EL CONDUCTOR (primera parte)
En la circulación como ya
comentaba en los temas anteriores, intervienen tres factores: El humano, la vía
y su entorno, y el vehículo. Los dos últimos como es lógico, son inanimados y
están supeditados al factor humano que es el único con capacidad de pensamiento
y sentido común.
Todo vehículo en movimiento que
circule por cualquier vía de uso común necesita un conductor para su control si
queremos que la circulación sea ordenada y segura, toda vez que la vía hay que
compartirla en igualdad de derechos y deberes con el resto de usuarios y, de
momento, no hay posibilidad de sustituirlo por un robot.
Conductor
La LSV. considera conductor a toda persona que, maneja el
mecanismo de dirección o va al mando de un vehículo, o a cuyo cargo esté un
animal o animales. En vehículos que circulen en función de aprendizaje de la
conducción, es conductor la persona que está a cargo de los mandos adicionales
-el profesor-. Se exceptúa de este concepto a quienes empujen o arrastren un
coche de niño o de impedido o cualquier otro vehículo sin motor de pequeñas dimensiones, los que conducen a
pie un ciclo o ciclomotor de dos ruedas, y los impedidos que circulen al paso
en una silla de ruedas, con o sin motor. Todos ellos, se consideran peatones.
El conductor es un procesador de
información constante, lo que, a su vez,
le exige una ágil y también
constante atención en todo su entorno y no solo en las zonas de riesgo e
incertidumbre.
Para que el conductor pueda
controlar todas las variables que se le presentan en la circulación y actuar
adecuadamente con su vehículo, necesita una información precisa de cuanto le
rodea, para lo cual, es necesaria una adquisición de la misma para una
conducción segura. Esta información procedente del entorno la obtiene
fundamentalmente a través del sentido de la vista y el oído; y, de sus
condiciones psicofísicas y de la capacidad y estado del vehículo y la vía,
dependerá que pueda responder adecuadamente a las constantes variables y
circunstancias que afectan a la circulación viaria; para lo cual, se requiere
también un adecuado
Estado físico del conductor
La conducción es una
actividad compleja que requiere un considerable potencial de energía y exige
una adecuada puesta a punto de los mecanismos psicofísicos del conductor; por
esa razón, para la obtención de la Licencia o permiso de conducir se debe
someter previamente a unas pruebas de aptitud física y psicofísicas, además de
requerirle unos conocimientos tanto teóricos sobre las normas de circulación y
señales de tráfico, como del domino y control del vehículo de lo que será la
futura realidad como futuro conductor de un vehículo automóvil por cualquier
vía abierta al tráfico en general que, al ser de uso común, deberá compartir
con el resto de usuarios en igualdad de derechos y deberes.
No voy a entrar a detallar aquí
todas y cada una de las pruebas y requisitos que establece la ley al efecto,
porque, no ha lugar y corresponde a los Centros de reconocimientos Médicos y a
la DGT.
Si bien es cierto que para la obtención del permiso, todos
sabemos que debemos superar unas
pruebas físicas y psicofísicas sin las cuales no hay permiso de conducir
para nadie, no es menos cierto que con el inexorable paso del tiempo ambas capacidades
van disminuyendo, lo que da origen a que debamos superarlas nuevamente con
determinada periodicidad para comprobar que seguimos con las aptitudes mínimas
exigidas por la normativa vigente; es el caso del reconocimiento médico que
debemos pasarlo en función de la clase de permiso que tengamos y de la edad del
conductor; o sea, lo que se entiende por renovar el permiso de conducir
consistente en un simple reconocimiento y pagar la correspondiente tasa al
Estado. Independientemente de esta revisión obligatoria, hay otros factores que
influyen en las aptitudes del conductor que, en ocasiones se ven afectadas por
circunstancias adversas que le afectan de forma negativa y hacen que la
conducción sea peligrosa porque hacen disminuir con carácter temporal las
facultades del conductor poniendo en riesgo la seguridad del propio conductor y
del resto de usuarios de la vía, por lo que hay que tenerlos presentes y actuar
en consecuencia.
