27 agosto 2015

ALEGRÍA


La alegría manifestada durante el discurrir de las fiestas patronales, que, una vez finalizadas,  y, ya de vuelta a casa de nuevo a enfrentarnos a la cotidiana rutina con el vacío interno que dejan los festejos cuando se terminan y durante un año entero se esperaban con el ánimo más optimista y tan rápidamente se pasan sin apenas darnos cuenta; deberíamos guardarla en compañía del buen humor, el optimismo y los recuerdos y vivencias más significativos confiando en que el próximo año será mejor y más divertida la fiesta, a pesar de que las múltiples contrariedades que nos afectan en la vida, hacen que nuestro estado de ánimo cambie de dirección, no siempre tal y como a nosotros nos gustaría.

Son muchos y algunos muy complicados, los problemas que se nos plantean en esta lucha diaria para sobrevivir a cuantos inconvenientes hallamos en el camino, desde el día de nuestra llegada a este mundo hasta que nos despedimos de él; por cierto, siempre en contra de nuestra voluntad. Pero como todo en la vida, hay que enfrentarnos con la cabeza erguida y el espíritu alegre y dinámico para, al menos, intentar salvar todas esas contrariedades que nos ponen palos en las ruedas de nuestro vehículo.
Para ello, no hay nada como la alegría. Sí, la alegría y el buen humor son dos facetas que le hacen al ser humano evadir de su fuero interno las penas y el malestar que en determinados momentos afloran a su mente.

La “ALEGRÍA”, que expresamos con esa palabra mágica que en nuestro lenguaje hemos heredado del Latín y significa “alborozo, algaraza”; para los humanos, es un sentimiento grato que, generalmente, se manifiesta con signos exteriores, bien sean palabras, gestos o cualquier acto llamativo que pueda expresar júbilo o estado de ánimo optimista por parte de quien la manifiesta y a nosotros nos llama la atención.

La alegría, como otros tantos sentimientos que se manifiestan en el ser humano en sus relaciones con sus semejantes y se experimentan en la vida cuando alguna circunstancia grata nos produce un agradable estado de ánimo fresco y luminoso en nuestro interior, nos genera energía positiva, abundante bienestar y predisposición a relacionarnos favorablemente con los distintos planteamientos que nos ofrece nuestro entorno. Se podría decir que es algo así como el estado de nuestro ánimo más confortable por el que en nuestro discurrir por la vida, nos ofrece los momentos más agradables por los cuales los humanos nos sentimos tan optimistamente a gusto, que nos gustaría que duraran eternamente. Es mi opinión.

Cuando por cualquier contrariedad de las muchas que nos encontramos a lo largo de la vida, estamos afectados por la tristeza, la pena o la melancolía, y no encontramos gusto ni diversión ante los estímulos externos que nos rodean; generalmente, basta con un pequeño gesto de alguna persona o cosa que nos llene y manifiesta emoción en nuestro fuero interno, para que nos contagie ese estado de ánimo agradable y positivo viviéndolo como propio y nos proporciona la alegría que necesitábamos en ese preciso momento de baja moral y decaimiento, generándonos un volcán de optimismo inesperado que nos hace olvidar la desazón que nos afectaba y atenazaba nuestro ánimo decaído, retornándonos de nuevo a la normalidad deseada y alejándonos de la pesadumbre que nos abrumaba sin saber bien la mayoría de las veces, cuál es el motivo que originó ese pesar e inconscientemente acudió a nuestra mente sin que lo llamásemos, produciéndonos esa afección psicosomática que cambió nuestro estado de ánimo por un corto periodo de tiempo.
Sin embargo, tanto la pena como la alegría son dos estados del ánimo producidos en nuestra mente, pero que, si somos capaces de pensar y actuar en positivo, a pesar de los pesares, lograremos que ésta piense de forma optimista y permita aflorar el estado de ánimo necesario para vivir la vida con alegría y buen humor, regocijándonos de cuanto nos ofrece este maravillosos planeta azul que habitamos y tan buena acogida nos ha proporcionado y facilitado esa felicidad que nos permite poder disfrutar del optimismo y alegría que tan abundantemente hallamos en todo lo que nos rodea, y, a un precio tan económico como es el querer disfrutar la dosis de alegría que seamos capaces de elegir cada uno de nosotros; porque la alegría y la felicidad la elegimos nosotros, a pesar de las muchas y duras batallas y contrariedades a las que tenemos que hacer frente a lo largo de nuestra existencia, especialmente, cuando perdemos a algún ser querido -todos hemos perdido más de uno-; pero que, como la vida sigue igual para todos, igual tenemos que volver a la rutina cotidiana y hallar las herramientas que nos permitan articular de nuevo el positivo estado de ánimo necesario que nos proporcione la alegría y optimismo para poder seguir adelante hasta el día que nos llegue -como a todo ser humano- el momento de la partida.

