11 septiembre 2017

LUCHA DE TITANES


Aunque no soy partidario de enzarzarme en temas políticos en esta sección, que no estén relacionados con La Zarza, voy a hacer una excepción, por tratarse un tema internacional que, puede afectar a la supervivencia del hombre y cuanto le rodea, dada la situación política y de seguridad que podría derivarse del comportamiento insensato y poco ecuánime, de los dos dirigentes máximos de los países que citaré seguidamente, cuya falta de madurez política, causaría un irreparable daño a la humanidad.

Intentaré tocar solamente de pasada el tema, a pesar de lo importante que es para la vida en este nuestro Planeta Azul, que tan amablemente nos acoge a pesar de lo poco que se lo agradecemos; y, en el que, la seguridad de sus habitantes y el respeto que todos nos merecemos, queda en entredicho con la actitud de un par de irresponsables dirigentes, en cuyas manos, por más que nos pese, en estos momentos que nos toca vivir, está la seguridad de la mayor parte de personas  normales que estamos dando un paseo por este mundo, cargado de irresponsables políticos en todos los rincones del planeta, dispuestos a hacer su libre albedrío.

El mal sabor de boca, junto al triste recuerdo dejado por la explosión de las dos bombas nucleares, lanzadas por los norteamericanos sobre Hiroshima, el lunes, seis de agosto y el jueves nueve del mismo mes, sobre Nagasaki, ambas del año 1.945, ordenado dicho lanzamiento por el entonces Presidente, Harry S Truman, hace ahora setenta y dos años, donde el horror se convirtió en un infierno permanente para los habitantes de la zona, en la que murieron cientos de miles de inocentes personas, y aún siguen sufriendo los efectos de las mismas algunos de los que, en aquél entonces, aún no habían nacido, todos ellos ciudadanos japoneses, que, nada tenían que ver con los desatinos de sus dirigentes políticos, porque, eran ajenos a los tejemanejes que se tramaron entre los bastidores de la política internacional de ambos países, involucrados en la guerra, pero que, pagaron con sus vidas los errores de esos deshumanizados  irresponsables; debería ser motivo más que suficiente para la reflexión de nuevos planteamientos, de todos los actuales gobernantes del planeta, a los que, la experiencia de los errores cometidos por los gobernantes del pasado, deberían servirle de sólida base en la que se sustente, la reflexión, la tolerancia, la comprensión y la sensatez, presentes y futuras para hacer un mundo mejor, en el que, en igualdad de condiciones, podamos convivir en paz, armonía  y libertad todos los humanos.

Sin embargo, la triste realidad es otra bien distinta, debido a la terquedad, la arrogancia, la insensatez, la irresponsabilidad, la intolerancia y la ambición de algunos dirigentes, a los que les abandonó desgraciadamente el sentido común, parecen encarrilarse hacia una repetición de la más triste realidad que nos ha legado la historia escrita por el hombre, con la larga estela de las consecuencias derivadas de las explosiones de las bombas atómicas anteriormente citadas, por la sinrazón y actitud cerril, de la que están imbuidos algunos de los máximos responsables políticos, de que la paz en el planeta, no sea la normalidad cotidiana y necesaria para la convivencia humana y la igualdad que todos nos merecemos.

Las bravuconadas de unos descerebrados metidos a políticos, llamados dirigentes, que ostentan la máxima responsabilidad en sus respectivos países, pero que son unos irresponsables dotados de un corazón podrido y un cerebro tenebroso, acompañado de una mentalidad infantil e inestable, cuyas correspondientes bodegas militares, están repletas de sofisticado armamento nuclear (armas de destrucción masiva), para el beneficio de unos cuantos,  hace pensar que, los augurios , no son nada halagüeños, toda vez que su cabeza cuadrada, no parece que, a estos dos ¿señores?, les permita girar para variar de posición y poder ver con nitidez el resto de los planos que tienen en su entorno y que, la ceguera voluntaria se lo impide, porque parecen entender que pueden interpretar su obra de teatro en el Club de la Comedia, que, es lo que para ellos es el Planeta Tierra, en el que ambos, pueden hacer y deshacer a su libre albedrío, sin que nada ni nadie les imponga limitaciones.

Posiblemente, a lo largo de la historia conocida y escrita por el hombre (a excepción del problema generado por la crisis de la presencia de misiles soviéticos en las instalaciones militares cubanas, en octubre de 1.962, -durante la conocida Guerra Fría- apuntando hacia Estados Unidos, pero que, el miedo, la responsabilidad, sensatez y astucia, tanto del Presidente norteamericano, John F Kennedy, como del entonces máximo dirigente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, sucesor de Stalin, lograron el entendimiento, sin llegar a las armas, a pesar de la derrota sufrida por los yanquis en Bahía de Cochinos, a manos del propio Fidel Castro),  no se haya reflejado una situación tan extrema como la vivida en la actualidad, en la que dos irresponsables dirigentes, de una sideral desfachatez, han tenido en sus manos, ni tanto poder ni tanta facilidad para poder apretar el botón nuclear, que, en muy pocos minutos puede causar tanto daño a la humanidad que no se lo merece, y, sin embargo, sigue pagando las negativas consecuencias de la primera y segunda explosiones nucleares, realizadas precisamente, por la primera potencia mundial que se dice fiel defensora de los Derechos Humanos en el mundo, pero que tiene instaurada oficialmente la pena de muerte, igual que el otro país en liza, en el que, el que no está de parte del Gran Líder, va directo al paredón por la vía rápida, sin más explicaciones.


