02 junio 2012

AL VOLANTE


       
LAS MANOS EN EL VOLANTE.



Es frecuente observar como algunos conductores conducen con una sola mano al volante, la otra, la llevan apoyada descansando en la palanca del cambio de marchas, en la pierna de la chica de al lado, o, peor aún, en el teléfono móvil; otros van con el codo apoyado en la ventanilla con medio brazo fuera del coche, consiguiendo en ambos casos el mismo resultado: que, la mayor parte del tiempo, conducen con una sola mano como el ejemplo que ilustra las fotografías inferiores en las que ambos conductores no llevan las dos manos al volante como debieran para poder actuar en un momento inesperado ante una espontánea situación de peligro imprevisible y estar en condiciones de salir airoso de él; lo cual, siempre es rechazable.


 

Posición inadecuada tanto de la mano que va al volante, como del brazo que va apoyado en la ventanilla, que,  en ambos casos, le impediría girar con rapidez ante una emergencia. La fotografía de la derecha, muestra un conductor con un vendaje (se supone que por lesión temporal) que, le incapacita legalmente para conducirmientras dure esa anomalía.

Generalmente, estos conductores, suelen ser experimentados y con varios años en el manejo del vehículo, que normalmente no han tenido accidentes graves que le hayan dejado secuelas negativas; -casi siempre, tienen muchos kilómetros a sus espaldas- o bien, no han sido los responsables del mismo, dado el grado de confianza que tienen en sí mismos; sin embargo, no hay que olvidarnos que al volante, el exceso de confianza puede matar si no prestamos la atención debida a la conducción, porque al volante; hay que tenerlo siempre presente: ¡la vista es la vida!.
Hay personas que son incapaces de permanecer con las manos quietas cuando conducen; sueltan el volante por cualquier cosa, como si estuvieran jugando al dominó y dejaran apartada a un lado la ficha con la que pretender hacer capi, para irla levantando y ojeando de vez en cuando; sin embargo,  lo que van a conseguir es hacer capú en vez de capi. Esta actitud forma parte de su comunicación verbal ordinaria que caracteriza su forma de expresión gesticular, sin la cual no son capaces de conversar con normalidad; téngase en cuenta, que, esta  peligrosa actitud al volante, la debemos evitar si no queremos que nos perjudique. Es necesario erradicarla.
 
 Dos buenos ejemplos de incompatibilidad con la conducción segura, y premio para la merecida rebaja de puntos.    

En los muchos años dedicados a la enseñanza de la conducción en todas sus facetas, he experimentado con bastantes alumnos, sobre todo en las primeras clases prácticas, que al hablarle, la mayoría gira la cabeza para mirarme, y, a pesar de que les digo que no me miren, que soy muy feo y estoy muy visto, siguen girándose y mirándome para escuchar lo que les digo, desatendiendo la conducción y desconcentrando su atención de la parte delantera que es donde debe situarse siempre que conducimos. Cuando les digo que para conducir no es necesario mirar al que llevamos al lado para escuchar lo que dice, caen en la cuenta del error cometido, pero instintivamente, vuelven a incurrir en el mismo error un poco más adelante, hasta que por fin, toman conciencia del riesgo que ello supone y el peligro que entraña la presencia en la vía con ese comportamiento; tanto para nosotros, como para el resto de usuarios que no tienen por qué pagar las consecuencias de nuestros errores     
                                                                                                                                                                                                                                                              Demasiados anillos, para conducir estorban.
 Aunque no me gusta hacerlo, a continuación transcribo literalmente lo que dice el Reglamento de Circulación al respecto: El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción que garantice su propia seguridad, la del resto de los ocupantes y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos..... y como vemos en la foto superior, el conductor no adopta la posición adecuada ni de las manos al volante, ni de su propio cuerpo, que parece que vaya encogido de frío. A proposito; la ropa debe ser más ligera en la medida de lo posible y, las joyas no son precisamente para exibirlas conduciendo. En ambos casos, llevan las manos  en el lugar inadecuado.
El volante hay que asirlo siempre con las dos manos salvo en casos excepcionales, y adoptar la postura idónea en el asiento, para que en caso de necesidad, dispongamos de la movilidad suficiente que nos permita el mayor giro posible del volante ante una emergencia. La postura correcta es la de la mecanógrafa sentada frene a la máquina de escribir. Hoy, el ordenador.