Los factores que hacen disminuir
las facultades transitoriamente son:
La fatiga, la disminución de la
atención o vigilancia permanente, el sueño, las drogas, el tabaco, el alcohol,
todo tipo de estupefacientes, alucinógenos y
psicotropos, que, si bien individualmente generan un peligro cierto, la mezcla de varios aumenta
progresivamente la pérdida de las facultades mínimas que se requieren para
poder conducir con seguridad. Veamos:
La fatiga
La conducción, como todo trabajo exige un esfuerzo físico
y psíquico. Cuando este esfuerzo se realiza de forma continuada durante varias
horas de conducción, el conductor se siente cansado, la fatiga se apodera de él
y lo domina; por lo que se hace necesario no continuar la actividad por razones
de seguridad como es obvio, porque la fatiga genera un descenso en la capacidad
del rendimiento del conductor.
La fatiga puede ser: física,
visual y psíquica.
La fatiga corporal-física-,
generalmente no suele afectar mucho en la conducción, porque el esfuerzo
físico-muscular que requiere la conducción no es muy acusado, ya que tanto los
brazos como las piernas no se ejercitan gran cosa y la permanencia prolongada
al volante, lo que causa, es más bien anquilosamiento debido a la escasez de
ejercicio, si bien, una mala colocación del cuerpo en el asiento en una
conducción prolongada, favorece el cansancio físico, lo mismo que una mala postura
de las manos al volante, porque los músculos no están relajados como requiere
la conducción y que ya expondremos en su momento en el tema de “las manos al
volante”.
La fatiga visual,
sí que se acusa muy negativamente cuando llevamos conduciendo más de dos horas
ininterrumpidamente. El esfuerzo que le exigimos a los ojos en la conducción va
produciendo paulatinamente pero progresivamente un agotamiento de la vista que
nos disminuye la capacidad de captación de los estímulos que nos rodean.
El ojo y el oído son las antenas
a través de los cuales se captan la mayoría los estímulos del entorno que son
fundamentales para la conducción.
Los ojos son el órgano del
sentido de la vista, por eso, no solo es necesario ver, sino ver bien y saber
ver con anticipación y rapidez para transmitir los estímulos recibidos y
enviárselos al cerebro y que este los procese a su debido tiempo; así pues, no
basta solo con mirar.
La fatiga visual, distorsiona el llamado campo visual y,
para poder conducir con seguridad es necesario poder ver con nitidez no solo al
frente, sino también a los costados y por detrás a través de los
correspondientes espejos retrovisores que deberán estar siempre bien limpios y
reglados si queremos percibir bien los peligros que en le entorno se nos presenten
en la conducción.
Este tipo de fatiga aumenta la peligrosidad en la
conducción nocturna -también trataremos este tema aparte- y se hace necesario
un tiempo de adaptación para que los ojos se puedan acomodar a la oscuridad
porque se hace más difícil la percepción de los objetos y obstáculos; por esa
razón, es necesario mantener bien limpios, reglados y en perfecto estado de
funcionamiento los faros, parabrisas y limpiaparabrisas; entre otras cosas,
para evitar el deslumbramiento del que ya hablaremos cuando tratemos el tema de
la conducción nocturna anteriormente citado.
La fatiga psíquica.
La suma de la fatiga física más
la visual nos da como resultado la fatiga psíquica que es la que nos
distorsiona la captación de todo tipo de estímulos. El cansancio, la
somnolencia provocada por una comida copiosa, conducir con el estómago vacío,
fumar en exceso, algunos medicamentos, la calefacción del vehículo, el calor,
el frío, la monotonía de la carretera que genera aburrimiento, la soledad,
etc., son factores que hacen aparecer la fatiga más pronto. Esta fatiga que va
acompañada de una cierta inquietud que hace que el conductor además de estar
torpón, se ve en la necesidad de mover las piernas, cambiar de posición,
frotarse los ojos, etc., conlleva un error en el cálculo de las distancias con
la peligrosidad que entraña esta circunstancia. Tan pronto notemos el primer
síntoma, es imprescindible parar; seguir en esas condiciones es una
temeridad e irresponsabilidad por parte
del conductor. La idea errónea de que para lo que me falta, yo
puedo aguantar, sin lugar a dudas, nos lleva directamente al accidente
porque este tipo de fatiga hace disminuir muy mucho la atención y la vigilancia
por parte del conductor.