Como es obvio, me refiero a los dos sonrientes personajes, cuya inquisidora mirada denota su simpatía y la alegría expresada en su rostro, cuya fotografía encabeza estas líneas, y son, el Jefe de Estado, de Corea del Norte, Señor Kim Jong-Un, y el de los Estados Unidos de América del Norte, Míster Donald Trump, ambos con cuerpo de orangután y cerebro de mosquito, que trabaja a plazos y sólo cuando se le riza el pelo a ambos; y que dada su inestable personalidad y el gran poder que tienen en sus manos, es como para que el mundo se eche a temblar y entren  escalofríos solamente de pensarlo.

Esperemos y confiemos en que, la visión de futuro y la sensatez de los que les rodean y asesoran, sea lo suficientemente sólida, eficaz y convincente, como para hacerles entrar en razones y entender que, las peregrinas y rocambolescas ideas que tienen dentro de sus respectivos cerebros descerebrados (junto a la única hormona que les queda, deambulando errática en su cavidad craneal), deben desecharlas y dedicar sus energías y sapiencias, a otros menesteres más útiles y beneficiosos para la humanidad a la que ambos pertenecen, aunque no lo parezca.

Sin duda, hay rabia y desesperación en toda persona de bien ante las desgarradoras imágenes de las explosiones citadas, así como, de la desolación que a su paso va dejando toda guerra, como para no necesitar embarcarnos de nuevo en una nueva contienda, cuyas consecuencias son imprevisibles, por muchos cálculos militares que se realicen previamente; solamente, porque dos iluminados portadores de un horrible tupé y un peinado estrambótico, cada uno a cual más feo, la emprendan a bombazos para demostrar su ego y su supremacía. Esas no son ni formas ni razonamientos. Los desentendimientos, se solucionan mediante la utilización del sentido común y la palabra, que para eso, el ser humano es el único animal dotado de ese don.




Personalmente, creo que este, es un buen momento para la reflexión, no solamente de los dirigentes, que, también, sino de todo ser humano de bien que sienta en su fuero interno el agradecimiento y respeto que, todos, absolutamente todos, le debemos al planeta que nos da cobijo y a nuestros semejantes, con los que tenemos el deber de convivir en armonía e igualdad.

Hagamos de la tierra un lugar digno y habitable entre todos, para la convivencia de todo ser vivo que la habite, sin necesidad de llenar los cielos de humo tóxico y contaminado de radiactividad y otros contaminantes que destruyen la vida animal y vegetal en nuestro planeta azul. Seamos sensatos. Eso, solo está en nuestras manos.

Nuestra extinción natural (cuando el Sol decida dejar de calentarnos y proporcionarnos vida), no precisa del desencadenar de guerras nucleares ni de ninguna otra clase; tampoco de la fabricación de ningún tipo de armas de destrucción masiva, como es la bomba H, experimentada últimamente por “El Gran Líder” norcoreano y sus secuaces, ambos, ansiosos de victorias, y capaces de destruir la vida, en el planeta Tierra, por estar desposeídos de la agudeza y sensatez que el cargo requiere; aunque, en los dos casos citados, les quede grande y no sean capaces de encontrar su talla, dada su ineptitud; toda vez que, aunque les cueste entenderlo a los dos, no son más que un par de monigotes dando saltos como un mono (como muestra la fotografía que acompaña estas líneas), y que a título personal no valen un céntimo entre los dos, por mucho dinero que tengan ambos y muy grandes que se sientan.




Cuando llegue el momento en el que el Sol, nos diga adiós, los que tengan que lidiar el morlaco en el ruedo de la realidad, ya habrán aprendido a manejar con soltura, el estoque, la muleta y el capote para lidiar el toro de la situación que, en ese momento se les plantee; pero, mientras tanto, vivamos en paz y armonía  protegiéndonos de esos irresponsables enemigos terrícolas que quieren destruir una parte muy importante del planeta para proteger sus interese y exhibir su ego personal, poniéndole fuera de juego a todos aquéllos que no quieren jugar la partida en igualdad de condiciones; si bien, no resultará fácil dadas las circunstancias, pues, en los casos de los dos inmaduros dirigentes (más bien energúmenos) citados, los partidarios de sus políticas, y los fieles seguidores de sus erráticas líneas de actuación, son abundantes, y, no parece que, en principio, vayan a cambiar la estratégica línea que les ha llevado a ambos al lugar donde ahora están; y, probablemente, no deberían estar, pero esa es la realidad con la que tenemos que contar y apechugar, para seguir adelante.

¿Llegará a entenderlo alguno de los dos?

¿Podrían solucionarlo de esta manera?