Generalmente, los españoles que hasta en en eso , somos originales, gesticulamos mucho, y también cuando hablamos miramos mucho a nuestro acompañante cuando conducimos. Si bien es verdad que la comunicación gestual y la mirada enriquecen toda conversación directa; especialmente cuando estamos acra a cara, este comportamiento, cuando conducimos, constituye un gran problema mezclar la conversación verbal-gesticular con el gobierno del vehículo mediante el dominio del volante y el resto de mandos, y la atención concentrada en la parte delantera; pues, sin ninguna duda, el vehículo, es una máquina que nos presta un gran servicio; pero no es menos cierto, que, la impericia en el manejo de la misma, la inadecuada posición en el asiento  y no coger el volante correctamente, le pueden convertir en un arma peligrosa si no se tiene un perfecto dominio de la misma; y aún así, todas las armas son peligrosas aunque se manejen bien y por manos muy expertas. 
 Si como en el caso que nos ocupa, desatendemos el volante en el momento más inoportuno, sobre todo en curvas; o si el conductor en  cuestión es una persona a la que le cuesta mantener una conversación sin mirar a su interlocutor y no lleva bien cogido el volante en la posición correcta que son las diez y diez, o las dos menos diez de las agujas del reloj y ninguna otra, como indica la fotografía superior izquierda; el conductor tiene todas los números para que le toque el primer premio: el accidente, que, con mucha suerte, pero con mucha, mucha suerte, se puede quedar sólo en susto.

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,Esta es la posición ideal de coger el volante. Brazos            Ejemplo claro de cómo no se debe conducir
ligeramente estirados, colgando y poca ropa.

El volante no es para apoyarnos en él. El volante es el timón del barco que hay que cogerlo con delicadeza, como si fuera un pajarito al que si  apretamos mucho lo matamos y si lo aflojamos más de la cuenta se nos escapa volando. No hay que meter las manos por dentro ni dar palmadas -o palmear- sobre él para efectuar el giro; hay que girar con energía pero con soltura y suavidad, sin mover para nada el tronco ni variar la posición, moviendo solamente los brazos con agilidad y pasando una mano por encima de la otra sin que se crucen. En la medida de lo posible, sería aconsejable conducir con una prenda superior de manga corta como el conductor de la fotografía superior izquierda. No tomar ejemplo de la posición de las manos de la conductora de la derecha.

