Septiembre,
proveniente de la raíz latina, séptimo, como consecuencia de ser el séptimo mes
en el calendario romano, pasó en su día (como tantas otras cosas), a ser el
noveno mes del año en el calendario gregoriano, asignándole los treinta días
que todos conocemos.
Este “maravilloso mes” que, tantos y tantos
recuerdos nos aporta por acompañarnos al final del verano, en el que, unos más,
otros menos, dependiendo principalmente de la edad de cada cual, a lo largo de
la vida todos hemos tenido algún buen recuerdo de las vacaciones que con tanta
ilusión esperábamos antes de su llegada, para poder dar rienda suelta a nuestra
ilusión; pero con el final de septiembre, ya con los día más cortos y en cuarto
menguante estival, empezamos una vez más con la rutinaria monotonía de la
realidad cotidiana, que es la normalidad en la que nos desenvolvemos durante la
mayor parte del año. ¡Qué le vamos a hacer, si así es la vida...!
A lo largo de
mi vida han acudido a mi mente los recuerdos de muchas canciones y de algunas
cosas más o menos importantes relacionadas con septiembre acaecidas cuando yo era jovencito (anteayer) y
empezaba a mocear, entre ellas, una canción muy pegadiza que se puso de moda y
cuya música te hacía entrar en acción nada más empezar a escucharla. Es una
vieja canción que probablemente recuerden los de entonces porque la ponían en
las salas de fiesta de aquella época, salones de baile y bailes públicos que en
el país vasco donde yo vivía se hacían en las plazas de los pueblos como era
tradicional allí cuyo estribillo decía: “Cuando llegue septiembre, todo será
maravilloso”. Dadas las actuales circunstancias; hoy me atrevería a preguntar:
todo será maravilloso, pero, ¿para quién?. ¿Quién tendrá la fortuna de
maravillarse en éste próximo septiembre (que ya está abriendo la puerta para
entrar), con la que está cayendo en nuestro país?
Pienso que el
autor de la letra debía ser muy optimista, muy ingenuo o no se debió
enterar bien en aquel entonces de las
penurias que le esperan a una considerable parte de españoles (también de otros
países) cuando llegue septiembre; ese septiembre maravilloso de la canción
-pero, sobre todo cuando termine-, con su considerable perdida de puestos de
trabajo al finalizar la época estival.
A los cientos
de familias desahuciadas que en estos momentos las están pasando canutas por la
escasez de medios para subsistir, por carecer de lo más básico para poder salir
adelante con los suyos, también les gustaría estar muy contentos y celebrar la
llegada de septiembre en el que, según el estribillo de la canción, todo será
maravilloso; pero la realidad para ellos es otra; otra muy distinta que no está
en sus manos de momento solucionarla; por lo tanto, el ambiente septembrino
para esas gentes, no es ni alentador ni nada halagüeño que digamos; más bien,
es decepcionante por cuantos condicionantes negativos se interponen en su
camino y son ajenos a su voluntad, impuestos por “los otros”, pero de las que
ellos como siempre, tienen que pagar las consecuencias.
Sin duda, para
aquellos que cualquier llegada de mes es maravillosa, también celebrarán
eufóricos ¿por qué no?, la arribada a puerto del célebre septiembre que tantos
literatos han hecho correr la tinta para elogiar sus virtudes y los encantos
que nos ofrece el noveno del año; pero, para aquellos que están pasando
tantas estrecheces durante todo el año,
septiembre, es uno de los más
agobiantes meses con la vuelta de los alumnos a los colegios, institutos y
universidades, con todo lo que ello conlleva de gasto en la vestimenta, libros,
material escolar, etc., además, los pagos complementarios que van unidos al
“cole”, aunque sea público; y, no solamente los gastos citados, que son
bastantes, si no que, la llegada de septiembre le coge a la mayoría de la gente
con los bolsillos vacíos después de las vacaciones y con la moral más bien
desganada.