01 septiembre 2017

ADIÓS, AGOSTO, ADIÓS
Casi finalizado el verano y transcurrido el mes de agosto,  ya de vuelta a casa la mayoría de personas,
trabajadores o no, veraneantes o turistas, por haberle finalizado sus esperadas y cortas vacaciones, los sufridos ciudadanos tenemos que volver a la rutina diaria en la que nos involucramos durante los restantes once meses del año; y, de nuevo metidos en la más aburrida cotidianeidad laboral, comenzamos a poner la primera pieza-ficha del puzle, para, poco a poco ir cerrando el cuadrilátero hasta colocar la última, precisamente, el primer día de las próximas vacaciones que, dicho sea de paso, ya están ahí, a la vuelta de la esquina, casi, casi a punto de alcanzarlas con la mano optimista del que ve la botella medio llena.
Posiblemente, eso es lo que  le haya ocurrido a la mayoría de las animosas gentes que, ilusionadas por celebrar las fiestas zarceñas, salen desde sus correspondientes destinos, algunos de ellos alejados de los Arribes y ahora, de nuevo en sus respectivos hogares, están imbuidas de la más aburrida rutina que, tanto nos atormenta y nos resta parte de nuestra libertad personal.
Por las crónicas, vídeos, fotografías y demás reportajes que han ido colgando en la Red, mediante la Web del currante Manolo, los que, como siempre, nos tienen acostumbrados a la comodidad a distancia, poniéndonos a todos los zarceños al corriente de los acontecimientos acaecidos en las fiestas de verano celebradas en el pueblo; desde este lugar lejano y, dadas las circunstancias, un poco revuelto su ambiente, he podido informarme, una vez más, de cómo la animación festiva va en aumento en nuestro pueblo y el programa de festejos, también.
Para los que no hemos tenido la suerte de poder celebrarlo saltando al ruedo, porque no siempre las circunstancias son propicias, es una bendición que, cronistas tan sagaces y bien cualificados, nos pongan al corriente del desarrollo de las fiestas patronales, lo cual, merece todo mi reconocimiento y más sincera gratitud por la labor que su esfuerzo se merece.
Qué suerte, poder vivir desde la lejanía las fiestas patronales del pueblo, gracias a la gentileza y buen hacer de los que, como cada año, dan el callo y están al pie del cañón, currando sin descanso, para que otros, cómodamente desde la butaca, podamos disfrutar “gratuitamente” del trabajo realizado con encomiable esmero y generosidad, por un equipo de cámaras y reporteros gráficos que, con su esfuerzo, su tiempo y la voluntad de agradar, nos premian con su encomiable labor. Gracias.
Sin entrar en polémica ni en interpretaciones partidistas por razón de nacimiento, me atrevo a afirmar que las fiestas de La Zarza, cada año van mejorando gradualmente, en calidad y dinamismo, y que, la experiencia que año tras año, van adquiriendo los organizadores de todo tipo de eventos, se va notando sin gran esfuerzo de la inteligencia; lo que nos lleva a pensar que, si son el alma máter de las fiestas veraniegas: ¿Por qué no conceder al su esfuerzo y entrega de todos y cada uno de ellos, el Título de Organizador Mayor del Reino, ya que la recompensa económica no procede, toda vez que, el interés que les mueve, no es precisamente el dinero, sino algo que tiene muchísimo más valor: LA DIGNIDAD. Y, de esa forma, tendrían un reconocimiento, digamos,  “SENTIMENTAL”.
Algo es algo. ¿No…?
¡Ojalá!, prenda en las nuevas generaciones ese amor al pueblo y a sus gentes, para que en el futuro podamos seguir siendo un pueblo que merece el reconocimiento de cuantos lo visitan o se informan a través de las redes sociales, y las personas cuyo esfuerzo hace que, Las Madrinas, el Teatro, las peñas, las charangas, la paella, el hornazo, la carrera de Vicente, etc., y demás actividades lúdicas que ahora son la alegría de cuantos nos visitan, sean en el futuro, el orgullo de los zarceños que nos sigan en las próximas generaciones, porque ha germinado la semilla que, los currantes actuales, día tras día, están sembrando con tanto esmero y estima, aportando cada uno/a su granito de arena, que está haciendo crecer y llenarse el granero.
Sin ninguna duda, es una gran suerte para todo zarceño de bien, saber que, si las fiestas mejoran, y, como consecuencia, enorgullecen a las gentes que llevan en sus genes ese virus contagioso que les hace sentir el orgullo de ser zarceño, sin ellos/as no se podría lograr lo que, con su buen hacer se consigue para el pueblo. Y, en este saco están, desde el más rico al más pobre, del más joven al más mayor, desde el Alcalde y sus concejales, hasta el último nacido en el pueblo; y, me atrevo a meter también en el mismo saco, a aquéllas personas que, no habiendo nacido en La Zarza, están totalmente integrados en su alma y su historia, llevan en su sangre el virus zarceño, posiblemente transmitido por algún zarceño-zarceña que lo ha encarrilado por el sendero que el viento de los Navazos y el Teso de la Silla, premia a cuantos habitan o visitan nuestro pueblo, y, con su aportación, también colaboran a mantener viva la esencia que le da vida a la vida de la fiesta zarceña y el amor y apego a nuestro pueblo.

Gracias a todas esas personas que, con su tesón, fuerza y voluntad, han logrado para La Zarza, lo que solo los zarceños le pueden dar: El orgullo y reconocimiento de ser lo mejor de lo mejor.  ÚNICOS.

17 julio 2017

VACACIONES AL VOLANTE


Las vacaciones, ese periodo de descanso anual, tan esperado a lo largo del año, generalmente, van acompañadas de los correspondientes desplazamientos  en automóvil, recorriendo la geografía hispana, y, con bastante frecuencia, de largos y, a veces pesados viajes con la correspondiente fatiga que conlleva tantas horas al volante de nuestro coche; así como el riesgo que supone la escasez del necesario descanso; y, como consecuencia, la aparición solapada y silenciosa de la somnolencia o microsueño; esa involuntaria pequeña cabezada de no más de un par de segundos que da nuestro cerebro, como consecuencia de haber sido sometido a una fatiga extrema y origen de la última razón del accidente.

En todo momento, el conductor debe ser consciente de que, estos episodios conducen a la pérdida momentánea de la consciencia, y que los afectados, normalmente, no se percatan de ello, hasta que han ocurrido y ya no tiene remedio.