Todo conductor que sube a su vehículo para conducirlo; antes de poner el motor en marcha para iniciar la conducción, ha de comprobar si su posición es la correcta; es decir, se ha de acomodar bien en el asiento para llegar bien y con comodidad a los distintos mandos que tiene que manipular durante la conducción si quiere que esta, sea segura.
Para adoptar la posición adecuada de las manos al volante que es fundamental por razones de seguridad; el conductor lo primero que debe hacer cuando entra al coche es regular el asiento, ponerlo a su medida; para lo cual tomará como referencia el pedal del embrague pisándolo a fondo y manteniendolo en esa posición mientras lo regula, luego, lo irá avanzando o retrocediendo lo que necesite hasta que le quede la pierna izquierda tocando suavemente el muslo con la banqueta, y las dos piernas ligeramente estiradas, no estiradas, semi dobladas, flexionadas a la altura de las rodillas y no extendidas; el respaldo lo regulará apoyando una mano en la parte superior del volante cerrándola y agarrándolo suavemente; con la otra, regulará el asiento hacia atrás o adelante hasta que el brazo que tiene al volante, quede semidoblado, ligeramente estirado –no estirado- como las piernas y nos permita el giro total del volante sin tener que avanzar ni mover el cuerpo o separarlo del respaldo. Los codos, siempre deberán ir colgando, los brazos sueltos, ligeramente flexionados, sin ningún tipo de tensión, como si estuvieran inertes, flojos pero expectantes.
Recordemos que el respaldo siempre debe ir tocando suavemente la espalda, y ésta, estar  siempre recta, aunque a muchos, quizá la mayoría, no estén de acuerdo con este principio porque le parezca que no es cómoda o que da la impresión de ser novato.
Supongo, -no sé si es suponer mucho- que, a la mayoría de lectores-conductores, en alguna ocasión, su pareja o persona que oficialmente le acaricia, cuando al llegar a casa, lo/la ha encontrado sentado/a se le ha acercado por detrás sigilosamente, le ha pasado los brazos por encima y abrazándole suavemente le ha acariciado con ternura y premiado con un beso y una sonrisa, mientras él/ella le corresponde con delicadeza, acariciándole suavemente con su espalda. Bueno, pues así de suave como en esa ocasión, debemos acariciar permanentemente con nuestra espalda el respaldo de nuestro asiento para que no haya presión ni tensión y podamos estar siempre sueltos para reaccionar con prontitud ante cualquier emergencia que nos surja en la conducción; aunque la sensación no sea la misma que cuando nos acarician tiernamente mientras nos abrazan.
Una vez reglados el asiento y el respaldo, colocaremos a la altura del conductor el reposacabezas; y, a continuación orientaremos los espejos retrovisores de nuestro vehículo, procurando no tocar con los dedos el cristal para no dejar estampadas nuestras huellas dactilares, porque el espejo, (los espejos) siempre tienen que estar bien limpios. (ya tocaremos este tema en capítulo aparte)

    Este fotograma nos muestra la altura correcta del reposacabezas  y  esta otra la distancia que debe mediar con la cabeza.
 
El reposacabezas.

La función primordial del reposacabezas no es la de proporcionar comodidad ni a los ocupantes de los asientos del vehículo y menos aún  al conductor, sino minimizar las lesiones cervicales que pudieran producirse en caso de accidente, en especial cuando el golpe se produzca por alcance. En cualquier caso, el reposacabezas siempre irá ajustado a la estatura del conductor, (también del resto de ocupantes, claro). Los reposacabezas forman parte de la seguridad pasiva.
Se calcula que alrededor del 70% de los ocupantes de los automóviles, llevan mal colocado el reposacabezas, cuya finalidad es proteger la cabeza en caso de accidente y no forman parte de la decoración del vehículo ni pretende aportar comodidad al usuario, sino seguridad, que son dos cosas bien distintas.
No llevarlo bien ajustado a la estatura no sólo del conductor, sino de todos los ocupantes del vehículo, puede propiciar, en muchos accidentes un latigazo cervical a cualquiera de los ocupantes, cuyas consecuencias pueden ser leves, (torticulis) o graves o muy graves como una paraplegia o  peor aún, una tetraplegia.
Se calcula que unas 20.000 personas anualmente sufren en España latigazo cervical; la mayoría tienen su origen en choques o golpes por alcance, como ocurre con frecuencia, cuando a un vehículo detenido ante un semáforo, el que le sigue le embiste por detrás porque su conductor no frenó a tiempo y, sí lo hizo a oído.
Esta lesión también se produce o puede producirse como consecuencia de un frenazo brusco, así como de un choque frontal o lateral; por ello, la función del reposacabezas es fundamental y debe estar siempre a la altura correspondiente.
El reposacabezas no debe tocar la nuca constantemente, es aconsejable que medie una distancia aproximada de tres-cuatro centímetros; pero, lo que sí debe, es estar a la altura adecuada de cada conductor y ocupante para evitar los daños cervicales que puedan derivarse de una mala posición en caso de choque por alcance del que nos sigue u otro accidente que pudiera dañárnoslas. La altura ideal es: la parte superior del reposacabezas a la misma altura de la parte superior de nuestra cabeza; o sea, al mismo nivel, como se indica en los maniquís de  las fotografías que se adjuntan.
Por consiguiente, cada vez que cojamos un coche que no sea el que conducimos habitualmente, debemos regular, en primer lugar, el asiento, luego el respaldo, a continuación el reposacabezas y después los espejos retrovisores, para seguidamente ajustarnos el cinturón de seguridad. Siempre en este orden y todos los espejos, tanto el interior como los exteriores.

