EL CALOR Y LA CONDUCCIÓN
Para algunos, posiblemente le resulte reiterativa
mi insistencia en tratar del calor veraniego relacionado con la conducción de
un vehículo automóvil; pero las consecuencias que pueden derivarse de una
utilización inadecuada del coche en días muy caluroso, generalmente suelen ser
más bien negativas e innecesarias.
Relacionado con el tema del calor, en el año 2.012,
advertía sobre las nefastas consecuencias de dejar el coche expuesto a altas
temperaturas sin antes tomar las correspondientes mediadas de precaución antes
de volverlo a utilizar de nuevo para iniciar el viaje, debido a la posibilidad
de la acción del benceno.
El día 06 del pasado mes de julio, comentaba las
precauciones a tomar con el uso del aire acondicionado si no se utilizaba
adecuadamente.
Como quiera que las fiestas patronales de este año
ya están “cuasi, cuasi ” finalizando y una buena parte de los asistentes, en
breve tendrán que regresar de nuevo a sus hogares utilizando el coche en sus
desplazamientos, en esta entrada me
permito recomendarles, no solo prudencia, sino que, como consecuencia de las
elevadas temperaturas que tenemos éste año, extremen al máximo la atención en
la conducción si se ven en la necesidad de conducir en las horas en las que el
calor es más agresivo.
Hoy voy a tratar sobre el calor excesivo que en
verano nos acompaña en algunas ocasiones, como está ocurriendo éste año que nos
está demostrando su musculatura atlética.
Las altas temperaturas, pueden afectar tanto al
conductor y pasajeros como al propio vehículo como vernos más adelante.
Al vehículo.
El coche, debemos tenerlo siempre en perfecto
estado de funcionamiento; como consecuencia, se ha de preparar tanto para el
invierno como para el verano, y, si es necesario, hacerlo revisar por una
persona entendida en la materia si no queremos encontrarnos con sorpresas
desagradables que nos fastidien las vacaciones o nos agüen las fiestas.
¿Qué revisaremos en verano?
El estado de los neumáticos: presión de inflado, grietas
laterales, estado de la banda de rodadura, el aire acondicionado, motor, nivel
del líquido de refrigeración, de frenos del lava parabrisas, etc., estado de la
batería; téngase presente que en verano la evaporación del líquido -agua- de la
batería se evapora más que en el resto de las estaciones del año, lo mismo que
el resto de líquidos de los que va provisto nuestro coche, además de que se
degeneran sus componentes.
En nuestro país se registran temperaturas muy
elevadas en verano y bastantes grados bajo cero en invierno en algunas
comunidades; esa gran diferencia requiere tomar algunas precauciones, tanto en
cuanto a las personas que viajan de pasajeros como al vehículo que las
transporta, sobre todo, si vamos a realizar viajes largos en los que nos
acompañan niños pequeños, si no queremos que la mala suerte nos sorprenda y nos
deje tirados en la carretera a merced de las inclemencias del tiempo.
Tanto si necesitamos o no el coche para disfrutar
de las vacaciones, como si el uso que le damos es cercano a nuestro domicilio,
vale la pena tener en cuenta el viejo proverbio que dice: “vale más prevenir
que curar”
Como quiera que, en esta entrada, vamos a hablar
del calor, más bien del calor excesivo; cuando llegue el invierno, ya
trataremos del frío y sus consecuencias relacionadas con el automóvil,
especialmente con la nieve y el hielo que tantos sustos nos proporcionan cuando
nos sorprenden con su inesperada presencia.
En la época veraniega, los españoles somos muy
dados a la utilización del coche o la moto, y la mayoría de los desplazamientos
los realizamos en este tipo de vehículos. Sin embargo, no siempre tenemos
presente en ésta estación del año, que, una temperatura excesiva en el interior
del vehículo, cuando éste está cerrado, puede generar un accidente,
involuntario, sí, pero de consecuencias imprevisibles.
El calor, sobre todo el calor excesivo afecta a
todas las capacidades humanas, entre ellas a la de conducción. Ésta actividad
casi cotidiana a la que apenas damos importancia, pero que está directamente
relacionada con nuestros comportamientos más frecuentes y afectan a la
seguridad vial. O sea, a todos los usuarios de la vía, pública o privada de uso
común.
