¿TODO SE PERDONA?
Con el paso del tiempo todo se perdona, todo se llega a
comprender y, casi todo se consigue olvidar cuando el daño causado no te deja
roto el corazón; pero hay algunas cosas que se nos resisten al olvido y
persisten en aflorar espontáneamente al pensamiento cuando son más inoportunas,
como la traición, el engaño, la injuria....
Todos comentemos errores de mayor
o menor importancia, nos equivocamos, no siempre calculamos bien el alcance de
nuestras palabras ni con precisión nuestros actos porque no somos perfectos;
tenemos altibajos que afectan a nuestro carácter, pero también tenemos la
capacidad de amar y de rectificar.
La propiedad de rectificar es de
sabios, y la de amar, de simples y normales humanos. También en el amor somos
falibles y no siempre acertamos aunque sea en contra de nuestra voluntad. En
éste campo, la casi totalidad de los
humanos tenemos alguna experiencia que nos ha hecho darle cien vueltas a la
cabeza cuando nos ha ocurrido; porque el amor es el motor del mundo, aunque en el amor la eternidad no existe; pero, el amor es como el vino: mientras más añejo, mejor es la calidad.
Con amor se logra casi todo en
esta maravillosa vida que nos ha sido otorgada tan generosamente y no siempre
sabemos disfrutar de ese privilegio único. Con amor se consigue ser feliz, (que
es a lo máximo que puede aspirar el hombre), porque el amor es algo así como un
viento ahilado que envuelve todo tu ser acariciándote con una refrescante
ternura y suavidad que sintoniza tus sentimientos para mantener tu mente
despejada, optimista y alegre; es como una fragua donde se forja el cariño,
golpeando sobre el yunque con la marra o el martillo y azuzando con el fuelle
el fuego del carboncillo. Sin ninguna duda, el amor es la mejor música para
alegrarnos la vida. Sin embargo, cuando el amor se rompe, cuando el recipiente
donde se guardaba el bálsamo que hace milagros se hace añicos y te deja el corazón
hecho trizas; si no eres una persona netamente equilibrada, ese amor podría
convertirse en tu mayor enemigo: el odio; y la vida es demasiado corta como
para desperdiciar el tiempo odiando a alguien. Con el odio no se sacia el egoismo y la injusticia.
El odio, que es una emoción de
profunda antipatía, disgusto, repulsa y aversión hacia algo o alguien al que se
le desea un mal, si no se sabe controlar puede generar sentimientos de
destrucción y ocasionalmente, autodestrucción; porque la persona que odia no es
feliz ni puede hacer feliz a la persona o personas de su entorno más o menos cercano.
El odio al igual que el rencor,
carcome por dentro la moral humana, destruye la dignidad y convierte a la
persona en un ser irracional cuya ceguera le genera un perturbador
desequilibrio interno que le desactiva la serenidad y le rompe la calma y el
sosiego para transformar a ambos en una nociva fijación que se le irá activando
progresivamente para darle rienda suelta a los más bajos instintos del animal
que todos llevamos dentro.
¿Qué se esconde detrás del odio?
Personalmente, no estoy convencido de que sea predecible determinarlo. Son
muchos los estudios realizados al efecto y pocos los resultados científicamente
demostrados hasta nuestros días, ninguna las conclusiones que delimitan los
efectos, y muy pocos los psicoanalistas que han dado en el clavo.
Son muchos los casos en los que,
a lo largo de la historia conocida del hombre, por culpa del maldito odio se
han cometido muchas y grandes atrocidades, algunas de ellas han dejado una
profunda e imborrable huella de nefastas consecuencias para la humanidad que
deberían hacernos meditar con serenidad.