Posición correcta de las manos. Brazos excesivamente extirados
que no le permitirían girar con rapidez en caso de emergencia.   
Dispositivo de la oreja inoportuno.       

                                                                                                            ¿Cómo reaccionaría esta conductora ante una emergencia?                                                                   
                                                                                             
 

Hay conductores que practican el “tumbing” conduciendo, (como la conductora de la fotografía de la izquierda) y adoptan una posición más cómoda tipo sofá, en la que van prácticamente tumbados en el

asiento con el respaldo muy atrás, los brazos y las piernas muy estiradas como si estuvieran en el bar tomándose una cerveza con los amigos charlando amigablemente; supongo que porque se sienten pilotos de un Fórmula Uno, sin tener en cuenta que van conduciendo por una vía pública abierta al tráfico en general y no por un circuito de pruebas cerrado al resto de usuarios, en el que sólo practican los conductores que son profesionales y muy expertos en un tipo de conducción concreta; que por cierto, estos pilotos cuando circulan por las vías públicas son los más precavidos y prudentes, como está bien demostrado.

    Dos claros ejemplos de lo que no se debe hacer conduciendo. ¿Cuál sería su reacción si tuviesen un reventón de rueda?
                                                                                                                                
                                      
                          

Algunos conductores como los que ilustran las dos fotografías que tenemos en la parte superior; de estos renglones, son un claro ejemplo de una desatención casi total de la actividad que realizan, la cual requiere toda su atención y no se la prestan.
Existe también el conductor que cuando va al volante se olvida de la actividad que realiza en ese momento y con toda la normalidad se retuerce para darle un beso en el pico a la pareja que lleva al lado, olvidándose de que ese tipo de beso no sabe a nada por la rapidez que se emplea en ello. El beso tiene que ser con alegría, viveza y tranquilidad para saborearlo en toda su dimensión. En repetidas ocasiones, sobre todo en las clases teóricas, cuando, tocando el tema de la concentración al volante algún alumno preguntaba o hacía indirectamente algún comentario sobre ese particular  para ver qué le contestaba o cual era mi opinión al respecto, ante esa actitud conduciendo; mi rápida respuesta era: si besas no conduzcas y si conduces no beses, porque el beso es algo que requiere toda la atención de la pareja; sencillamente: párate y besa, pero besa bien, no lo hagas como las palomas dándose el pico de refilón. El beso no hay que desaprovecharlo porque pierde la esencia que conlleva si no se hace poniendo en él todo el interés que precisa. Haz las cosas como hay que hacerlas: Bien, con alegría y sensatez, porque las consecuencias que pueden derivarse de un comportamiento inadecuado conduciendo, son imprevisibles y nos llevarán directamente al accidente si perdemos el control del vehículo solo por dar un beso que no llega ni a descafeinado, por lo corto que se queda y los riesgos que conlleva la falta de concentración en ambas actividades: El beso y la conducción.
Conducir es incompatible con las caricias, los besos y las miradas más o menos tiernas dirigidas a nuestro acompañante por muy hermosas que tenga las piernas la chica o atractivo y generoso que sea el escote de su vestido, o cachas que esté el chico-acompañante con vestimenta deportiva en verano y por muy animados que estemos en ese momento, porque, precisamente, ese no es el momento, por más que nos pese. Ya sé que habrá más de uno que no esté de acuerdo conmigo en este tema, pero es así; cada cosa en su sito y su momento. Hay un momento y lugar adecuado para cada cosa. También para el amor; y no es precisamente el coche cuando está en movimiento. ¡Párate...! y busca el sitio adecuado; pero, no olvidemos nunca cuando vayamos conduciendo, que al volante, la vista es la vida; y, perdón por la redundancia.

Las manos deben ir un poco más arriba. Muy poco.                  

                                                                          Imposible dominar el volante cogiéndolo así.

