Esa señorial campana, ahora
obligada al silencio ¿por imperativo legal?, que durante tantos años fue el
guía horario de nuestros antepasados, y
la de muchos de nosotros en nuestra infancia y juventud que ahora
peinamos canas, y tantas ilusiones y
regocijo proporcionó a los zarceños a su llegada al pueblo, para ser instalada
encima del torreón, y, con su tono, puntualmente hacía llegar a nuestros oídos
el horario, guiada por el minucioso recorrido de las agujas del majestuoso reloj
que luce el torreón, para ofrecer a los paisanos el horario en que vivían ; hoy
permanece muda, como consecuencia de que ya nadie necesita sus servicios como
antiguamente, y se ha convertido en un incordio para algunos de los vecinos a
los que les resultaba desagradable el tañido horario que con puntual disciplina
hacía llegar por duplicado a los hogares zarceños, por si algún distraído no se
había percato bien en el primer toque y tenía dudas; pues, en aquél entonces,
no todos los compueblanos llevaban reloj encima para no precisar los servicios
que le prestaba el reloj del torreón, que dicho sea de paso, era el orgullo del
pueblo en aquélla época.
A lo largo de mi vida, he
recordado con frecuencia la de veces que de pequeño había subido la vieja escalera de
madera hasta llegar a la máquina del reloj acompañando a mi inolvidable amigo
Horacio y su padre, que era el responsable del mantenimiento del mismo, y, para
nuestro regocijo, en varias ocasiones íbamos los dos chavales solos, cuando ya
éramos muchachotes y su padre confiaba en él para ese menester, y yo disfrutaba
de lo lindo dándole a la manivela, que para mi, en aquél tiempo me parecía
enorme de grande. ¡Qué bien nos lo pasábamos! Y, qué recuerdos tan gratos me
traen a la mente esas vivencias.
También me recuerda mi memoria, así, a
bote pronto, el grato recuerdo de cuando estando en la viña de mi abuela, en
el Teso de la Silla, escuchaba desde
allí, las campanadas horarias , sobre todo en los atardeceres de final del verano
cuando la uva ya madura que requería cierta vigilancia antes de la vendimia me pasaba las tardes allí, frecuentemente
acompañado de Serafín e Ignacio, ambos hijos de Doroteo, que tenían una huerta
cercana y que, como niños que éramos entones, hacíamos cada travesura de órdago
que, ahora nos resultan anecdóticas cuando las recordamos; y, la campana del
reloj nos avisaba de cuando teníamos que regresar casa.
Recuerdo también, desde el Teso
de los Navazos, cuando iba a acompañar a mi padre al tejar que era el titular
del mismo, cuando por las tardes, antes de regresar a casa y los ruidos no
abundaban en aquéllos tiempos, cómo llegaba el sonido de la campana a pesar de
la distancia, pero que, al no haber contaminación acústica, se podía percibir
bastante bien
¡Qué niñez más feliz, y qué infancia más grata la
vivida en el pueblo!
Qué lástima que ahora sea el ordenador, la tableta y
demás artilugios tan sofisticados los que les ocupan el tiempo e impidan a los
niños dedicarse más a vivir en contacto con la naturaleza y disfrutar de
todo lo que ella nos aporta. Pero, la vida es así. Como nosotros queremos que
sea. Como la estamos haciendo. No podemos quejarnos.
Es el arrollador progreso, que, como la apisonadora, todo lo que encuentra
a su paso lo aplana y va allanando el camino para darle paso a nuevas formas de
vivir utilizando las nuevas tecnologías que, afortunadamente, en la mayoría
de los casos son favorables para mejorar la calidad de vida de los humanos, sin
contar la contaminación, también consecuencia del progreso.
Y volviendo
al principio; solamente a modo de sugerencia para nuestros regidores
municipales, con la única finalidad de que la maquinaria del reloj no se
degenere: ¿No habría posibilidad de montarla en el lugar de origen y que el reloj
funcionara normalmente como ocurre en múltiples poblaciones que tiene reloj
público y dan el horario las campanas como siempre lo han hecho, pero que, si
fuera necesario, se silencia la campana para evitar posibles molestias a los
vecinos más cercanos al torreón; o, hacerla servir solamente en fechas significativas como pueden ser las
fiestas patronales o las tradicionales campanadas de la Noche Vieja?
Posiblemente, las Arcas Municipales, no estén para
grandes dispendios en estos momentos, aunque la voluntad de sus controladores
sea la mejor, de lo cual no tengo duda; pero, como apuntaba más arriba, se
trata solamente de una ingenua sugerencia a nuestros currantes munícipes, para
que, cuando dispongan de un poco de su valioso
tiempo y no tengan otra cosa más importante a qué dedicarlo, reflexionen
sobre la posibilidad de convertir en realidad
la citada sugerencia.
Reconozco que adecuar la instalación de la
maquinaria con una nueva plataforma y nuevas escaleras, porque, me imagino que
si son las mismas de cuando yo era niño (de la época de la fotografía que se adjunta), ahora no se podrá ni poner el pie
encima sin ir provisto de paracaídas para amortiguar el golpe.
