusválidos) al llamado principio de la seguridad de la defensa, que hace que tales supuestos de excepción se admitan por ser previsible la reacción anormal de determinados sujetos y su repentino e impensado cambio de actitud, por lo que ha de contarse con su muy probable proceder contrario a las normas establecidas.
Al principio de confianza debe anteponerse el principio de seguridad o de la defensa, según el cual no se debe confiar ilimitadamente en que los demás usuarios de la vía observarán escrupulosamente las normas, como por ejemplo se trata de ancianos, invidentes, minusválidos o niños, cuya presencia obliga a extremar las precauciones.
El principio de la seguridad o de la defensa obliga al conductor a prever y evitar, en cuanto sea posible, los comportamientos defectuosos de los demás usuarios para evitar daños. Obliga a conducir, no solo dirigidamente, sino también defensivamente. (Ya trataremos en profundidad este tema que es fundamental para la seguridad de todos los usuarios.)
Ésta es la norma de prudencia esencial en la circulación, la base de la conducción defensiva. Es el complemento del principio de confianza. El principio de confianza son, (por decirlo de alguna manera) dos caras de la misma moneda.

Principio de seguridad en la conducción.

En la circulación concurre un principio fundamental y prevalente, cual es el de la seguridad en la circulación. Este principio exige del conductor la concentración de sus facultades físicas y psíquicas para percibir los objetos y ser dueño en todo momento de sus actividades y del movimiento del vehículo, para poder dar respuesta a las distintas y cambiantes incidencias que el tráfico presenta.

Principio de señalización o de la conducción dirigida.

Este principio se basa en que todo obstáculo o cambio de la normal circulación debe ser señalizado. Este principio está íntimamente ligado con el de la confianza. Si no existe señalización que altere la normalidad en el tráfico, el conductor puede circular con la confianza y la seguridad de que no encontrará ningún obstáculo en su camino.

Principio de aceptación de la fuerza mayor o de integridad corporal.

De acuerdo con este principio también denominado de seguridad personal, nadie como es obvio, está obligado a sacrificar su vida o comprometer su integridad corporal cuando realiza un acto lícito, en el que emplea la normal diligencia que su actividad exige.
Cuando el conductor se vea obligado a actuar de una manera determinada para evitar un mal mayor, causando con ello otro daño siempre que como es lógico, la situación de peligro inicial sea de tal naturaleza que exija la actuación realizada por una maniobra evasiva y no haya sido provocada por el propio conductor se deberá tener en cuenta este principio de seguridad personal.

Principios informadores del tráfico o fines de la seguridad vial.

En los principios examinados anteriormente deben tenerse en cuenta de manera especial los fines que se persigue para garantizar la seguridad vial. Estos son:
La seguridad, la fluidez, la comodidad, la economía y la contaminación.
Estos principios deberá tenerlos presente en todo momento el conductor-usuario de la vía para lograr la finalidad que con ellos se persigue: Circular más seguros; si bien la seguridad vial nunca podrá ser igual a cero  por razones obvias que nos llevaría muchas horas poderlas dilucidar y este, no es el caso; ya me parece excesivo y un tanto pesado lo extenso del tema que nos ocupa como para meternos en más tecnicismos y berenjenales circulatorios.
En adelante, trataremos únicamente de un tema concreto que esté relacionado con alguna maniobra  o situación especial que requiera un comportamiento excepcional. Con este aporte, doy por terminadas las definiciones más o menos plomizas de lo que se considera preciso para garantizar la seguridad de todos los usuarios en las vías abiertas al tráfico en general; si bien, en cada tema que tratemos, haremos las correspondientes definiciones que correspondan al mismo.

15 abril 2012

¿Por qué no le hablaste de amor?



¿Le hablaste de amor aquél día
cuando muy de madrugada,
ella tierna te decía
lo mucho que a ti te amaba?

¿Acaso escuchaste por ventura
cuando siempre te decía
con gran cariño y ternura
lo mucho que te quería?

¿Supiste estar junto a ella
el día que te necesitaba
para hacerte la paella,
que a ti tanto te gustaba?

¿La llevaste al cine de la Gran Vía
para ver el reportaje
que tanta ilusión le hacía
porque le recordaba vuestro viaje?

Y, si ahora la ves ilusionada
con alguien que sí la escucha,
y hasta cuando está en la ducha
también se siente acompañada:

¿Por qué no reflexionas un poco
y te miras al espejo
para no volverte loco
cargando con semejante complejo?

¿Acaso supiste escucharla
cuando amante te decía,
por qué no querías amarla
como ella se merecía?

Y, si ni le hablabas de amor,
ni en nada la complacías:
¿Qué esperas fantasmón,
si no te la merecías?

.