Algunas precauciones para
retrasar la fatiga:
Tener especial cuidado con las
comidas y bebidas que se toman durante la conducción; pues, tan perjudiciales
son las comidas copiosas, como conducir con el estómago vacío. Se debe comer
moderadamente, con sobriedad y tomar alimentos ligeros de fácil digestión. Comer
varias veces en pocas cantidades es una buena medida para retrasar la fatiga.
Tomar frutas en vez de comidas abundantes, tomar café de cuando en cuando
mantiene despierta la vigilancia. Evitar las bebidas alcohólicas aunque sea en
ínfima cantidad así como las que producen excitación. Las bebidas que mejor
sientan al conductor son las infusiones, refrescos y agua mineral.
Una buena medida de precaución es
mantener el habitáculo ventilado, tanto de día como de noche, si hace calor
como si hace un frío polar. Independientemente de que nuestro vehículo esté
provisto de calefacción, aire acondicionado o cualquier tipo sistema de
refrigeración-calefacción, el vehículo hay que ventilarlo cada cierto tiempo y
renovar el aire totalmente durante al menos uno o dos minutos aunque proteste la suegra como de costumbre; para
ello, abriremos no una ventanilla, sino dos, las dos del mismo lado,
nunca una sola. Ya sé que si hace frío o llueve no apetece gran cosa, pero la
seguridad es lo primero. Si es necesario, se busca un lugar adecuado para
detenernos unos instantes y reanudar la marcha una vez efectuada la renovación
del aire del habitáculo. Aprovechamos para dar un paseo, estirar un poco las
piernas, realzar algún ejercicio para revitalizar la circulación sanguínea y
paliar en lo posible el típico dolor de espalda y cuello que suele producir la conducción continuada.
Si con estos remedios caseros no
logramos recuperar la atención y mantenerla; sólo queda una solución: Dejar
de conducir.
El oído
El sentido del oído nos permite percibir los sonidos, su
volumen, tono, timbre y la dirección de la cual proceden. Las vibraciones
sonoras son recibidas por el oído y esas sensaciones son transmitidas al
cerebro que las procesa. En el oído se encuentran terminales nerviosas que
reciben información acerca de los movimientos del cuerpo, ayudando a mantener
el equilibrio del mismo, imprescindible para la conducción.
Hay deficiencias o enfermedades del oído que pueden ser
corregidas, otras no, las personas que las padecen no pueden obtener permiso o
licencia de conducir ordinario, pero sí un permiso o licencia en el que se hace constar la deficiencia que padece el
titular y las adaptaciones que precisa.
Determinadas circunstancias hacen
que transitoriamente se pierdan parte de las facultades auditivas, motivadas
por resfriados, gripe, etc., que tiene una incidencia negativa en la
conducción, por lo que es aconsejable que, si se va a conducir en esas
condiciones, se deberán tomar las precauciones necesarias para que dicha circunstancia
no le afecte negativamente al resto de usuarios de la vía. Si la afección es
muy acusada, deberá abstenerse de conducir hasta que se retorne a la
normalidad.
El sueño
El sueño es una actividad que
resulta imprescindible para un adecuado funcionamiento psicofisiológico y no
dormir durante periodos largos o dormir menos de lo necesario, puede llegar a
producir graves trastornos y ser causa
de importantes desajustes en el comportamiento humano, porque mientras se
duerme, este, aprovecha para recuperarse del desgaste diario y para que
descansen los centros nerviosos y tejidos musculares y si no se duerme lo
suficiente, el organismo racionará con una serie de desajustes altamente
peligrosos para la circulación.
La función del sueño, todavía es
la más misteriosa del ser humano. Se trata de una función muy importante y
reconfortante, pues cuando estamos durmiendo el cuerpo descansa aunque el
cerebro se activa más que si
estuviéramos despiertos. Tal es así,
que durante toda la vida el ser humano pasa seis años soñando, lo que nos da
una idea de la importancia del sueño.
El sueño hace una puesta a punto
del cuerpo y sin esta recuperación el cerebro no podría hacer sus funciones que
son esenciales e imprescindibles para la conducción.
Las personas que tienen trastornos
como son las que tienen problemas para mantener un horario regular del sueño,
deberían considerar la posibilidad de no conducir en aquellas circunstancias en
las que sabedores de su problema, puedan con su experiencia tener conocimiento
de cuando el sueño les afecta más y abstenerse de hacerlo.
