En la entrada con fecha 27 del pasado mes de junio en la
que intenté exponer el concepto de maniobra, también explicaba lo que se conoce técnicamente como circulación
en progresión normal. Pues bien, para realizar algunas maniobras
necesitamos generalmente desplazarnos lateralmente con nuestro vehículo; este
desplazamiento lateral rompe la normalidad de la conducción, o sea, la citada
progresión normal y conlleva un cambio de posición en la calzada, a derecha o
izquierda que lleva consigo la invasión total o parcial de un carril distinto
de aquel por el que se circulaba con anterioridad, que hay que advertirlo
previa y claramente con la correspondiente señalización óptica para no
sorprender a los demás usuarios de la vía ni causarle molestias indebidas.
Los desplazamientos laterales
están motivados por diferentes circunstancias, tales como: seleccionar un
carril para posteriormente efectuar un cambio de dirección o de sentido, rebasar un vehículo
inmovilizado en doble fila, adelantar, volver a la derecha después de
adelantar, sortear un obstáculo que se halla en nuestro carril, seleccionar un
carril para permitir la incorporación de otro vehículo a la vía, desviarse para
parar, estacionar o abandonar la vía, etc.
No se considera desplazamiento
lateral la simple corrección de la trayectoria del vehículo cuando esta se
realiza dentro del carril por el que se circula.
Como en toda maniobra, en el
desplazamiento lateral, el conductor deberá tener presente que ha de cumplir
los tres requisitos o pasos que ya se indicaron en el tema de las maniobras:
comprobar, señalizar y ejecutar la maniobra de forma correcta.
La maniobra de desplazamiento es
posiblemente la más frecuente de todas cuantas realizamos con nuestros vehículos,
y, por desgracia, en la que el
conductor más se relaja y no toma todas las precauciones debidas, a tenor de
los múltiples accidentes que origina; si bien, afortunadamente, suelen ser
leves -salvo excepciones-, sí resultan desagradables dadas las molestias que se
le causan a los demás usuarios de la vía -que no tienen ninguna culpa y, sin
embargo, pagan las consecuencias- y generalmente se producen por falta de
observación u omisión de la
señalización preceptiva, además del error de cálculo de las distancias.
Si observamos con detenimiento,
comprobaremos como hay algunos/as conductores que van por la vía como si fueran
por casa, sin avisar ni comprobar nada; pero, si alguno osara decirle o
recriminarle algo, pondrían el grito en el cielo como si les estuvieran
acusando de ladrón sin importarle nada las molestias e inconvenientes que
causan a los demás. Eso se llama respeto y reciprocidad. Sí señor. A los demás,
que les den... que la calle es mía y puedo hacer lo que me de la gana, como
dijera en su día un famoso político ya desaparecido.
La falta de consideración hacia
los demás y el desprecio a las normas establecidas, además de la chulería que
algunos demuestran con su comportamiento en la vía, son motivo de indignación y
piques que suelen terminar generalmente mal y, en los que, normalmente, se
utiliza un vocabulario que todos lo entienden perfectamente. Lástima que no
entiendan igual las normas de circulación y las respeten con el mismo ahínco
que ponen al expresarse; en vez de convertir en una jungla salvaje las vías
públicas y en una pesadilla para los demás el acto de la conducción. Además,
siempre se van de rositas; tienen suerte, porque, normalmente, nunca está en
ese momento la policía para expedirle la receta y tomarse la correspondiente
dosis del medicamento prescrito por el agente, necesaria para sanar su
dolencia.
Para efectuar cualquier
desplazamiento lateral es imprescindible un total control del entorno y
utilizar todos los espejos retrovisores, fundamentalmente los exteriores que
son los que nos van a proporcionar mayor información lateral y una idea clara
de la situación que nos rodea, en especial, de la posición y velocidad de los
vehículos que pudieran verse afectados por nuestro desplazamiento.
En este punto, quisiera hacer una
advertencia (más bien, aportar una información), a todos los conductores que
leáis estas líneas, pero, muy especialmente a los que habitualmente circulen
por vías urbanas –dentro de poblado- sobre todo a los que desarrollan su
actividad en distintas corrientes circulatorias en las grandes ciudades, cuyas
calzadas disponen de más de un carril para cada sentido de la marcha,
generalmente delimitados por marcas viales longitudinales y que, rutinariamente
cambian con frecuencia de carril sin apenas observar o mirando velozmente de
reojo el espejo exterior, pero sin la suficiente calma.