Los síntomas delatores que se dan con más frecuencia, antes de que esto suceda, suelen aparecer aproximadamente, en el correr de la media hora más o menos, anterior a la aparición de los mismos y nos ponen sobre aviso, e inmediatamente, tan pronto  nos percatamos de ellos, deberemos dejar de conducir, si no queremos perder en breve el dominio de la máquina.

Esa sucesión de alertas, nos las ofrecen: el picor en los ojos, reflejos más lentos, pesadez en los brazos, incapacidad de mantener la postura cómoda que adaptamos normalmente conduciendo, parpadeo frecuente; suelen ser la radiografía, más o menos próxima a la realidad previa a la pérdida del control del vehículo, motivada por la presencia de la somnolencia antes citada, que aparece solapadamente y cuyas consecuencias, son imprevisibles, pero, siempre negativas.

Éste, es un episodio que más de un conductor ha experimentado y, desafortunadamente, no se aprende de él, la necesaria lección, para proceder con más sensatez en futuras ocasiones, por confiar en el “yo domino bien la situación”.
Craso error.
El sueño, en invencible y uno de los mayores enemigos del conductor. Sin embargo, no parece preocupar demasiado a los conductores, que, como es costumbre en nuestro país, se duerme menos horas que en los países de nuestro entorno más cercano. Sin preocuparnos mucho de que conducir, requiere constantemente, toda la atención del conductor y el mayor descanso posible en todo momento; pues, el coche no se detiene con el pensamiento; necesita un tiempo y recorrer un espacio antes de su total detención, espacio éste, en el que el conductor, después de reaccionar, no puede hacer absolutamente nada, por muy buena voluntad que ponga en el empeño.

La somnolencia (ese estado entre la vigilia y el sueño), está detrás de múltiples accidentes ocurridos en nuestras carretas y autopistas; si bien, no es fácil contabilizarlos, dadas las circunstancias en las que se producen; toda vez que, generalmente, los conductores afectados no confiesan su apariencia de sueño o falta de descanso, por temor a ser sancionados. Y, sin embargo, son la consecuencia de muchas de las salidas de la vía y choques por alcance, que se podrían haber evitado fácilmente, parando un corto espacio de tiempo en el lugar apropiado para ello, mientras se da una cabezadita corta, y, problema resuelto; evitando de esa manera tan sencilla las muertes y lesiones graves y muy graves que se originan con estos descuidos.

Generalmente, en la mayoría de los casos de emergencia que se le presentan en la conducción, al percatarse de ello, el conductor tiene la opción de reaccionar, bien frenando de emergencia, girando el volante para buscar la salida evasiva, etc., pero, en los casos de somnolencia o presencia más o menos aguda del sueño, no puede hacer nada, ya que no se entera de lo ocurrido, hasta que no tiene ante sí, el panorama que él mismo ha originado involuntariamente; y, cuando se da cuenta de lo ocurrido, ya es tarde y solo le queda asumir las consecuencias  cargando con la correspondiente responsabilidad derivada del hecho, y aprenderse bien la lección recibida de la experiencia vivida.
La comodidad, confortabilidad, automatismos y abundantes prestaciones que nos ofrecen los coches actuales, ayudan y contribuyen en parte a que el conductor, involuntariamente,  se relaje al volante de su coche más de lo prudencial, pues, al encontrase descansando cómodamente en un confortable asiento y un habitáculo provisto de todas las comodidades posibles, de que disponen los vehículos nuevos, se relaja, baja la guardia y se confía más de lo que debiera, lo cual, a medida que va transcurriendo el tiempo sin hacer ningún tipo de ejercicio físico ni movimiento alguno, va poco a poco entrando en el período de somnolencia anteriormente citado.

Dice el viejo refrán, que, no por mucho madrugar amanece más temprano. ¡Qué cierto es!
Podríamos aplicar este aforismo popular a la conducción, y tener en cuenta que, si bien, conducir de madrugada es un buen ejercicio de sensatez para evitar los atascos (sin olvidar que el Sol de madrugada está muy bajo y deslumbra), no lo es menos tener muy presente que mucho tiempo seguido al volante, es mucho más peligroso que cualquier atasco, por muy ingrato que este nos pueda resultar, que lo es; por ello, está prohibido.

Tratar de evitar los atascos en las horas punta, madrugando un poco más que el resto de los conductores, no quiere decir que haya que conducir ininterrumpidamente.
El tiempo máximo de conducción, no debe exceder en ningún caso las dos horas o doscientos kilómetros seguidos, aunque a uno le parezca que resiste y está pletórico de fuerzas y dispone de la suficiente energía para seguir conduciendo en condiciones de seguridad y sin peligro.
El cansancio no se aprecia, pero está ahí, es invisible y su presencia nos acompaña sin que nos demos cuenta de ella. Nos guste o no, está ahí, ojo avizor, esperando el momento del ataque.

Seamos prudentes. La prudencia es la madre de la ciencia.
Para conducir, hace falta mucha paciencia, tolerancia, comprensión y empatía, de lo contrario, lo mejor es quedarse en casa.

Quisiera recordar desde estas líneas, que, el sueño (que, es una actividad a la que los humanos deberíamos dedicarle una tercera parte de nuestras vidas), es imprescindible para nuestro organismo, y que, no hacerlo conlleva unas consecuencias que, antes o después nos pasan factura, muy especialmente, como conductores y de forma especial, en los viajes largos o muy largos, en los que la mayoría, apuramos un poco más de lo debido el tiempo al volante de nuestro coche, por el ansia de llegar cuanto antes.