Algunos desajustes del sueño son
motivados por los cambios horarios o circular por zonas de horarios distintos,
trabajos por turnos en horarios rotativos, particularmente los que trabajan en
las noches, son más propensos a la somnolencia mientras conducen, pues todo
desfase horario va acompañado de un desajuste más o menos agresivo en nuestro
organismo que se acusa en la conducción continuada.
Si se va a conducir durante un
largo periodo de tiempo, no comer en exceso, las digestiones largas producen
somnolencia y aumentan el tiempo de reacción, (ya lo veremos en la segunda
parte) mejor comidas ligeras. Conducir solo cuando se esté descansado. No
hacerlo nunca cuando se sienta fatiga o sueño. Utilizar ropa y calzado cómodo.
Nunca ropa ni calzado apretado.
La persona que tome algún medicamento debe asegurarse de
que no afecta a su capacidad para conducir y, en caso contrario, no
hacerlo.
El sueño, generalmente se presenta solapadamente y casi no
se notan sus síntomas al principio; no avisa, sin embargo, actúa
implacablemente y dominando a toda persona, nadie lo puede vencer, es el más
fuerte, por lo tanto, no tratar de combatirlo porque la batalla está perdida. A
los primeros síntomas que se aprecien hay que parar, sin más, porque el sueño,
cuando se presenta, es uno de los mayores enemigos de la conducción y, siempre
sale victorioso.
¿Cómo afecta el sueño a la
conducción?
Entre algunos de los efectos negativos de la aparición del
sueño en la conducción podríamos citar los siguientes:
Disminución de la capacidad de reacción y como
consiguiente, un mayor tiempo de reacción por parte del conductor Alteraciones
motrices. Distracciones. Disminución de la concentración. Disminución de la
capacidad de recepción por lo que son necesarios estímulos más altos de lo
normal para que puedan ser captados. Alteración de la percepción, se capta e
identifican peor los objetos del entorno. Se hace más difícil la rectificación.
Menor control sobre el vehículo. Se altera la percepción de la profundidad y
del tiempo. Alteraciones del comportamiento porque aumentan las confusiones y
el número de errores. Las personas se vuelven más tensas, nerviosas y
agresivas: todo ello, da origen a la aparición de conductas más arriesgadas de
lo normal.
Algunas recomendaciones:
Realizar descansos frecuentes
para evitar la monotonía. Mantener el habitáculo bien ventilado. Tomar café con
frecuencia durante el viaje. Mojarse la cabeza y los brazos. Meter los brazos
debajo del grifo de forma que el agua empiece a caer por encima de los codos y
mantenerse un buen rato en esta actitud, ayuda bastante. Caminar y si es de
noche pasear la vista por el firmamento repetidas veces, pero sin necesidad de
contar todas las estrellas. Conversar con los compañeros de viaje. Si no
tenemos compañía, un remedio casero muy eficaz es cantar; cantar
con alegría y en tono alto y con dinamismo pero sin superar a Plácido Domingo.
Nadie se duerme mientras está cantando; no dejar de cantar retrasa la aparición
del sueño. Esto que puede parecer una tontería, es de una gran eficacia en
estos casos. Y, si ninguno de estos remedios evita la insistencia del sueño; no
dudarlo, parar inmediatamente ( ¡ojo! Con los cacos al parar ) en un lugar
seguro y descansar; a veces descabezando un sueño apoyados al volante es
suficiente para continuar el viaje si estamos cerca de nuestro destino, de lo
contrario, dormir plácidamente y como dice el refrán, mañana será otro día.
2 comentarios:
Buenos consejos, y como buen profesor que heres te haremos caso, aunque muchas cosa de las que nos dices ya las hacemos, seguiremos tomando café, que últimamente lo habiamos cambiado por coca cola, pues el sueño en viajes largos siempre está presente, pues la noche anterior ya duermes mal pensando en el viaje, será cosa de la edad....pero durante el viaje siempre descansamos para estirar las piernas y al mismo tiempo espavilarnos un poco.
Saludos Horacio y Cari.
Nunca estará de más, insistir, recordar, volver a la escuela de conductores, ahora de tu mano, para tener conciencia exacta de lo importante que es el comportamiento del conductor de eas máquinas, en todo momento y ocasión, pues en ello nos va nuestra propia vida y la de otros. Y eso es muy serio.
-Manolo-
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