Los espejos retrovisores
exteriores están tintados, han sido coloreados; ese detalle tan importante que
tiene múltiples ventajas, también tiene un gran inconveniente: aleja los
objetos y los empequeñece. Todo lo que vemos reflejado en el espejo
exterior lo percibimos a mayor
distancia de la real. Ese es el motivo de muchos accidentes urbanos producidos
por alcance o lateralmente; porque, el conductor que “miró” le pareció
que “el otro” estaba lo
suficiente alejado como para que “él,” pudiera maniobrar con seguridad
y, sin embargo, involuntariamente falló, pero falló, por un error de cálculo
muy frecuentemente ajeno al conocimiento de la mayoría de conductores, pues si
no hubiese ignorado ese detalle, posiblemente no lo hubiera hecho.
Es muy cierto que el espejo
lateral izquierdo nos es de gran ayuda su utilización, sobre todo en los
adelantamientos como ya vimos al tocar ese tema tan largo y complejo; pero, no
es menos cierto que si no tenemos en cuenta este detalle del empequeñecimiento
de cuanto en él se refleja, en más de una ocasión nos llevaremos una
desagradable sorpresa con la que aprenderemos una lección a un precio excesivo.
Todos los espejos deberemos tenerlo siempre bien limpios y
orientados hacia su objetivo, de forma especial los exteriores que se ensucian
más con le polvo de las vías, y tener la precaución después de limpiarlos, de
volverlos a orientar, pues es fácil que durante la limpieza se nos mueva y no
nos sería de utilidad; en todo caso, si nos damos cuenta del fallo después de
reanudar la marcha, deberemos buscar un lugar apropiado para parar y corregir
el fallo.
Téngase en cuenta que los espejos
retrovisores exteriores se ensucian más circulando por carretera que si lo
hacemos dentro de poblado.
Otro motivo de roces o rotura de
espejos exteriores en la circulación urbana, es la corta distancia que
generalmente se guarda en la circulación de este tipo de vías, donde, las
distancias con el que nos precede y el que nos sigue, son generalmente escasas
y la separación lateral en algunos casos es inexistente y casi se tocan.
Las molestias que originan estos
pequeños pero abundantes y engorrosos
desagradables accidentes urbanos; si la prisa no nos comiera por dentro y nos
levantásemos media hora antes para ir al trabajo, la mayoría de ellos se
evitarían y, sin embargo, además de perjudicarnos el bolsillo, nuestra póliza
del seguro se resiente y nos dejan el coche hecho un cromo; todo lo cual,
redunda en nuestro perjuicio sin poder culpar a nadie.
¿Qué cómo se soluciona...?: menos
prisa, menos estrés, más paciencia, más observación previa, menos orgullo, más
prudencia, menos soberbia, menos velocidad y más respeto. Sólo eso.... Una
medicina gratis y sin receta médica que está al alcance de todos.
Consejo.
En verano o en cualquier día del
año que esté muy soleado, téngase presente al circular a pleno sol,
especialmente por vías urbanas que, aunque los intermitentes son de color
amarillo auto (casi naranja), con la abundante luz del sol dando de plano, el parpadeo (cadencia de
intermitencia) a veces no es perceptible por los demás usuarios a quienes va
dirigida la señalización y, si se diera esa circunstancia, sería aconsejable
hacer la correspondiente señal preceptiva con el brazo; extendiéndolo
horizontalmente para señalizar el desplazamiento hacia la izquierda y levantado
o formando un ángulo recto hacia arriba para señalizar el desplazamiento a la
derecha, porque es más perceptible el brazo que la señal luminosa -luz
intermitente del indicador de dirección-, cuando el sol radiante incide
directamente sobre la tulipa del intermitente y no permite apreciarse el
parpadeo del mismo, originando una confusión involuntaria.
Todo esto, se entiende que es
para vehículos con el volante a la izquierda que es nuestro caso, si se tratase
de un vehículo con el volante en la derecha, la situación y la señalización
serían a la inversa como cosa lógica.
3 comentarios:
¡Qué razón tienes! Son muchos los conductores que pasan de los intermitentes, que van como si circularan solos.
Sobre el tema de los espejos retrovisores (laterales), he de decir que es una de las cosas que al cambiar de coche más me ha costado adaptarme a ellos.
-Manolo-
Muy buena la idea de desplazamiento lateral de izquierda a derecha
me parece chebere
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