09 abril 2012

AL VOLANTE


Al volante, es una sección de Sintonía que nace hoy con la sana intención de ayudar en la medida de lo posible a todos los conductores que después de algún tiempo de haber obtenido el permiso de conducir, bajan la  guardia al volante de su automóvil confiados en que la experiencia adquirida como conductores durante ese periodo de tiempo, les da una garantía de seguridad que les permite conducir relajados; por lo que he considerado oportuno que, recordarle algunas cosas podría beneficiarles para que no se olviden que al volante, la vista es la vida y deben ir permanentemente atentos a su labor para no llevarse sorpresas desagradables.
Intentaré publicar una entrada cada quince días o tres semanas más o menos, con la intención de que aquellas personas que las lean y sean conductores habituales o esporádicos puedan considerar lo que le he intentado exponer, y juzguen si le es o no beneficioso para la conducción.
Durante los más de cuarenta años dedicado a la enseñanza de la conducción y otras actividades relacionadas con el automóvil y la segurida vial, he contactado con todos los sectores de nuestra sociedad y palpado la opinión que les merece las medidas de seguridad que, entorno a la Lay de Seguridad Vial (LSV) y disposidiones complementearias, regulan el uso de las vías públicas y privadas abiertas al tráfico en genera en nuestro país. 
No pretendo con esta serie aleccionar a nadie ni organizar un curso de reciclaje; mi intención es exponer distintos planteamientos, para que cada cual opte por lo que considere más oportuno y beneficioso para sí. No se trata de enseñar las normas y señales de circulación que se da por supuesto que son sabidas por todos lo conductores, aprendidas en la autoescuela. En esta sección, se tratará en cada exposición de un tema diferente. Empezaremos viendo la parte teórica en la que se fundamenta la circulación, para lograr una seguridad vial que permita compartir armoniosamente la vía por todos los usuarios de la misma; para, seguidamente, ir tratando una cuestión diferente en cada uno de los aportes.
La monotonía de la conducción, con el paso del tiempo nos lleva con frecuencia  a no valorar en su justa dimensión las consecuencias que se derivan de un uso inadecuado del vehículo y la vía, hasta que nos encontramos con la sorpresa o el accidente y ya es tarde.
Por otra parte, quizá, tampoco en las autoescuelas -no en todas- se enseñan las técnicas de la conducción en circunstancias excepcionales, que iremos viendo y tratando por separado, para recordar a todos que, ni una sola fracción de  segundo podemos distraernos ni desatender la conducción, y que cada caso requiere un comportamiento distinto por parte del conductor.
Afortunadamente, nuestro país en los últimos años ha logrado ser el único en el mundo que ha conseguido reducir casi a la mitad el número de muertos en accidentes de circulación, lo cual nos honra; si bien, tampoco deberemos lanzar las campanas al vuelo ni conformarnos, pues, un solo muerto anual, ya es demasiado. Este descenso en la mortalidad viaria es la consecuencia de una acertada política vial por parte del responsable máximo de la DGT., que se ha volcado con ahínco en la tarea, al que le debemos gratitud por el acierto; independientemente de que esa fuese su obligación. Esperemos que su sucesora en el cargo, atine y siga la línea descendente que hemos tenido hasta ahora, para que vaya desapareciendo esta lacra que tanto daño nos causa: el accidente.
A título enunciativo citaré algunos (no todos) los condicionantes que están relacionados con la conducción: El factor humano, -el conductor-, el vehículo, y la vía y su entorno. Sin embargo, hay otros factores que directa o indirectamente también le afectan e iremos tratándolos por separado de uno en uno para que no nos queden lagunas. Estos elementos son entre otros: Visibilidad, velocidad, alcohol, drogas, estupefacientes, psicotropos, distancia de seguridad, niebla, viento racheado, lluvia, nieve, hielo, charcos, hojas caídas de los árboles que afectan al estado del pavimento, zonas umbrías, sueño, fatiga, cansancio, estrés, buen o mal humor, disgustos, pena, problemas personales, económicos, laborales, emotivos, estado de la vía, del vehículo (neumáticos, dirección, suspensión, frenos...) y un largo etcétera.
Me gustaría que con esta primera entrada de hoy, los usuarios de la vía, -que somos todos- bien como conductores, peatones ocupantes-pasajeros que lean esto, tomen conciencia de que conducir no es un juego ni una actividad deportiva en la que de una u otra forma se puede competir. No, la conducción es un acto de máxima responsabilidad que requiere una constante atención, concentrada y no difusa, porque las circunstancias son constantemente cambiantes y precisa estar ojo avizor y alerta permanente, toda vez, que, no sólo depende de nuestro comportamiento, sino del conductor que nos precede y del que nos antecede, independientemente de otros usuarios, animales, etc., lo cual, nos obliga a intuir los movimientos que ambos puedan realizar espontáneamente y pudieran afectar a nuestra trayectoria, lo que nos obliga a mantener la guardia permanentemente, tanto en la zona de riesgo como en la de incertidumbre. Esta constante vigilancia genera un esfuerzo visual y una fatiga psíquica; como consecuencia, nos lleva a la necesidad de parar o dejar de conducir cada dos horas como máximo, o, unos  doscientos kilómetros si circulamos a alta velocidad.