Este
“maravilloso” septiembre vendrá acompañado del dolor que tendrán que sufrir los
que han sido o serán desahuciados y se verán obligados a abandonar la vivienda
que tanto esfuerzo ha requerido por su parte a lo largo de su vida poderla
conseguir, eso sí, hipotecada por un bondadoso banco al que han tenido que
rescatar también ellos (todos los ciudadanos), porque sus dirigentes lo dejaron
esquilmado por su mala administración (y otras cosas peores), auto asignándose
por su cara bonita unos sueldos y retiros millonarios que no se merecen, sin
importarles que unos honrados trabajadores en paro obligado, dadas las anómalas
circunstancias, no puedan continuar pagando en contra de su voluntada la
hipoteca contraída como lo habían venido haciendo con regularidad desde el
inicio del contrato; mientras, los gobernante de turno han estado mirando para
otro lado hasta que les estalló la
granada en las manos y no tuvieron más remedio que ir al hospital de urgencias
para que le curaran las heridas producidas por el tema que nos ocupa y las
preferentes que también tiene lo suyo el asunto. ¡Qué desfachatez, dios mío...!
¿Qué
maravilloso septiembre les espera a tantos y tantos niños inocentes desprovistos
de lo más elemental para la vida como es la alimentación equilibrada y un hogar
donde vivir, con tanta comida como se tira o se desperdicia sin ser
aprovechada?.
Sin embargo,
de lo que sí son afortunados estos niños, es de poder ser millonarios
(multimillonarios); sí, he dicho millonarios, millonarios en algo de lo que no
abunda en algunas esferas de la sociedad porque se le escapa de las manos;
millonarios en amor, cariño, ternura y afecto recibido por parte de los suyos
que, aunque no dispongan de dinero ni de muchos bienes materiales, sí son
millonarios de ilusiones y tienen en sus manos el don de poder legar a los
suyos la virtud de la humildad, la honradez y la nobleza, que son un tesoro que
no está al alcance de todos; porque son depositarios de la dignidad que les
falta a los responsables de estos desaguisados que tantos quebraderos de cabeza
nos están causando a los ciudadanos de
a pie, contribuyentes normales sometidos al exhaustivo control por parte de la
Administración; control al que también deberían estarlo los que campan por su
desconsideración hacia los demás y son intocables. Y, no me refiero solamente a
algunos banqueros y políticos responsables de que ocurran estas atrocidades...
Éste año,
septiembre será calentito y al mismo tiempo inquietante para algunos, por las
vicisitudes vividas durante una buena parte de la pasada primavera y el
transcurrir de éste cálido verano que
se nos está quedando atrás y ha sido tan pródigo en el rumoreo callejero, de
despacho y de salón, motivado por
“algunos desatinos de nuestros gobernantes y el estrés que está sufriendo el Gobierno (no solo el
Gobierno), producido por ciertos tejemanejes de un popular extesorero del más
importante partido político que entiende mucho de cómo hay que guardar bien el
dinero y llevar las cuentas claras para que, si alguien se le olvida de que él
es un legal y leal riguroso contable, en un momento dado, pueda presentar
documentalmente las entradas y salidas del dinero administrado por su persona,
con la finalidad de que nadie le pueda decir que se le ha quedado pegado a las manos involuntariamente, o que no ha
hecho las cosas bien y dejarlo por mentiroso,
solamente por el pequeño detalle de olvidarse de enviarle un generoso
sobre a su debido tiempo, y así evitar que, en un determinado momento,
dependiendo de las circunstancias, se pueda convertir, como así ha ocurrido, en
un tema que ha copado y lo seguirá haciendo, las primeras páginas de los más
importantes medios de comunicación mundial por su gran esmero en ordenar
meticulosamente la contabilidad de su partido y saber sacarle partida a la
misma, dejando al mismo tiempo a sus colegas de partido sin resuello y con un
canguelo en el cuerpo que algunas veces se le atraganta la comida y las noches
se le hacen más largas de lo habitual, además, de que les está haciendo pasar unas vacaciones un poco inquietas; como
diría mi abuela: algo atípicas.
Todo esto que
puede parecer una ironía si no fuera por la gravedad del mismo y el
desprestigio que nos está causando en el exterior, dejando a la altura del
suelo a España y a los españoles que no
tenemos culpa alguna, podríamos pensar que es cosa de los responsables de los
partidos políticos que, para seguir en el alero se las amañan como pueden para
sacar dinero y poder publicitarse, se podría solucionar con las
correspondientes dimisiones a todos los niveles; pero la gravedad del asunto es
de tal magnitud, de tanta envergadura, que es necesario (imprescindible) sanear
desde la raíz y que caigan todos, absolutamente todos los responsables de
semejante atrocidad, todos, tanto por acción como por omisión, ya no solo por
dignificar la política en nuestro país, que buena falta le hace, sino porque,
la Justicia (que la pagamos todos los españoles), se le debe aplicar a todos
por igual, no importa el cargo que ocupen, que, posiblemente, ese sea el
problema, y el dilema.