Todo lo que sea en bien y mejora del pueblo, es digno
de tener en consideración, y estoy convencido de que las aludidas autoridades
no echarán en saco roto la sugerencia anterior, aunque, como es lógico, las
circunstancias mandan y a ellas hay que atenerse en todo momento.
¿Qué les parece la idea, señora y señores
concejales zarceños?
RELACIONADO: EL TORREÓN
5 comentarios:
Sí, creo que pocas cosas guardan tanto la esencia de la vida rural como una campana que nos avisa perezosamente de qué hora es. Dota a los pueblos de paisaje sonoro.
Es evidente que ésta es parte de vuestra de historia y merece ser conservada.
Respecto a la foto del mozo, me pregunto qué le pasaría por la mente al entonces joven Luis.
Aprovecho para saludaros, zarzeños.
Cesar Esteban
“Esa señorial campana, ahora obligada al silencio”… que en nuestros primeros años oíamos su señorial sonido, solo un poco ronco cuando caían algunas nevadas, fue sustituido por notas de megafonía que salen por unos altavoces. Puedes escuchar las actuales campanadas en : www.zarzadepumareda.es/reloj.htm y pinchar en las notas musicales. Hay que decir que las actuales campanadas están muy bien asumidas e interiorizadas por los actuales zarceños residentes. Cuánto me gustaría recuperar el sonido de la vieja y señorial campana y grabarlo, como el actual, para recordar, cerrar los ojos y estoy seguro que vendrían recuerdos y momentos de entonces. Sonidos, melodías, olores, ruidos, voces… que quedaron grabados para siempre en nuestro disco duro, aflorarían, estoy seguro. Llegado a este punto, se me ocurre una idea: Como una actividad de fiesta más, para S. Lorenzo 2016, ( si es posible subir a lo alto sin peligro) utilizando el martillo manualmente, dar 12 campanadas cuando pasara la procesión por las inmediaciones del torreón, que dicho sea de paso, está a punto de cumplir 95 años. Si esta idea-sueño se llevara a cabo sería el momento para grabar las primitivas campanadas, silenciadas hace no sé cuánto tiempo.
También yo, en más de una ocasión presencié in situ, el momento que el tío Lorenzo daba cuerda, para seis o siete días, subiendo con aquella gran manivela y no poco esfuerzo, la mole de piedra hasta arriba.
Tu foto escolar, Luis, es otro icono parecido al torreón. Qué peinaditos solíamos estar todos en estas entrañables fotos. Con tu permiso o sin él, la copio y guardo para añadir al próximo bloque de El Baúl.
Para César Esteban, hijo adoptivo de esta Zarza virtual, mi saludo afectuoso y paterno-virtual.
-Manolo-
Muy bien resucitado nuestro reloj, su campana y todos los olores, sonidos y recuerdos que suscita ,como bien dice Manolo. La triste realidad es que a la vuelta de muy poquitos años no quedará casi nadie que le recuerde algo, los pueblos se mueren por políticas inapropiadas de los gobernantes de Madrit, como dicen los gobernantes catalanes, quienes por cierto, ahora gobiernan tan mal como los de Madrid. Nos queda el recuerdo y esos monumentos emblemáticos que levantaron una generación de buenos gobernantes, quizás los mejores, que hubo en La Zarza. Ahi están el Torreon, el pilar, el Pazairón, el juego de pelota, y estuvieron las pozas, y el potro, hasta que algún gobernante decició que eso era antigualla. Esa es parte de nuestra historia que, como toda historia, sirve para retratar, en lo bueno y en lo malo, a los que gobernaron. Quizás la nueva tecnología nos permita muy pronto, grabar ese sonido añorado y escucharlo a cada vez que abramos esta SEÑORIAL página. Un saludo
Félix.
A los que estamos entrados en años, agrada leer estos relatos que refrescan la memoria y los comentarios anteriores que también aportan recuerdos.
Me identifico con todo lo dicho y abundando en ello recuerdo las nevadas invernales que al cubrir la campana cambiaba su sonido y éste producía risa entre los muchachos al escucharla “Se puesto ronca “ solíamos decir
(Paco)
Se nota la nostalgia que alberga en el recuerdo de zarceños y descendientes, el sonido de la campana del reloj del Torreón, que, como bien recuerdan, Manolo y Paco, nos regocijaba a los niños de entonces, cuando la abundante nieve la vestía de blanco, acumulando una considerable capa que la cubría totalmente y le hacía cambiar la tonalidad del tañido de su clásico sonido a través del éter, que pareciera que estaba ronca como recuerda como anécdota, Paco.
Acertada como siempre, es la reflexión de Félix, recordando que en pocos años, serán pocos los que recuerden las distintas anécdotas relacionadas con el Torreón y lo significativo que fue en su día para el pueblo del que prácticamente, era una enseña.
Se agradece que los hijos de los zarceños -como es el caso de César Esteban Hernández-, se interesen por las cosas que guardan relación con la tierra en la que vieron la luz por primera vez sus padres, como el Torreón y sus recuerdos, que tanto regocijo causó en el pueblo cuando terminó su construcción -hace unas cuantas semanas-, entre las agradecidas gentes de aquél entonces.
Saludos. Luis
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