En la cultura de los conductores españoles no está muy arraigada la idea de parar cada poco tiempo por razones de seguridad; quizá, sea debido a la herencia del seiscientos que todo qisqui lo apuraba hasta que  empezaba a ahumear por la rejilla del motor. No se debe conducir hasta que la anquilosis impida la movilidad con soltura de las piernas, porque ya es tarde; pues, tanto estas como los brazos necesitan moverse con agilidad y soltura para una conducción segura. 
Hoy no vamos a tratar de ningún tema concreto; vamos a exponer algunas definiciones que nos ayudarán a  entender mejor los distintos planteamientos que iremos tratando sucesivamente en cada uno de los correspondientes temas.
La rabiosa actividad que ejercemos diariamente como usuarios de la vía pública, así como el frecuente cambio y actualización de la normativa establecida al respecto, exigen una puesta a punto y actualización de todos los usuarios -no solo como conductores-; sin embargo, como de costumbre, no siempre estos usuarios reciben –o recibimos- la información adecuada; unas veces por ignorancia, otras por descuido, otras por desidia, y algunas veces por pasotas, o bien, porque como le importan un bledo, no las tienen en cuenta; todo hay que decirlo. Craso error, pues las consecuencias que de ello pueden derivarse no son nada halagüeñas que digamos.
Todos los cambios habidos que afectan a la Ley de Seguridad Vial –LSV- después de su promulgación podemos encontrarlos en todos los medios de comunicación y muy especialmente en Internet, que está al alcance de la mayoría de ciudadanos. No entraré en el qué ni el porqué de los motivos que cada uno tenga para adoptar una u otra postura porque no es mi intención polemizar; pero sí aconsejaría a todos los usuarios de la vía que respeten escrupulosamente todas y cada una de las señales de tráfico y las normas de circulación, porque ello va en benéfico de todos y redundará en la seguridad vial que nos afecta directamente a todos los ciudadanos.
Y, ¿qué es la seguridad vial?
La seguridad vial, abarca un amplio abanico de importantes temas que se inter-relacionan en torno a este concepto. Son una serie de medidas, enseñanzas y precauciones necesarias, encaminadas a garantizar y proteger el tránsito de personas, vehículos y animales por todas las vías de uso común, ya sean públicas o privadas, así como las consecuencias que del mismo se derivan.
En la seguridad vial intervienen unos factores fundamentales que son los que condicionan directa e indirectamente los distintos planteamientos que nos podemos encontrar como usuarios de la vía.
El tráfico, como toda actividad humana genera una serie de situaciones de riesgo que la sociedad debe asumir como pago a lo que podríamos llamar el progreso.
Este canon o peaje que conlleva el ejercicio de ésta actividad, puede dejarnos una más o menos profunda estela en nuestras vidas en función de nuestro comportamiento como usuarios de la vía, tanto si la utilizamos como conductores, pasajeros-ocupantes de un vehículo o como simples peatones- viandantes, transitando a pie por cualquier lugar.
Las necesarias e imprescindibles precauciones que permitan aminorar o reducir al mínimo las consecuencias negativas que se derivan del uso del vehículo, nos determinarán el nivel de seguridad vial logrado con esas medidas que, siempre deberán ser tomadas por las autoridades competentes, y con su enfoque, acierto y estructuración en la aplicación de las mismas, determinar el grado de garantía de seguridad que ofrecen nuestras vías y la visión futurista de los responsables de esa seguridad que, tan necesaria se hace en la utilización de cualquier camino de uso público por toda clase de usuarios. Si bien, no será sólo responsabilidad de nuestras autoridades  garantizar la seguridad en las vías; será imprescindible la colaboración de todos los usuarios si queremos que exista un mínimo de garantía de seguridad para todos. Todos, sin excepción, deberemos aportar nuestro granito de arena para que el tráfico sea seguro y el número de accidentes disminuya con nuestro positivo y cívico comportamiento a favor de la seguridad vial y del tráfico en general. Para ello es necesario, que, nada más obtener el permiso de conducir, en el mismo momento de incorporarnos por primera vez a la vía; así como, durante el desarrollo de nuestra circulación por cualquier camino de uso público o privado abierto al tráfico en general, lo hagamos de tal forma, que casi no se note nuestra presencia. Ese es el mejor aporte que podemos ofrecer a la seguridad vial en beneficio de la sociedad a la que pertenecemos; sin olvidar que las normas y las señales, están para algo y no son un adorno.
En el próximo aporte, empezaré exponiendo la necesidad de tomar conciencia de lo que supone en la actualidad el fenómeno circulatorio en nuestro país, para, sucesivamente, ir entrando en temas concretos de comportamiento conduciendo nuestro vehículo por toda clase de vías.
Luis