La mujer que ha sido preñada, cuando comenta el
acontecimiento con sus allegados dice: estoy embarazada de cuatro semanas; me
quedan quince días para dar a luz; mi hijo-a ya tiene siete meses, dos años,
etc.; y, así sucesivamente.
Los humanos medimos el tiempo, nuestro tiempo, y el encargado
de ese cometido es el reloj. El famoso y popular reloj que tan familiar nos
resulta a todos.
Pero, ¿qué es el reloj?
El reloj, es uno de los instrumentos
más populares y de mayor aceptación por los humanos. Es, el artilugio medidor
que el hombre ha inventado para autocontrolar todos sus movimientos, pero que,
en algunos casos no le gustaría ser controlado. Sin embargo, el hombre es un
controlador por naturaleza, aunque no siempre lo reconoce.
Desde el origen conocido del hombre, éste, siempre (posiblemente
por instinto), ha tendido a controlar su tiempo. Al principio de su existencia
lo contaban por lunas. Tantas lunas para tal o cuál acontecimiento o actividad;
después, ideo el reloj de sol, el de aire, el de arena, el de agua o clepsidra,
etc., con la finalidad de repartirse ese
tiempo a su voluntad y disponer de él a medida de sus necesidades. Por lo
tanto; el reloj le sirve al hombre para saber en todo momento de cuánto tiempo
dispone para realizar alguna actividad de su interés y saber como
dosificárselo.
Como citaba anteriormente, los seres humanos en todo momento
tenemos la imperiosa necesidad de saber en la hora en que estamos viviendo, y, para
ello, la mayoría se hace acompañar del citado instrumento que con su
parsimoniosa pasividad y su imparable tic, tac, que va contando segundo a
segundo nuestro paso por la vida; y, sin embargo, la casi totalidad de los
habitantes del planeta tienen una relación directa con el reloj y toleran -o
toleramos- su presencia en nuestra muñeca. Como muestran las dos fotografías
que preceden a este párrafo.
Hasta hace
relativamente poco tiempo, el reloj consistía en unas manecillas (agujas) que
giraban de izquierda a derecha sobre una superficie esférica que marcaban el
paso del tiempo medido en segundos, minutos, horas… como muestra la primera fotografía que encabeza este escrito en
la que podemos apreciar un modelo sencillo con numeración romana.
La perfección que con el paso del tiempo ha adquirido “ese trasto”, permite medir con una precisión tan perfecta, hasta la fracción más pequeña del tiempo; o sea, nos permite controlarnos con gran exactitud los más ínfimos espacios de nuestro tiempo, gracias a los más sofisticados aparatos de medida que dan fundamento al reloj; que, a medida que ha ido evolucionando la tecnología para su fabricación, los nuevos modelos son más precisos y ofrecen mayores prestaciones a los usuarios.
Algunos de estos artilugios, tales como el reloj de sol, o el
de arena, aunque continúan en vigor, en la actualidad solamente tienen una
aplicación más bien testimonial. Simbólica; pero no es muy frecuente su uso en
la práctica, como muestran las tres fotografías adjuntas.
Parece ser, (no está demostrado documentalmente) que, tres
mil años antes de Cristo, los chinos ya disponían del reloj que dio origen al
que hoy conocemos y utilizamos; si bien, los egipcios no le iban a la zaga en
aquel entonces. Posteriormente, los Incas, también tuvieron algo que ver con el
reloj y la forma de medir el tiempo con precisión.
El reloj, como todo en la vida ha ido evolucionando, desde el
reloj de pared con péndulo, el de bolsillo, el de pulsera, etc., hasta el más
sofisticado de la actualidad que, como es bien conocido por todos, son analógicos,
o digitales y su maquinaria se activa generalmente, mediante un sistema
eléctrico más o menos sofisticado, bien con pilas, baterías, corriente de línea o con placas solares; hasta llegar
al más preciso de todos, que es el atómico.
Como todo lo que en éste mundo esté relacionado con ese
sistema arrollador, como lo es el sistema capitalista implantado prácticamente
en todo el planeta, éste, establece una relación directa tiempo-dinero-poder,
lo cuál obliga a un estricto control de ese tiempo y, como consecuencia, la
medición debe ser cada vez más exacta. De ahí, que cada persona lleve en su
muñeca consigo en todo momento el dichoso aparatejo que todo lo controla y nos
controla inmisericordemente.
El reloj, además de que le reporta al ser humano un impagable
servicio –dadas las circunstancias-, se está convirtiendo a su vez, en un
símbolo de elegancia y distinción en ciertos sectores de la sociedad
contemporánea, y su valor va en aumento progresivo. Muestra de ello, son las
dos fotos que se acompañan a este párrafo.