Téngase en cuenta que la mayor parte de las personas alegres son el resultado de una tenaz disciplina, además, de una dura lucha interna para lograr desechar la pena que a todos nos afecta cuando alguien de los nuestros se nos va, o, en la casa o la familia existen insalvables penurias producidas por la crisis, la escasez de trabajo y un sinfín de contrariedades a las que tenemos que enfrentarnos en contra de nuestra voluntad, pero que se han convertido en el pan nuestro de cada día para la mayoría de los humanos, sin visos de solución cercana. Y para ello, es necesaria una considerable dosis de fuerza de voluntad si no queremos caer en el pozo de la depresión, cuyas consecuencias no son recomendables para nadie. Po eso, nada como ver las cosas con el color del cristal del optimismo que permite aflorar a nuestra mente la alegría para lograr la felicidad que todos nos merecemos.
Por ello, no hay que dejar nunca de sonreír cuando el corazón nos llore, ni siquiera cuando estemos tristes y abatidos o apenados porque algo muy gordo nos haya podido suceder.
Todas las cosas que nos pasan en la vida, son pasajeras. Aunque nos duela, pero es la realidad. Y, posiblemente, la sonrisa sea el único virus contagioso que no hace daño a nadie ni a nada, porque es la semilla que nace y crece en el corazón y florece en los labios generando afecto  e ilusión y alimenta el alma de quien  sonríe y de todo aquél que percibe la contagiosa sonrisa y la alegría que la misma proporciona.

¿Por qué?
Sencillamente, porque la alegría siempre ha sido, y, desde mi punto de vista seguirá siéndolo, la mejor manera de demostrarle a la vida que, ni las penas ni la tristeza, ni todas cuantas contrariedades se nos crucen en el camino, vencerán nuestra moral, podrán con nosotros, o minarán nuestra resistencia, porque, seremos como el barquero al que en el casco de su chalana le ha hecho una peligrosa grieta, una perdida y desconsiderada ola del mar y le entra  tal cantidad de agua, que de no actuar con prontitud se hundiría irremisiblemente; pero que con su cubo, sus manos y su tenacidad logra achicarla hasta poder llegar a puerto, no sin ciertas dificultades.
Todo es cuestión de saber enfocar la vida con optimismo o con desgana.

Personalmente, creo firmemente que hay que afrontarla de frente, coger el toro por los cuernos y vivirla con alegría:
Porque, la alegría,
es el sonido del alma
cuando el corazón llora,
el lenguaje de los inteligentes
cuando la pena aflora,
la dicha de sobrevivir
cuando te sientes a solas.
Es el estado de bienestar
que te sube a la cresta de la ola;
la alegría de vivir
y el color de la amapola.
Es el amor sin fronteras
que rueda como una bola,
recorriendo valles y praderas
pero nunca está sola.
La alegría, da vida a nuestras vidas
y es la eterna juventud
que no entiende de edades
razas, religiones o colores.
La alegría,
es el virus contagioso
que llena todo vacío
que encuentra a su paso.

Y, aunque la alegría no es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro, sí es el crisol que funde las penas y melancolías para convertirlas en un positivo estado de ánimo y bienestar que nos permite ver la vida con optimismo y serenidad.

La alegría, si sabemos enfocar la vida desde el ángulo del optimismo, lograremos ese contagioso estado de ánimo que comienza con una leve sonrisa y termina con una contagiosa carcajada que contamina a cuantas personas rodean a quien empezó con la sonrisa, convirtiendo la situación en un momento en el que la mayoría de los presentes se ríen a mandíbula partida y a toda marcha, y algunos tienen que poner la mano en, sálvese la parte, para evitar que la humedad le inunde la entrepierna. Eso es la risa. O sea, la heredera de la alegría que no es otra cosa que la realidad más optimista de la vida de cada cual que anula la violencia, la frustración, el sufrimiento y se convierte en la parodia y la burla a los pesares que nos acosan diariamente y nos bajan la moral.