Dadas las
circunstancias y la perdida de credibilidad y prestigio que el asunto ha
generado en los países no solo de nuestro entorno, sino, allende los mares en
todos los continentes: ¿Serán los jueces capaces de poner a cada uno de estos
sinvergüenzas (por ser generoso en el vocabulario) en el lugar que le
corresponde y poner las cosas en su sitio, simplemente aplicando la ley
equitativamente?.
Si esto no se
consigue mediante la Justicia, habremos perdido la esperanza depositada en los
Poderes Públicos (en todos) y sus responsables, y se irá al traste el futuro
irremediablemente; a no ser que medie una revolución, que, poco o nada favorece
a los ciudadanos honrados y cumplidores del deber.
Si bien es
cierto que hay cosas que me resultan intolerables e incomprensibles a la razón;
los que como yo, ya no estamos en el albor de la vida, hace ya mucho tiempo que
desgraciadamente aprendimos que algunas de esas cosas hay que tomarlas con
filosofía, cierta calma y resignación (ante las circunstancias de incompetencia
por parte de nuestros dirigentes), para que el estrés no nos arrastre al jardín
de los cipreses antes de la hora; aunque no compartiendo ni entendiendo la
pérdida de los logros que tanto esfuerzo y sacrificio supuso poder conseguir en
aquella inquieta juventud inconformista, atrevida y arriesgada, luchando con
ahínco y poniendo en ello toda la ilusión, para que, ahora, lo estemos tirando
por la borda y perdiendo por ineptos lo conseguido por todos con voluntad
colectiva. ¡¡Qué triste... y, qué real al mismo tiempo...!!
Septiembre,
también calentará un poco más el ambiente gibraltareño con sus dimes y diretes,
chismorreos y realidades, que al decir de unos y contradecir de otros, no es
más que una cortina de humo, una polvareda levantada intencionadamente por los
nuestros, para impedir ver los embrollos que rodean el entorno un tanto
nebuloso de algunos partidos políticos y sus dirigentes; mientras que la
opinión de nuestros gobernantes es que (en, y desde Gibraltar), los llanitos
para no perder la costumbre, cada día se cachondean más, y más sádicamente de los españoles con la bendición del
Gobierno de su graciosa majestad la reina inglesa, que, como la llave inglesa,
desborda simpatías por doquier, levanta
pasiones y arrastra multitudes como el Papa Francisco. ¡¡Ya le gustaría...!!
Lo más
probable es que, como siempre, haya un poco de todo: que los unos aprovechen la
ocasión cada vez que se le presenta para demostrar su ibérico amor patrio, y
los otros, también como siempre y a la chita callando, sigan y sigan ganando la
partida a los sufridos españolitos que nunca han tenido los suficientes “reaños”
(cada cual que piense lo que
quiera) para ponerlos encima de la mesa
y demostrar que no somos unos pánfilos
y pandereteros folclóricos que nos pasamos la vida de fiesta en fiesta sin que
nos preocupe que se burlen descaradamente de nosotros unos pálidos ingleses que
siempre nos han considerado inferiores porque no les hemos puesto en el lugar
que le corresponde y piensen que, poco
o nada puede importarnos que nos pisoteen
porque, en el lugar que ocupa el honor, tenemos un gran vacío. Esto no
es cierto.
Ni uno solo de
los gobiernos habidos en España después del Tratado de Utrech ha tenido las agallas suficientes y el
coraje necesario para llevar a la ONU, a la Haya o a Estrasburgo la entelequia
que supone el citado tratado y poner todas las cartas boca arriba, que dicho sea de paso, la realidad no se ajusta a la letra del
mismo, por lo que pierde la legalidad adquirida en origen y sería
meridianamente razonable denunciar su anormalidad para conseguir que el Peñón
deje de ser una colonia extranjera en la Europa Comunitaria, convertida
legalmente en un paraíso fiscal que no es más que un nido de contrabandistas y
piratas de toda clase, algo así como el cajón de sastre en el que se mete de
todo; solo que, en éste caso, “ese todo” es lo que le conviene a los ingleses y
gibraltareños.