Téngase en cuenta, que si no respetamos lo suficiente el descanso mínimo necesario, o descansamos poco, nuestros reflejos disminuyen, el tiempo de reacción aumenta ante cualquier imprevisto que se nos presente, porque altera las funciones sensoriales, motoras y de percepción, ralentizando la toma de decisiones acertadas y aumentando el número de errores.
A este es el final, nos puede llevar la presencia del sueño y quedarnos dormidos sin enterarnos.

Evitémoslo, descansando lo suficiente para estar en forma ante el volante y durmiendo entre siete-nueve horas al día, si bien, también depende de cada organismo.
Si bajamos de ese umbral, y restamos una o dos horas por día, tendremos una deuda de sueño que se nos volverá crónica y nos pasará la correspondiente factura, precisamente, cuando vayamos tranquilamente al volante, esperando el final del viaje que nos conduce al destino elegido para disfrutar de nuestras merecidas vacaciones.

Atención, también, las personas que tomen varios medicamentos.
Deben consultar previamente con su médico si le afecta a la conducción o genera somnolencia o relax al volante.
El riesgo de dormirse es mayor en esas situaciones y, no hay que correr ningún riesgo innecesario al volante.

No hay que olvidarse de que, lo mejor de las vacaciones es el regreso a casa sanos y salvos después de disfrutarlas.
La decisión solamente corresponde a cada conductor.


Buen verano. Buen viaje. Buenas vacaciones, mucha suerte y prudencia al volante.

29 mayo 2017

EL POZO AIRÓN (Pozairón)


Airón, fue un dios indígena que ya estaba arraigado en Hispania antes de ser conquistada por los romanos, que respetaron el culto que los lugareños le profesaban a este dios, asentado en las creencias de lo que se supone que escondían las aguas profundas en pozos, simas y lagunas; de ahí, la relación entre el inframundo  y Airón.

La dualidad que alberga la creencia de que el Dios Airón, es el dios de la vida y de la muerte, está relacionada con que, el agua es fuente de vida y emerge del inframundo. Y, en cuanto a su manifestación con el dios de la muerte, deriva de la creencia que, en aquéllos tiempos, según algunas religiones precristianas, las almas de todos los muertos, iban a descansar en el inframundo, al que se asociaba el Pozo Airón de agua inagotable, así como la laguna insondeable.

Sin embargo, todos esos conceptos, no son más que una metáfora (curiosa metáfora, por cierto), basada en la creencia de la existencia de un canal que comunicaba el pozo o la laguna, con el inframundo o mundo de los muertos, lugar del que ya no se puede salir una vez dentro porque, te devoran los monstruos que hay en sus profundidades; toda vez que los coetáneos de aquélla época, consideraban que era el lugar de irás  y no volverás más, que tanto atemorizaba a sus moradores, que, no pasaban de ser una leyenda de terror que, en el Medievo (y algunos siglos después), relacionaban con el entonces maldito, Pozo Airón.

Si bien, no se conoce a ciencia cierta el origen de la identidad del dios Airón, al que, tantas muertes y desventuras se le achacaron en el pasado.

Según la documentación que se posee al efecto, las creencias relacionadas con los distintos pozos Airón, nos conducen a los más variopintos lugares del planeta Tierra, en torno a los cuales existen también, las más variopintas versiones de leyendas, más o menos tenebrosas, que, los no bien informados se cuidaban de propagar, seguramente,  con la mejor intención.

Así por ejemplo, en Francia, según el resultado de algunas excavaciones debidamente documentadas por personal competente, se le hacían sacrificios humanos al dios Airón, cuyos restos óseos, no justifican que, su muerte (o sacrificio) fuesen de origen ritual- espiritista. Si bien, no son infrecuentes los lugares en los que existe un Pozo Airón, en cuyo entorno, la leyenda relaciona la muerte de las personas que caían dentro y, no se les volvía ver más.

Sin duda, Los Arribes del Duero, son una zona privilegiada de la naturaleza, en la que por suerte, abundan los pozos Airón: Pereña-Masueco, Aldeádávila, etc., amén de que, afortunadamente para los charros, nuestra provincia es en la que más abundan los pozos Airón, para nuestro regocijo.

Pero, el Pozo Airón  (Pozairón), que, desde mi infancia ha permanecido latente en mi recuerdo, es el Pozo Airón de La Zarza, mi pueblo, en el que, los niño-as jugábamos en su entorno y nos metíamos dentro descalzos, para chapotear en el agua fresquita que, en verano se agradecía y no escaseaba por entonces.

Seguramente, los que, en mi época eran niños, recordarán la frecuencia y rapidez con  que subíamos-bajábamos al Pozozairón, y, no menos frecuentes las veces que tirábamos dentro las piedras del entorno, para escuchar las distintas tonalidades del sonido que producían al contacto con el agua y tanto nos divertía.

No sé, quien se encargaría de sacarlas, pero sí sé, quienes se cuidaban de meterlas y lo bien que se lo pasaban mientras se dedicaban a ese original deporte, que, era común a todos los niños zarceños, independientemente de la edad.

Lástima que, cada vez queden menos especialistas de los de entonces, en el deporte del llenado de  piedras en el Pozairón zarceño,  para que esbozaran una sonrisa al leer y recordar los buenos ratos que pasábamos los niños haciendo un ejercicio físico que, tantos y tan gratos recuerdos nos proporcionó a los aspirantes al lanzamiento del disco zarceño, que, ahora se practica con tanta frecuencia sin usar la piedra.

