24 julio 2015

DESPEDIDA

A LA MEMORIA DE UN AMIGO

En éste momento (son las 20`15 horas de la tarde de hoy viernes 24 de julio de 2.015), mientras en mi pueblo -La Zarza de Pumareda-, mis compueblanos, se disponen a iniciar la ceremonia religiosa para dar santa sepultura a mi buen amigo Horacio -Ramón Horacio Hernández Rodríguez-, yo, desde la distancia me dispongo a compartir con todos el doloroso y emotivo momento de su despedida. No estoy seguro de lo que voy a reflejar en el papel, pues le he entregado el bolígrafo al corazón, y, éste, generalmente, tiene unas razones no muy acordes con la razón, que, debida a la emoción, no razona razonablemente bien como debiera.

Ayer, en el tanatorio de Tarragona, intenté en balde encontrar alguna palabra para consolar a su viuda Cari, pero fue inútil el intento, tenía la lengua como anestesiada y no me salían las palabras al ver a una persona tan entrañable, rota por el dolor. No sé, si ahora lo lograré, pero intentaré que al menos me entiendan o comprendan mis sentimientos hacia mi amigo Horacio, aquellos que lean esta despedida de un amigo.

Espero que al terminar de escribir mi bolígrafo la misión encomendada, coincidirá con el momento final de la ceremonia y el adiós de la despedida de mis paisanos, y junto con la mía virtual, recorran el espacio sideral para encontrase simultáneamente con el espíritu de mi amigo y le acompañen hasta encontrar  “Allí Arriba” a Pedro, dándole la bienvenida y abriéndole de par en par las puertas para ocupar el lugar que tiene merecido.

Desde la lejanía, quiero compartir este momento con todas aquellas personas que físicamente están a su lado en el pueblo dándole el adiós merecido; el adiós a un ser tan querido, a una gran persona, a un hombre noble, a un caballero bizarro, honrado y entrañable, jacarandoso y buen amigo. A un señor que, con su buen hacer, deja una larga estela  de reconocimiento, respeto, agradecimiento y admiración.
En éste adiós virtual desde el lugar en que me encuentro, quiero expresar mi dolor y mi pesar, y acompañar en el sentimiento a todos los suyos: esposa, hijos, nietos y demás familiares y allegados; a todos ellos, a los que no es necesario que nadie le digamos cómo era Horacio, pedirles resignación que es lo único que se puede hacer después de tan significativa pérdida, y recordar a todos ellos que la vida sigue su camino y cada cual  tiene que seguir viviéndola con la más absoluta normalidad e intentar guardar el más grato recuerdo de su presencia entre nosotros. Ya sé que no es fácil, pero así tiene que ser. Por mucho que nos duela.
                   

                                 UN BUEN AMIGO NO SE OLVIDA.

                                 Cuando se te va un buen amigo,
como se ha ido mi amigo Horacio,
sientes tan profundo el vació 
que, nada llena su espacio,
y, es como contemplar la ribera
cuando se ha secado el río,
que, aunque sea pleno verano
se ve, solitario y frío.
Te abandonó para siempre,
no porque él lo haya querido,
se lo llevó la dama de la muerte
sin que se lo hubiese pedido.
No le encuentras la razón,
y para ti, no tiene sentido
que se marche de sopetón
y vivir más, no haya podido;
quisieras que fuese como ayer
cuando charlaba contigo
y pudiste comprender
que era un buen y gran amigo;
pero, ya sólo te queda el recuerdo
de aquél a quien has querido
e, intentas  seguir siendo cuerdo
sin saber por qué se ha ido;
quieres ser como los demás,
pero te encuentras algo perdido
y, no sientes nada más
que la pérdida que has sufrido.

Sabes que él no te fallaría
por lo bien que os habíais conocido,
y que has perdido la gran compañía
que en la niñez hubisteis elegido;
tienes los recuerdos acumulados
que juntos habéis vivido,
y recuerdas los buenos ratos
aunque tu corazón esté afligido,
y las horas charlando animados
que hoy no puedes echar al olvido.

No entiendes por qué la muerte
tan pronto a buscarlo ha venido,
ni por qué tuvo la mala suerte
de haber sido él  elegido.
No sabes encontrar consuelo
ni tampoco hallas la razón
del porqué emprendió el vuelo
rompiéndote el corazón.
Ahora, tu alma llora desconsolada
y en tu frágil pecho afligido,
llevas como una flecha clavada
                                 desde el momento en   que él se ha ido.

Horacio:
Fuiste mi amigo en la infancia,
monaguillo en la Parroquia
y compañero en el cuartel,
entre otras muchas cosas.
Me viene ahora a la memoria
los largos ratos de conversaciones
que pasábamos en la mili
a modo de distracciones.
Son muchos los recuerdos
de tu grata compañía,
y, muchas las reflexiones
que me haré, a partir de hoy cada día
recordando las razones
que te han arrebatado la vida;
y, no las llegaré a comprender
ni jamás podré entenderlo,
quizás, no sé ver bien la realidad
o, quizás, no estoy muy cuerdo;
pero, con sinceridad:
con ellas, no estoy de acuerdo.

Gracias, amigo Horacio
por haberte conocido,
y por los buenos ratos que en el Ejército
juntos hemos vivido.
Será perenne tu recuerdo
para el resto de mi vida,
cual tesoro que no pierdo,
cual cicatriz de una herida;
porque, te has ido de entre nosotros
sin que nadie esperara tu partida,
como siempre lo hacen los mejores
que, ellos parten los primeros,
lo mismo que el peregrino
recorriendo en solitario
el largo y vasto camino.

Fuiste noble y bizarro
y de talante agradecido,
jovial alegre y honrado
serio, y al mismo tiempo divertido.
                                 Hoy te vas de entre nosotros,
porque, éste maldito destino
te ha arrebatado la vida
antes del final del camino.
Ahora, vas a descansar en paz
y, a esperar que llegue el momento
de volvernos a encontrar
y hacer feliz el reencuentro.

Allí, donde tú estés,
te tendremos siempre presente:
los que lloramos tu partida,
que somos, mucha, mucha gente.

Ahora tengo que despedirte
porque ha llegado el momento
en que, nada puedo decirte
ni tú, expresar tu sentimiento.

Hoy, mi amigo del alma,
ya te vas para no volver,
de dolor se me rompe el alma
porque no te vuelvo a ver.

Adiós,  Horacio.
Siempre estarás entre nosotros.-










4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece muy puntual, muy oportuno, muy bonito.
Saludos
(Paco)

Manuel dijo...

Emotiva despedida, Luis, a tu amigo Horacio, coincidiendo en el tiempo que en el pueblo lo despedíamos. También emotiva la imagen de los seis compañeros de mili: Serafín, Pablo, Eliseo, Jesús, Luis y Horacio. Aunque tres ya faltan, ahí seguís todos en la imagen y en nuestro recuerdo.
-Manolo-

Félix dijo...

El mejor homenaje que un amigo puede dedicar en ese "hasta luego, como se suelen despedir los amigos de verdad.
Félix

Anónimo dijo...

Gracias Luis sabia que algo así harías, el era una persona muy querida y se que tu eres uno de ellos doy las gracias a todas las personas por sus condolencias que han sido muchas lo mismo en TARRAGONA que en la ZARZA mis hijos y yo les damos las gracias pero teneis que disculparme por no escribir más pero no me encuentro en condiciones de hacer más comentarios han sido 48ymedio los que hemos estado juntos juntos con una persona que todos querrían tener a su lado y no hay derecho que nos hayan separado pues no era el momento el tenia que estar conmigo en estos momentos.Saludos Cari