Esa es la alegría; algo tan grande, tan grande, que aunque no ocupa lugar en el espacio, sin embargo lo llena todo; lo llena todo de satisfacción, de buen humor…, porque, no es más que saber disfrutar con optimismo de las cosas simples que nos ofrece la vida a cambio de nada, y no siempre las apreciamos en su justa dimensión, ni siquiera algunas veces sabemos advertir su presencia.

¿Hay algo en este mundo tan serio e importante que no se pueda decir con una alegre sonrisa en los labios, mientras miramos a los ojos a la persona a la que se la dirigimos?
¿Hay alguna manera mejor de demostrarle a la vida lo bien que la sabemos vivir con optimismo y la pasamos alegremente mientras le ofrecemos una sonrisa de gratitud?
Espero la respuesta.

12 agosto 2015

AL VOLANTE

EL CALOR Y LA CONDUCCIÓN

Para algunos, posiblemente le resulte reiterativa mi insistencia en tratar del calor veraniego relacionado con la conducción de un vehículo automóvil; pero las consecuencias que pueden derivarse de una utilización inadecuada del coche en días muy caluroso, generalmente suelen ser más bien negativas e innecesarias.

Relacionado con el tema del calor, en el año 2.012, advertía sobre las nefastas consecuencias de dejar el coche expuesto a altas temperaturas sin antes tomar las correspondientes mediadas de precaución antes de volverlo a utilizar de nuevo para iniciar el viaje, debido a la posibilidad de la acción del benceno.

El día 06 del pasado mes de julio, comentaba las precauciones a tomar con el uso del aire acondicionado si no se utilizaba adecuadamente.

Como quiera que las fiestas patronales de este año ya están “cuasi, cuasi ” finalizando y una buena parte de los asistentes, en breve tendrán que regresar de nuevo a sus hogares utilizando el coche en sus desplazamientos, en esta entrada  me permito recomendarles, no solo prudencia, sino que, como consecuencia de las elevadas temperaturas que tenemos éste año, extremen al máximo la atención en la conducción si se ven en la necesidad de conducir en las horas en las que el calor es más agresivo.

Hoy voy a tratar sobre el calor excesivo que en verano nos acompaña en algunas ocasiones, como está ocurriendo éste año que nos está demostrando su musculatura atlética.

Las altas temperaturas, pueden afectar tanto al conductor y pasajeros como al propio vehículo como vernos más adelante.

Al vehículo.
El coche, debemos tenerlo siempre en perfecto estado de funcionamiento; como consecuencia, se ha de preparar tanto para el invierno como para el verano, y, si es necesario, hacerlo revisar por una persona entendida en la materia si no queremos encontrarnos con sorpresas desagradables que nos fastidien las vacaciones o nos agüen las fiestas.

¿Qué revisaremos en verano? 
El estado de los neumáticos: presión de inflado, grietas laterales, estado de la banda de rodadura, el aire acondicionado, motor, nivel del líquido de refrigeración, de frenos del lava parabrisas, etc., estado de la batería; téngase presente que en verano la evaporación del líquido -agua- de la batería se evapora más que en el resto de las estaciones del año, lo mismo que el resto de líquidos de los que va provisto nuestro coche, además de que se degeneran sus componentes.

En nuestro país se registran temperaturas muy elevadas en verano y bastantes grados bajo cero en invierno en algunas comunidades; esa gran diferencia requiere tomar algunas precauciones, tanto en cuanto a las personas que viajan de pasajeros como al vehículo que las transporta, sobre todo, si vamos a realizar viajes largos en los que nos acompañan niños pequeños, si no queremos que la mala suerte nos sorprenda y nos deje tirados en la carretera a merced de las inclemencias del tiempo.