Desde la añoranza que me produce el recuerdo de aquéllas vivencia, les quiero enviar desde aquí, mi saludo más cordial a todos los “deportistas” que aún quedan, y entonces  nos dedicábamos al cambio de sito de las piedras que por aquélla época estaban alrededor de nuestro monumental y majestuoso Pozairón zarceño, que, espero y confío en que todavía estén en su compañía, y, no hayan ido a parar junto a las de “Las Pozas”.



Y, a pesar de que en la Península Ibérica existen casi setenta extraordinarios pozos Airón, que son una maravilla de la naturaleza en su mayoría, de los cuales me gustaría acompañar su correspondiente fotografía; por razones de arraigo, solamente adjunto la que encabeza este párrafo (que, me ha proporcionado Manolo), del más importante Pozo Airón del Mundo entero y parte de extranjero: 
El Pozairón zarceño según la versión del autor de este comentario, que es sabedor de que no todos estaréis de acuerdo por pura lógica. 
Pero, yo lo veo así, y, así seguiré viéndolo.


¡Qué le voy hacer!

19 abril 2017

LAS ABARCAS


La moda, esa forma de vestir y entender la vida los humanos, poniéndonos encima del cuerpo todos los trapitos y complementos que le interesa colocar al “mercado de la codicia” a base de introducir las técnicas de la Mercadotecnia o Mercadología (más conocido por la palabra inglesa Marketing), y, siempre ha recibido el nombre de “Moda” (que, por cierto, es lo que más pronto se pasa de moda), para dar paso seguidamente a otro producto que, a pasos agigantados, colocado en el “moderno mercado”, aportará con brevedad unos sustanciosos beneficios económicos a su autor; que, en otros tiempos,  y dado que el periodo de duración de la moda, era bastante más prolongado que en la actualidad, no se pasaba de moda con tanta rapidez y, como consecuencia, los beneficios no eran los mismos que en la actualidad.


                                          (Antiguo artesano estructurando unas abarcas)

Un vivo ejemplo de esa realidad, son las abarcas, que en el pasado usaban los campesinos y, generalmente, gentes de los pueblos y tenían una prolongada duración en el tiempo, sin que nadie afeara a quien las llevaba puestas, que fueran del modelo del año anterior o de hace más de cinco años; cosa que ahora, parecería un disparate, sobre todo entre la juventud. Sin embargo, las abarcas no “desaparecieron” del mercado porque se pasaran de moda, sino porque,  pusieron de moda otro tipo de abarcas otro tipo de personas con otro tipo de visión de la moda que, simplemente, la veían de forma diferente, e idearon unas abarcas que (los de ahora), las llaman modernas e ideales para la complacencia de otro tipo de gente que así misma se denomina moderna.


Es así de sencillo; pero, a la abarca, no se la llevó por delante la moda, que, a pesar de lo que algunas veces incomoda, la gente se acomoda a ella sin rechistar.

Es bien conocida la utilización de las abarcas por los labriegos, pastores, etc., en los pueblos hasta bien entrado el segundo tercio del siglo pasado, así como, su aprovechamiento hasta su desgaste total, como se muestra en la fotografía superior, que, en algunos casos, incluso cuando las abarcas ya estaban descuajaringadas, las cosían, ataban, remendaban o, reparaban “artesanalmente” para que fueran tirando una temporadita más, pues la calidad del material (que se puede apreciar en las fotografías bajadas de Internet) del que estaban hechas, lo permitía, a pesar de que, generalmente, era material residual procedente de neumáticos usados y encauzado con destino al mundo rural, y pensados para el arduo trabajo diario en condiciones muy duras; si bien, no eran tampoco el calzado más adecuado en días de lluvia o mucho frío, a pesar de los gruesos calcetines de lana, hechos a mano por algún ser querido que, generalmente, acompañaban al que las portaba.


En la vida de nuestros antepasados, y en esas fértiles extensas llanuras y abruptas tierras labriego-ganaderas castellanas (o, castellano-leonesas) de las que procede el autor del tema que nos ocupa, la abarca fue fiel e inseparable compañera de la casi totalidad de los hombres que faenaban en los vastos campos de nuestra entrañable tierra, bien labrándolos y recogiendo la merecida cosecha, bien pastoreando el ganado; pero, en todos ellos, la abarca siguió sus pasos, hasta que ya no quedara prácticamente nada de su estructura original. Y, cuando ya no había forma humana de poderlas recomponer a base de grapas de alambre o guita, lo que quedaba de lo que antes eran unas abarcas, se aprovechaba para otros menesteres; porque, en el campo y en los pueblos se aprovechaba todo. 
¡Qué tiempos…!


Las abarcas, como el calor del hogar de entonces y las largas charlas junto al fuego de la chimenea, o, el del entorno de la mesa-camilla al reverbero del calor del  brasero, así como la colaboración vecinal, ayuda y demás atenciones que se tenía entre gentes allegadas, bien por vínculos familiares, bien por proximidad entre allegados o vecinos, se está esfumando y dando paso a otro tipo de sociedad, casi descafeinada y más desapegada e interesada, en la que, cada uno va a lo suyo, desentendiéndose de lo ajeno, sin la consideración que en los tiempos del uso de las abarcas se tenía con las personas del entorno entre compueblanos, más o menos cercanos, aunque no fuesen familiares.
Igual que ahora, vaya.



Confiemos en que esos valores no se encarrilen hacia los museos, donde, como las abarcas, solo quedará el recuerdo de su paso por este maravilloso Planeta azul, que, con tanta gratitud nos ha acogido sin pedirnos nada a cambio, y, sin embargo, tan poca consideración tenemos los humanos con él que merced a nuestra ingratitud y codicia lo estamos esquilmando.