Y, un último consejo por hoy: Para conducir, nada de zapatos de tacón alto, ni botas camperas   -botos en Salamanca- o rígidas  y de caña alta que son muy buenas para la moto, (ya tocaremos este tema) pero un peligro para el coche; el calzado deberá ser siempre flexible para que permita una acción correcta sobre los pedales. Sé muy bien por experiencia en la enseñanza de la conducción, que es un pecado mortal decirle a una mujer que los zapatos de tacón no debe usarlos para conducir un día que se va de marcha, pero lo cierto es que, sin ser pecado, podrían ser mortales. Nada de vestidos muy largos, faldas largas, acampanadas o vestidos de noche que,  sí, son muy elegantes y hermosean a las mujeres pero no son útiles para la conducción, no a cualquier tipo de ropa muy ajustada. No a la minifalda (con la iglesia hemos topado) a no ser que sea de tejido flexible tipo licra que permita abrir un poco las piernas al accionar los pedales. Es desaconsejable conducir con chaqueta-americana, abrigo, chaquetón, gabardina o ropa muy gruesa en invierno que impide la soltura y movilidad de los brazos a la hora de tener que girar el volante con rapidez y permita el giro con soltura pasando una mano por encima de la otra sin cruzarse en caso de emergencia. La vestimenta tiene que ser holgada y ligera, para que siempre nos permita agilizar el movimiento de los brazos a ambos lados sin ningún tipo de trabas que lo impida.
La posición de la mano derecha del conductor de la izquierda (fotografías superiores) no le permitiría girar hacia abajo sin trabarse; igual suerte correría el de la derecha si pretendiera girar a ese lado, pues ambas manos se trabarían impidiéndole el giro.
La libertad del movimiento del volante, no puede verse impedida por la inadecuada posición de las manos al mismo, por un distanciamiento excesivo del cuerpo, o por una vestimenta que nos ate o no nos deje mover el volante con la soltura que precisa la conducción.
Luis

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola bueno no tengo ningún comentarío, pues ya nos dices tú todo lo que está bien y lo que está mal para conducir. Tu creo que fuistes un buen profesor, tus alumnos estarían encantados contigo, pues no siempre se da con un buen profesor, te conoces todas las normas de circulación. Todos los que tenemos carnet de conducir ya hace unos cuantos años, si nos examinaran de nuevo estoy segura que no aprobaríamos la mayoría de ellos, yo la primera, y más ahora que hace bastantes años que no cojo el coche.
En cuanto a las manitas y los besitos, yo creo que todos lo hemos echo alguna vez sin pensar en las consecuencias, pero hay que hacerte caso, parar el coche en un sitio apropiado y después el campo es muy grande y no tiene puertas.
Saludos Cari.

Manuel dijo...

TOOOSS SUNPENSOOOOSSS
en conducción.
Acabados de leer tus consejos AL VOLANTE, importantísimos, interesantes, curiosos y amenos por las imágenes que acompañas, te das cuenta que ni por asomo cumplimos como debiéramos. En la postura de las manos al volante, creo que a mi me enseñaron bien y más o menos las coloco como indicas. Y como es un hábito, van solas a la posición. Acabadas de leer estas lecciones magistrales, salgo a la calle pensando en el tema y en la espera del semáforo para atravesar el Po. de Canalejas, no se me ocurre otra cosa, divertida por cierto, que controlar los coches que pasan a mi lado durante la espera y….. sólo uno de 42 que pasaron a mi lado, llevaba dispuestas las manos al volante tal cual indicas. Era un señor mayor, algo así como nosotros (tú y yo), que dicho sea de paso decimos y llamamos mayores a los que quizá sean más jóvenes que nosotros; pero es que mayores parece que son los otros, nosotros no. Volviendo al tema de las manos al volante, me hice esta reflexión y pregunta: Solo faltaba que ese único conductor que llevaba bien colocadas las manos al volante, fuera pensando en otra cosa distinta de la conducción (cosa frecuente) y conclusión: ni uno conducía bien. Ah, de los 42, había de todo, con el móvil en la oreja, fumando, mirando papeles, etc. de todo. ¡Que miedo! ¡Qué jungla! ¡Qué irresponsables que somos, la mayoría! ¡QUE PENA, COÑO!