Tanto si necesitamos o no el coche para disfrutar de las vacaciones, como si el uso que le damos es cercano a nuestro domicilio, vale la pena tener en cuenta el viejo proverbio que dice: “vale más prevenir que curar”

Como quiera que, en esta entrada, vamos a hablar del calor, más bien del calor excesivo; cuando llegue el invierno, ya trataremos del frío y sus consecuencias relacionadas con el automóvil, especialmente con la nieve y el hielo que tantos sustos nos proporcionan cuando nos sorprenden con su inesperada presencia.

En la época veraniega, los españoles somos muy dados a la utilización del coche o la moto, y la mayoría de los desplazamientos los realizamos en este tipo de vehículos. Sin embargo, no siempre tenemos presente en ésta estación del año, que, una temperatura excesiva en el interior del vehículo, cuando éste está cerrado, puede generar un accidente, involuntario, sí, pero de consecuencias imprevisibles.

El calor, sobre todo el calor excesivo afecta a todas las capacidades humanas, entre ellas a la de conducción. Ésta actividad casi cotidiana a la que apenas damos importancia, pero que está directamente relacionada con nuestros comportamientos más frecuentes y afectan a la seguridad vial. O sea, a todos los usuarios de la vía, pública o privada de uso común.

Con temperaturas muy altas, la respuesta ante un estímulo externo para efectuar cualquier maniobra al volante por nimia que sea, se realizan de manera más imprecisa que con una temperatura normal, pues el calor excesivo, normalmente potencia las alteraciones que puedan sufrir los conductores si no se toman las medidas de precaución oportunas.

¿Cómo reaccionaríamos ante la maniobra de evasión si nos agobia el calor y estamos sudando mientras conducimos y tenemos que actuar ante la presencia espontánea de un animal o persona que se nos atraviesa en la calzada?

Téngase en cuenta que el calor excesivo aumenta considerablemente el tiempo de reacción (Ya traté  éste tema con fecha,18-03-2.012), como lo avalan los rigurosos estudios realizados en distintos países sobre el particular, en los que se nos indica que a cualquier conductor normal, con temperaturas de 30º C, los fallos le aumentan aproximadamente un 20%, y, si ésta temperatura alcanza los 32º C, en el interior del vehículo, puede ser la causa del 17% de los accidentes; pues, el calor excesivo, además de aumentar el tiempo de reacción, distrae considerablemente la atención del conductor porque nos hace menos perceptivos.
Sirva de referencia que, a 23º C dejamos de ver, aproximadamente, el 3% de las señales de tráfico; a 28º C, el 6%, a 32º C, el 10%, y así sucesivamente. Y, si a esto le añadimos que con el calor, a los mandos del vehículo, nos volvemos ligeramente agresivos en nuestros comportamientos como conductores y pasamos de una velocidad constante y adecuada -como es lo aconsejable-,a una velocidad alta e inadecuada la mayoría de las veces; el cóctel estará servido para terminar el viaje en ambulancia.

¿Cuál es la temperatura ideal para poder conducir sosegadamente y sin que nos afecte demasiado el calor en verano y poder estar relajados al volante?
Para liberarnos de los efectos del calor tan negativos para la conducción; lo recomendable es mantener la temperatura dentro del habitáculo -si las circunstancias nos lo permiten-, entre 18- 24-25º C, evitando que el flujo del aire, no impacte directamente en la cara ni en el pecho del conductor, pues, si el ambiente es excesivamente seco produce malestar y picor y escozor en los ojos. Así pues, disfrutemos de los beneficios del aire acondicionado los que sean partidarios de él, y seamos moderados en su uso, pues, tampoco es bueno en verano conducir abusando del frío que nos proporciona el aire. Y, un consejo. Si el viaje es largo o conducimos más de dos horas seguidas, antes de detenernos, es aconsejable abrir hasta la mitad las dos ventanillas del mismo lado (el izquierdo o el derecho, es igual, pero del mismo lado), para que nos vayamos adecuando a la temperatura ambiente y no recibir el impacto brusco al abrir las puertas y entrar en contacto con la temperatura exterior.

Por último: Antes de salir de viaje, es recomendable tener presentes las recomendaciones citadas y ajustar la temperatura antes de poner el vehículo en marcha, pues hacerlo mientras conducimos siempre es arriesgarse innecesariamente, toda vez que este tipo de actuaciones al volante aparta nuestra atención de la conducción y genera una situación de peligro.