Hoy, hasta las abarcas se han estilizado y distanciado del pasado, para darle una nueva forma a la moda del calzado más o menos moderno, para poder obtener por ellas nuevos y elevados beneficios, como el ejemplo de la foto inferior que acompaña estas líneas, en la que la imagen de las abarcas Menorquinas que podemos apreciar, se consiguen en Internet por 60€, más o menos. 

¿Cuántas abarcas  de las de aquél entonces, se podrían haber comprado por ese precio; y, cuánto  hubieran durado?

Igual que las de ahora que son para una temporada de verano escasa.


Desde estas líneas, y, mediante la Web zarceña que tan buen servicio y colaboración presta a nuestro pueblo, gracias a su incansable fundador-director, quisiera aprovechar para rendir mi particular homenaje a ese peculiar y familiar calzado, que fue tan original como útil para la sociedad rural de entonces a la que estuvo destinado y tantas prestaciones aportó a nuestros antepasados como buen servició les ofreció mientras “estuvo de moda”

18 enero 2017

OLA DE FRÍO


Con motivo de las bajas temperaturas que nos acompañan estos últimos días (y unos cuantos más que nos quedan por delante), y, ante los riesgos que ello conlleva en los abundantes desplazamientos que realizamos con nuestros vehículos automóviles en la utilización de las vías públicas como conductores; los responsables de Tráfico y de la información de la situación meteorológica en nuestro país, y los distintos medios informativos, anuncian insistentemente de una ola de frío polar, advirtiéndonos de los riesgos de la conducción en esas circunstancias; de forma muy especial en aquéllas zonas en las que son frecuentes las heladas tan perjudiciales para la circulación vial, dada la presencia de placas de hielo que se forman sobre la calzada, así como del peligro que conlleva para la seguridad de los usuarios de la vía, sobre todo, si no estamos lo suficientemente entrenados en este tipo de conducción.

Con el paso del tiempo, y dada la utilidad práctica que el vehículo nos aporta a los humanos, en la actualidad se ha convertido en normal el uso del coche y demás vehículos de motor en todo momento y circunstancias para nuestros desplazamientos cotidianos. Sin embargo, no siempre nos adaptamos (o nos sabemos adaptar) con la misma normalidad a las y cambiantes circunstancias que conlleva esa actividad en las situaciones adversas que se nos presentan en todas y cada una de las estaciones del año, tanto meteorológicas como circunstanciales.

Una de esas situaciones embarazosas que se nos presentan en invierno, es la conducción con nieve o hielo, que, por más entrenados que estemos, siempre son un peligro nada fácil de sortear por muy hábiles que seamos en el manejo del volante, toda vez que resulta bastante peligrosa si no tomamos algunas precauciones elementales y nos lo tomamos a la ligera como si fuésemos conduciendo en un día primaveral a pleno sol.

En la medida de lo posible, se debería evitar conducir con abundante nieve y en los casos de heladas, especialmente, cuando son heladas negras, en las que, en la mayoría de los casos no te enteras hasta que no estás encima deslizándote hacia un costado, o sea, derrapando, cuando ya es inevitable corregirlo.
Eso no quiere decir que si no nos queda otro remedio no podamos conducir en esas circunstancias, extremando las precauciones y conduciendo con suavidad.
Si nos vemos en la necesidad de conducir con nieve, tenemos que saber que no es lo mismo la nieve en polvo que con el peso del vehículo se aplasta y, generalmente, contacta el neumático con la calzada (siempre que lo hagamos despacio y con marchas largas), que, cuando ya se ha endurecido y son necesarias las cadenas para circular porque nuestros neumáticos ruedan por encima de una pista helada y deslizante, bastante más duradera que el hielo que es una fina película que tarda menos en desaparecer.

El hielo aparece a los cero grados centígrados, pero una vez endurecido, puede mantenerse incluso, a temperaturas de tres-cuatro grados sobre cero  sin derretirse; por lo que requiere prestar una mayor atención a esta circunstancia y no bajar la guardia.

Los puertos de montaña, los túneles, así como las zonas humbrías, que como es sabido están orientadas al norte, son los lugares donde el hielo perdura más tiempo en forma de placas deslizantes, que en cualquier momento nos podría sorprender su presencia y permanencia.

Todo usuario del coche que viaje en situaciones de nieve, sobre todo si lo hace por zonas en las que son frecuentes las copiosas nevadas, debe tener presente que puede sorprenderle la nevada y quedarse inmovilizando, con la posibilidad de verse obligado a pernoctar dentro del habitáculo de su vehículo con lo que eso supone de incordio, por lo que hay que ser precavido y pertrechase de todo aquello que nos pueda ser necesario para superar la situación que genera el ser cobijado por el blanco manto del meteoro, si vamos a tener que disfrutar de su “¿grata”? compañía, más tiempo del que nos gustaría.
No olvidarse de proveerse de mantas, comida suficiente para las personas que viajen, agua en abundancia, bufandas, gorros, guantes y toda prenda de abrigo que pueda protegernos del gélido frío que nos espera durante la noche, si nos vemos bloqueados sin casi poder salir a estirar las piernas porque nuestro coche está cubierto por la nieve o casi cubierto y, a pesar de que al salir hayamos llenado de carburante el depósito, si la permanencia es prolongada, nos veremos en la necesidad de parar de cuando en cuando el motor que nos permite poner la calefacción o aire acondicionado, si no queremos perecer de frío.
Si se viaja con niños pequeños, será preciso que dispongan de más de un juego de entretenimiento, para evitar que nos martiricen con su impaciencia y empiecen a culparnos de lo habido y por haber.
No olvidar el cargador del teléfono móvil que, en estos casos suele ser bastante útil su compañía.