Con temperaturas muy altas, la respuesta ante un
estímulo externo para efectuar cualquier maniobra al volante por nimia que sea,
se realizan de manera más imprecisa que con una temperatura normal, pues el
calor excesivo, normalmente potencia las alteraciones que puedan sufrir los
conductores si no se toman las medidas de precaución oportunas.
¿Cómo reaccionaríamos ante la maniobra de evasión
si nos agobia el calor y estamos sudando mientras conducimos y tenemos que
actuar ante la presencia espontánea de un animal o persona que se nos atraviesa
en la calzada?
Téngase en cuenta que el calor excesivo aumenta
considerablemente el tiempo de reacción (Ya traté éste tema con fecha,18-03-2.012), como lo
avalan los rigurosos estudios realizados en distintos países sobre el
particular, en los que se nos indica que a cualquier conductor normal, con
temperaturas de 30º C, los fallos le aumentan aproximadamente un 20%, y, si
ésta temperatura alcanza los 32º C, en el interior del vehículo, puede ser la
causa del 17% de los accidentes; pues, el calor excesivo, además de aumentar el
tiempo de reacción, distrae considerablemente la atención del conductor porque
nos hace menos perceptivos.
Sirva de referencia que, a 23º C dejamos de ver,
aproximadamente, el 3% de las señales de tráfico; a 28º C, el 6%, a 32º C, el
10%, y así sucesivamente. Y, si a esto le añadimos que con el calor, a los
mandos del vehículo, nos volvemos ligeramente agresivos en nuestros
comportamientos como conductores y pasamos de una velocidad constante y adecuada
-como es lo aconsejable-,a una velocidad alta e inadecuada la mayoría de las
veces; el cóctel estará servido para terminar el viaje en ambulancia.
¿Cuál es la temperatura ideal para poder conducir
sosegadamente y sin que nos afecte demasiado el calor en verano y poder estar
relajados al volante?
Para liberarnos de los efectos del calor tan
negativos para la conducción; lo recomendable es mantener la temperatura dentro
del habitáculo -si las circunstancias nos lo permiten-, entre 18- 24-25º C,
evitando que el flujo del aire, no impacte directamente en la cara ni en el
pecho del conductor, pues, si el ambiente es excesivamente seco produce
malestar y picor y escozor en los ojos. Así pues, disfrutemos de los beneficios
del aire acondicionado los que sean partidarios de él, y seamos moderados en su
uso, pues, tampoco es bueno en verano conducir abusando del frío que nos
proporciona el aire. Y, un consejo. Si el viaje es largo o conducimos más de
dos horas seguidas, antes de detenernos, es aconsejable abrir hasta la mitad
las dos ventanillas del mismo lado (el izquierdo o el derecho, es igual, pero
del mismo lado), para que nos vayamos adecuando a la temperatura ambiente y no
recibir el impacto brusco al abrir las puertas y entrar en contacto con la
temperatura exterior.
Por último: Antes de salir de viaje, es
recomendable tener presentes las recomendaciones citadas y ajustar la
temperatura antes de poner el vehículo en marcha, pues hacerlo mientras
conducimos siempre es arriesgarse innecesariamente, toda vez que este tipo de
actuaciones al volante aparta nuestra atención de la conducción y genera una
situación de peligro.
Tener en consideración estas recomendaciones, ayudará a volver a casa
después de disfrutar placenteramente del viaje.
2 comentarios:
Saludos
-Manolo-
Desde aquella entrada que comentabas los efectos del aire acondicionado y el bichito invisible ese llamado benceno no creas que tus consejos caen en saco roto, al contrario, se tienen en cuenta por la seguridad al volante y la salud de los ocupantes de vehículo.
Decir una vez más para algunos que se interesan, que Luis, el autor de estos temas relacionados con la conducción, fue profesor de autoescuela, muy cualificado, tanto que colaboró unos años con la DGT en temas de seguridad vial. Tiene mucha experiencia acumulada, debemos tener en cuenta sus consejos.
-Manolo-
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