Tener en consideración  estas recomendaciones, ayudará a volver a casa después de disfrutar placenteramente del viaje.



05 agosto 2015

FIESTAS 2.015

Como cada año en estas fechas, las fiestas patronales zarceñas ya están en capilla; las gentes de aquí y de allí, se disponen a celebrar el acontecimiento con esperanza e ilusión. El programa de festejos ya es conocido por todos, las peñas están engrasando la maquinaria dispuesta para los desfiles, acompañamientos y pasacalles, y los paisanos, ansiosos por poder un año más, dar la salida al evento. Todos esperando el día siete de agosto como cada año para empezar una vez más la celebración de la esperada fiesta patronal. Nuestra fiesta. La fiesta de todos los zarceños. Sea bienvenida.

En el pasado año 2.014, entre otras muchas cosas buenas que me sucedieron, tuve la suerte de poder compartir con mis paisanos el placer de disfrutar de las fiestas de San Lorenzo. Las circunstancias hacen que, aunque me hubiera gustado repetir, éste año, mi presencia estará en otro lugar, también muy entrañable para mi.
Sin embargo, mi pensamiento en todo momento acompañará los aconteceres que tengan lugar en las fiestas patronales de hogaño, y tendré muy presentes las vivencias que disfruté en el pueblo después de una larga ausencia sin visitarlo.
Hoy, desde estas líneas quiero desear a mis compueblanos y visitantes que en estas fechas nos honran con su presencia, que disfruten de mi pueblo y sus fiestas tanto como yo lo hice el año pasado, y que la borrachera de alegría le dure hasta las fiestas de 2.016 en las que vuelvan de nuevo a zambullirse en el optimismo y la algarabía contagiosa que rodea a nuestra fiesta sanlorenceña.

Sé que éste año en la fiesta se notará la ausencia importante de algunos de nuestros más entrañables paisanos que nos han abandonado porque les llegó el momento de su partida, como, antes o después a cada uno nos llegará sin notificárnoslo.  Ocurre cada año con los que se tienen que marchar porque les llega la hora fijada por el destino. ¡Así es la vida! No esperemos que sea justa. No lo es. En este mundo que nos está tocando vivir: unos vienen y otros se van para que en la vida todo pueda seguir igual. Igual que ha sido hasta ahora, seguirá siendo para que  los que nos quedamos, podamos seguir con la fiesta como  ha sido siempre y así deberá seguir siendo por los siglos de los siglos.

A aquéllos que se fueron; gracias por habernos permitido disfrutar de su grata presencia; guardaremos su recuerdo y en nuestras memorias se albergarán las vivencias que compartimos con ellos, porque los sentimientos se guardan silenciosamente en el corazón.  Y recordemos que nadie puede volver atrás -ya nos gustaría- y empezar de nuevo, pero cualquiera puede empezar y crear un nuevo final, solo es cuestión de intentarlo con optimismo viendo el otoño como una segunda primavera en la que cada hoja que se cae es una flor.
Y, a los que nos quedamos: ánimo y alegría para hacer disfrutar a todos de nuestra compañía durante el tiempo que permanezcamos entre ellos; pues la alegría se encuentra en el fondo de todas las cosas que nos rodean, pero a cada uno de nosotros nos corresponde extraerla de una manera distinta y personal para que nos acompañe durante toda nuestra existencia. Téngase en cuenta que el último escalón de la mala suerte, es el primero de la buena.
Aprovechemos el momento y vivámoslo con intensidad, pues cada momento es irrepetible y el tiempo se lo lleva para siempre; porque los momentos que siempre recordaremos llegan de repente, sin hacer ruido y se cobijan en lo más recóndito de nuestro ser. Por esa sencilla razón: A todos los paisanos os deseo que “estas fiestas” sean las mejores, más divertidas y más felices fiestas de verano de vuestras vidas.

Aprovechad el momento y vivirlo con alegría y buen humor. La vida, como todos sabemos, es corta pero muy bonita y hermosa como nuestras madres.  ¡DISFRUTARLA…! con intensidad en las fiestas de nuestro querido pueblo, La Zarza.

Todos tenemos el derecho a ser feliz. TODOS.


Felices fiestas.