Hay relojes que han marcado un hito en la historia de los países. En España se ha hecho muy famoso el reloj de La Puerta Del Sol de Madrid, y que, gracias a los medios de comunicación, se conoce en todo el mundo que el final del año se celebra en la citada plaza con gran euforia y alegría la bajada del Carrillón y las doce campanadas de despedida del año viejo y entrada del
nuevo, como se puede apreciar en las fotografías que acompañan el entorno de este párrafo.
Otro importante reloj, en todo el significado de la palabra,
es de Westminster, ubicado en la Torre Isabel del Palacio del Parlamento
Británico en Londres, conocido en el mundo entero por su señorío y prestancia y
del que se sienten orgullosos los ingleses. Fotografías adjuntas.
No menos conocido es el magnifico reloj de la Plaza de San
Marcos en Venecia, que hace de la Torre
Dell`Orologio el centro de atracción turística de la ciudad de las góndolas, en
cuya cima está ubicada la gran campana y
dos figuras de bronce oscurecido conocidos como “Los Moros”, que están en pie
en lo alto de la misma y tocan la campana cada hora haciendo que los visitantes concentren su
atención en el original evento que hace del turismo veneciano
su Meca y aprovecha para ver el movimiento de los conocidos “Gigantes”; como muestran las tres últimas fotografías, que, junto a las anteriores, han sido bajadas de Internet.
su Meca y aprovecha para ver el movimiento de los conocidos “Gigantes”; como muestran las tres últimas fotografías, que, junto a las anteriores, han sido bajadas de Internet.
Hay cientos de magníficos relojes a lo largo del los
distintos continentes que son importantes, pero, he citado estos ejemplos
porque nos resultan relativamente cercanos, y, también, relativamente
conocidos.
Algunas veces, reflexionando sobre lo que es la vida y lo que
hacemos los humanos en ella, me pregunto sin hallar una respuesta convincente,
si el hombre nace libre como el ave y se le debe dejar hacer su libre albedrío:
¿Para qué demonios necesita el dichoso reloj, si es un incansable controlador
de su propio tiempo que lo vigila las veinticuatro horas del día? ¿No resulta
una discordancia contradicente que no encaja dentro del concepto de la libertad,
que, es el motor de la felicidad que el hombre necesita para disfrutar de la
vida tan maravillosa que le ha sido concedida temporalmente?
O, ¿es que, quizás, no hemos sabido entender bien la relación
existente entre la libertad que el hombre debe disfrutar, y el agobio que
supone estar siempre pendiente del dichoso reloj para llegar puntualmente a la cita en todo
momento y quedar en buen lugar?
Y, para terminar. Una
pregunta y una reflexión-pregunta, a las que me gustaría obtener
respuesta por parte de algún lector:
1- ¿Para qué querrá el hombre controlar su tiempo, si le
resta su propia libertad?
3 comentarios:
He leído con sumo interés este relato, como el resto tuyos y pienso que los que quieren controlar el tiempo quizás sean los que asocian el poder ,el dinero, a la libertad. El tiempo, es algo asi como el dinero; lo tienes y se te va, lo vuelves a tener y se te vuelve a marchar. Yo creo que el tiempo mejor empleado es el de la siesta¡ Qué narices! Por cierto, el La Zarza tenemos el mejor reloj del mundo, nada comparable a esos artilugios de pacotilla que expones. Está en el campo, donde pastan las vacas porque pastores ya no hay, y ahí está en mi blog( Colores y amores...)en esta página web, en el relato que inserté el 20 de enero de 2013.Es un reloj macizo de puro roble, nobleza de La ZARZA
Un abrazo. Félix
Completamente de acuerdo, disponer de tiempo es disponer de riqueza. Había una película de ciencia-ficción donde los ricos poseían dinero y tiempo y a los pobres que se les acababa morían al no disponer de dinero para comprarlo.
Aunque no vivamos en esa sociedad distópica, si es verdad que o se está jubilado como el autor de este post o el tiempo libre es escaso.
Un saludo,
CEH
¡JO! que cantidad de relojes, los citas todos, desde el de sol y arena hasta el atómico; pero llegado al final, echo en falta uno, el nuestro, nuestro primer reloj; sí, sí, ese que marcó la hora de nuestro nacimiento, el inicio de nuestra existencia, que luego los demás relojes-cronómetros van acortando inexorablemente.
Repaso nuevamente las imágenes y compruebo que sí aparece al final EL TORREÓN. Serían los duendes informáticos. Ya me parecía a mí que no podías haberte olvidado de nuestro Torreón.
Gracias, Luis, por dedicar tu tiempo a todos nosotros, tus seguidores.
-Manolo-
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