Atención a las personas que necesiten medicación, no olvidarse de llevar la suficiente reserva de la misma, por si se vieran en la situación antes mencionada.
Un frasco de alcohol también vendrá bien para mantener los cristales desempañados cuando no tengamos la calefacción en marcha. Y, algo muy importante: una pala, sí, una pala, una pala que no sea de juguete para retirar de vez en cuando la nieve que se vaya acumulando en el entorno de nuestro coche, y no podremos abrir ninguna de las puertas ni salir a hacer alguna de esas necesidades que, generalmente las hacemos en WC. de nuestra casa y perfumarían el interior de nuestro coche si no lo hacemos fuera; para lo cual, se hace imprescindible proveerse de más de un rollo de papel higiénico al efecto.

Veamos a continuación algunos de los comportamientos a seguir en caso de nieve-hielo.
En más de una ocasión me he encontrado con alguien a quien le sorprendió la nevada y, como es lógico, puso en marcha el limpiaparabrisas para retirar la nieve que tan solapadamente va cayendo y en algunos casos nos resulta divertido. Téngase en cuenta que el limpiaparabrisas necesita hacer el recorrido completo de ida y vuelta hasta el final; pues si, como consecuencia de la nieve que se va acumulando en los laterales con el barrido del limpia, éste no llega hasta el tope, se fuerza y, lentamente, se va calentado progresivamente hasta que llega un momento en que se quema y, a partir de ahí, “apaga y vámonos”, ya no podemos seguir circulando y nos quedamos donde estamos.

¿Qué hacer?
 Algo tan sencillo como parar el motor del limpia, bajarse y retirar la nieve acumulada a los lados del parabrisas cuantas veces sea necesario, pues, aunque resulte molesta la nieve al caer, es bien sabido que la nieve no rompe costillas y, en éste caso, evita graves inconvenientes.

Cómo circular sobre hielo o nieve dura.
Es fundamental conducir con mucha suavidad, asir el volante con energía pero sin agarrotamientos ni ningún tipo de movimientos, si no es estrictamente necesario, no cambiar de macha si es posible, no acelerar ni dejar de acelerar de golpe más de lo que requieran las circunstancias; todo acelerón, frenazo, dejar de acelerar….; y, todo movimiento brusco, conlleva una variación de la trayectoria del movimiento del vehículo golpeando su centro de gravedad y sufriendo el efecto de la fuerza centrífuga empujándolo y rompiéndole la trayectoria rectilínea, con lo que aparece de inmediato el derrape inevitable por parte del conductor. 
Hemos de procurar circular siempre con la marcha más larga posible y evitar cambiar de macha para evitar también tener que desembragar y volver a embragar, evitando así el riesgo que  conlleva dar tirones y retenciones con esa maniobra, ya que eso es un peligro seguro y un deslizamiento garantizado.
¿Qué hacer si derrapamos?
Mantener la calma, NO FRENAR ni girar el volante con brusquedad mientras el vehículo está desplazándose, si la ruedas se bloquean por la acción de la frenada o se deslizan sobre hielo, la dirección no obedece y el vehículo sigue la trayectoria impuesta por la acción de la fuerza centrífuga que la empujó, golpeando sin piedad el centro de gravedad del vehículo y haciendo muy difícil o imposible su control, debido a que se pierde casi por completo la adherencia del neumático a la calzada, como consecuencia de la película de hielo que se interpone entre ambos. 
 
Normalmente, tras el deslizamiento se podrá controlar el vehículo cuando recupera de nuevo la estabilidad, una vez los neumáticos vuelvan a tener agarre sobre la calzada, y una vez pasado el susto, se podrá continuar la marcha  con normalidad pero sin confiarse demasiado.

En este tipo de situaciones, el temple y la serenidad es un factor importante para poder salir airoso de ellas; si no somos calmados y nos aturullamos, la salida es más complicada. 
Quizás no sea necesario, pero no está de más recordar que en circunstancias anormales, circulando hay que aminorar la marcha, reducir la velocidad adecuándola a cada situación, es una garantía de seguridad que debe ser nuestro norte como conductores si queremos llegar sanos y salvos a nuestro destino, porque, lo importante no es viajar, sino volver del viaje: LLEGAR.

Conduciendo con nieve-hielo, es imprescindible SIEMPRE utilizar la marcha más larga posible en cada momento y procurar no cambiarla, manteniendo la misma  para evitar las brusquedades que siempre genera todo cambio de marcha.
Se debe tener presente que, cuando hay que atravesar alguna placa de hielo más o menos grande, hay que hacerlo despacio y con marchas largas (aunque a alguien le pueda parecer contradictorio), conduciendo suavemente y sin variar la dirección ni un milímetro, si no queremos perder el control del vehículo.
Cuando vamos circulando con abundante nieve sin que hayan pasado las máquinas quitanieves, y vemos las roderas que han dejado los que pasaron antes que nosotros, nos parece una medida acertada circular sobre ellas. ¡Ojo! No siempre es buena la idea, pues, si los vehículos anteriores las dejaron con bastante antelación, es posible que se hayan helado y nos encontremos con la ingrata sorpresa de deslizarnos sobre ellas, cuando nos parecieron apropiadas para protegernos y, por lo inesperado, nos salgamos de la calzada cuando habíamos bajado la guardia.


La prudencia y la paciencia, que son la madre de la esencia para conducir con seguridad, debemos tenerlas por compañeras siempre que utilicemos el coche. Nos serán de gran ayuda.