Pero, como yo
prefiero seguir siendo optimista, pienso que no todo va a ser adverso en el
cercano septiembre que mañana nos visitará como cada año acortándonos los días
durante su estancia y haciendo que dispongamos de más noche para descansar más
plácidamente; y, también un año más, este fiestero agosto le abrirá la puerta a
su colega tendiéndole la mano para recibirlo con amistad y simpatía; para que
él a su vez de paso al revuelto otoño que, con sus variopintas tonalidades le
proporcionará a nuestra vista un gran placer, sobre todo a los muchos amantes
de la naturaleza -como el que suscribe-, muy especialmente en los atardeceres,
si bien, los amaneceres septembrinos y sus alboradas son dignos de contemplar
tranquilamente observando en el firmamento con detenimiento las distintas
tonalidades ígneas, sin perderse la línea del horizonte en la puesta del sol, y
la campiña que ya empieza a pardear por el efecto del verano que va dejando
tras de si a modo de estela su seña de identidad.
Los finales de
septiembre como cada año nos van a permitir, sobre todo si la compañía es
grata, admirar tanto en el crepúsculo matutino como en el vespertino la belleza
que con tanta benevolencia nos brinda la madre naturaleza; pues la buena
compañía, posiblemente sea el mejor y mayor aliciente para la contemplación de
todo lo que nos rodea, porque nos
permite apreciar con mayor benevolencia y sensibilidad el entorno que ahora
también valoramos, pero sin esa “cosilla” que proporciona el placer de
sentirnos halagados y ayudados por el efecto de la persona que nos acompaña; y
eso siempre es optimista y gratificante como lo es el noveno mes de nuestro
calendario.
¡Bienvenido un
año más, septiembre; te estábamos esperando...! y nos congratula que tengas la
consideración de empezar tu andadura en día festivo para permitirnos celebrar
tu llegada con entusiasmo y regocijo, al tiempo que te deseamos una grata
estancia entre nosotros, tus amigos de siempre. Y, aunque estamos muy a gusto
contigo y tu presencia siempre resulta grata: por favor, la próxima vez no
tengas prisa para volver! Gracias.
3 comentarios:
A ver si septiembre entra con buen pie para todos. Ojala sea así. Un fuerte abrazo.
Septiembre significa, al menos para los europeos, el retorno de las vacaciones, y por tanto, con las energías renovadas, el abordar con optimismo lo que resta del año. Así debió de verlo el compositor de esa letra que, a buen seguro, no encalcó la paja; aunque ¡vete a saber! He recurrido a Internet para conocer dicha canción que no me sonaba, y no me sonaba porque entonces era un chaval y andaba centrado seguramente en otros asuntos. Al escucharla, enseguida me vino a la mente el salón del Tío Aquilino, en cuya gramola sonaba cada domingo o festivo en un sonido de acordeón que se esfumaba por los ventanales abiertos, precisamente antes del crepúsculo, para atraer al baile a la juventud. Y recuerdo que el ritmo alegre y vivo, hacía las delicias de Alfonso (hijo de María Luisa), que era un excelente e incansable bailarín.
Al buscarla en Internet curioseo en el blog de Ángel Faustino que lleva el titulo de la canción, y descubro que, como tú, no es nada optimista por lo que se nos avecina en el ámbito de la política, que es la que reparte el bacalao, cuando lo hay.
Volviendo a nuestro tema, septiembre sí se vivía con optimismo pues el labrador había recogido el fruto del campo, en nuestro pueblo y los limítrofes se celebraban las” Madrinas”, la fiesta local más intima por lo que suponía la ofrenda en honor de gracias a la Virgen y con una temperatura suave que te permitía disfrutar de todas las horas del día.
La diferencia de aquel entonces con la actualidad es que en los años sesenta, cuando salió la canción, fue cuando de verdad despegó este país y el talego se iba llenado, poco a poco, pero se llenaba. Ahora después de estar lleno, se va vaciando, poco a poco, y en algunos casos de sopetón; esa es la cruda realidad, pero la historia tiene estos sobresaltos.
Se ve que eres un madrugador para percatarte de esos amaneceres tan relajantes, ya que el crepúsculo de la tarde está más al alcance de aquellos que, como a mí, se les pegan las sábanas. Un abrazo. Félix
Saludos
-Manolo-
Dos "Cuando llegue Septiembre"
musicales, muy distintos:
http://www.youtube.com/watch?v=bW4v4ueq5fU
http://www.youtube.com/watch?v=yviQzuVX9jA
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