Pero; ¿por qué odiamos? La
pregunta, posiblemente tenga la misma respuesta que si nos preguntáramos ¿por
qué amamos?. Probablemente, porque ambas cosas las hacemos por naturaleza, son
sentimientos que forman parte de nuestro ser, son congénitas al ser humano que
pertenece al reino animal y, poco o nada se puede hacer en algunos casos; sin
embargo, al ser racionales, deberíamos ser capaces de dilucidar con nitidez los
límites existentes entre ambos, y gracias a ese raciocinio que es un don del
que nos ha dotado la naturaleza para distinguirnos del resto de animales,
apartarnos de aquellos que nos perjudican y al mismo tiempo pueden dañar a
otras personas que son ajenas a nuestros sentimientos; pero, como el hombre
(según el refranero), es el único animal que tropieza dos veces (¿sólo dos...?)
en la misma piedra, pues, ahí tenemos, sino
la respuesta, sí una parte importante de la respuesta que podría dar con
la solución a ésta anomalía, porque el ser humano, nos guste o no nos guste,
tiene la misma capacidad para amar que para odiar, y, probablemente, ese sea
uno de los motivos por los cuales una pareja que se ama intensamente y ambos
están convencidos de que su amor es eterno, por una inoportuna desavenencia
rompen y pasan de un estado al otro en menos que canta un gallo: de amarse
ciega y apasionadamente, a odiarse con fiereza agresiva y sin tregua para el
razonamiento ni espacio para el diálogo.
Los humanos somos así. Es nuestra
condición. ¿Tendremos arreglo?
4 comentarios:
Me gusta, sí señor. esta vez desnudando sentimientos con precisión de bisturí.
Comentaré que, actualmente, las separaciones abundan más de lo que debieran. ¿Por qué?
Yo diría que, por una parte la situación económica agrava sobremanera cualquier desavenencia.
Y por otra, ¿cuántas "se aguantan" porque no tienen otro techo?.
Por eso, cuando veo durante el paseo alguna pareja de abuelos agarrados de la mano, siento admiración por ellos. Y pienso: "el amor veterano se trasforma en protección mutua".
Al final llego a la conclusión que son verdaderamente afortunados porque van de la mano en otra dimensión del amor.
Y volviendo a tu relato "tan amoroso". Me da que cuando no hay amor en casa eso se proyecta en la calle.
¿El odio?, es una inutilidad y no merece dedicarle ni una coma en mi comentario. Un abrazo, Salva.
Un tema de mucha enjundia el que abordas que da pie al eterno debate: ¿Qué es el amor? ¿Por qué se ama? ¿Por interés, por obtener algún rédito? ¿Es una necesidad más acentuada en unos que en otros? Yo creo que cada cual tendrá su respuesta. Los divorcios como dice Salva están al orden del día, por muchos motivos, el económico es uno y desde mi punto de vista no debería serlo cuando el amor es verdadero, lo cual demuestra que el emparejamiento tiene mucho de contrato, y solo al cabo de los lustros como los abuelos que cita Salva se consigue forjar ese amor que es un compendio de todo; de sufrimiento y de alegrías, de penurias y de abundancia, de alegrías y tristezas y sobre todo la satisfacción de seguir disfrutando de la amistad, de escuchar y ser escuchado, en fin ,lo duradero es porque se ha cimentado bien y se ha cultivado el mantenimiento de la estructura del edificio, y sin mantenimiento todo se derrumba. Así que manos a la obra.
El odio yo creo que refleja la flaqueza del que lo practica, la indiferencia es mucho más sana en ese caso, pero como dices, el ser humano es así y habrá siempre odio como las malas hierbas siempre crecerán en los huertos.
El ser humano es como es, bueno unas veces y malo otras y esto no tiene vuelta de hoja. Figúrate que todos nos volviéramos buenos, comprensibles, colaboradores por la buena causa, pues eliminaríamos de un plumazo los jueces, los abogados, la policía y un montón de profesiones dedicadas a la beneficencia. O sea que aumentaría considerablemente el paro. Menudo lío.
Un abrazo. Félix
Saludos,
-Manolo-
Últimamente estáis todos, en tema y comentarios, de una sublime profundidad y trascendencia ... que tira pa'trás a cualquiera.
Seguid así.
"Todo pasa y todo queda,
lo nuestro es pasar..."
decía Machado
TODO PASA Y NOSOTROS TAMBIÉN PASAMOS
-Manolo-
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