ADELANTAMIENTO, 2ª PARTE
En la entrada anterior relacionada con el adelantamiento,
vimos la extensa normativa reflejada en el Reglamento de Circulación que afecta
a la maniobra en cuestión que, como ya dijimos, es la más peligrosa y una de
las más frecuentes.
En ésta segunda parte nos
olvidaremos de las rígidas normas que le afectan y nos centraremos en la
ejecución de la maniobra en sí y las consecuencias que de ella se derivan
cuando nos vemos en la necesidad de efectuarla en condiciones adversas.
En primer lugar, veamos que todo
adelantamiento requiere por parte del conductor una buena dosis de paciencia, reflexión y
temple además, de olvidarse de la
prisa; tener una nítida percepción de las circunstancias que le rodean y
un cálculo adecuado de las distancias que afectan a los vehículos u obstáculos que pueda
haber en el entorno del escenario donde se realizará la maniobra, teniendo
siempre en cuenta que esta es una maniobra que requiere una considerable reserva de energía en nuestro
motor para efectuarla con seguridad; toda vez que, en el momento de tomar la
decisión de adelantar, nuestro vehículo necesita que al pisar el acelerador, el
motor responda y adquiera ese reprís imprescindible para adquirir la velocidad
precisa para que la duración de la maniobra sea la mínima posible y con
suficiente garantía de seguridad.
Sin esa reserva de energía, sin
esa fuerza complementaria de empuje para que el vehículo corra con alegría
cuando lo necesitamos, no podremos ejecutar con seguridad el adelantamiento
por muchas comprobaciones previas que efectuemos; por lo tanto, si no
disponemos de ella, no adelantar, abstengámonos de intentarlo, olvidémoslo;
porque si seguimos, lo más probable es que cuando estemos en paralelo con el
vehículo adelantado, a medio camino, el nuestro se ahogue y no corra lo que
nosotros necesitamos en ese momento y por mucho que pisemos con fuerza el
acelerador la cosa no da más de sí, aunque recurramos al intento de darle a
los pedales como si fuera una bicicleta, pues, no conseguiremos nada más que
desesperarnos y aumentar progresivamente el peligro que estamos generando; así
pues, llegados a esta situación, desistamos, pongamos el intermitente de la
derecha, aflojemos un poco la velocidad y retornemos de nuevo al lugar de
origen (a nuestra derecha) sin persistir en el error de terminar la maniobra
que podría acarrear unas consecuencias imprevisibles, y en cualquier caso,
innecesarias, asegurándonos de que el vehículo que nos sigue no se ha acercado
demasiado al nuestro por la impaciencia de su conductor y nos veamos envueltos
en un accidente; para ello, comprobaremos por el retrovisor interno y exterior
derecho si hay algo que impida nuestro retorno. Nunca persistir en el intento
de terminar el adelantamiento, sino desistir por seguridad.
El conductor en todo momento debe
saber la reserva de energía de que dispone su vehículo, conocerlo e
identificarse con él en cualquier circunstancia en la que se encuentre y tener
la suficiente prudencia y sensatez como para no adentrarse en aventuras de
velocidad que su vehículo no pueda desarrollar cuando lo requiera; y, menos en
lo relacionado con la maniobra de adelantamiento que es una ensaladera de
accidentes.
Lo expuesto hasta aquí nos denota
la necesidad de disponer de esa “imprescindible reserva de energía en nuestro motor”
sin la cual, todas las comprobaciones que se citan a continuación, no nos
sirven para nada.
Las comprobaciones oculares, serán
previas a la maniobra en sí, y se harán mirando hacia delante, y
hacia atrás, a través de los espejos retrovisores correspondientes.
Comprobando hacia delante:
La longitud del vehículo que vamos a adelantar, es fundamental tenerla en consideración para no vernos sorprndidos durante la realización de la maniobra; toda vez que, el pelgro aumenta cuanto más voluminoso es el el vehículo que nos precede.
Observaremos si el vehículo que
nos precede ha indicado su propósito de desplazamiento a la izquierda, bien
para girar a ese lado, bien para adelantar al que le precede a él, en cuyo
caso, respetaremos la preferencia que le asiste; a no ser que, después de un
tiempo prudencial no ejerza su derecho prioritario, en cuyo caso se podría
iniciar la maniobra de adelantamiento advirtiéndolo previamente con la señal
correspondiente, bien sea óptica, luminosa o acústica. Seguidamente,
comprobaremos que la longitud y velocidad del vehículo que pretendemos adelantar, nos va a permitir hacerlo sin riesgo, pues no es lo mismo adelantar un Seat Panda que circula a 80 Km/hora, que hacerlo a un trailer o un tren de
carretera como el de la fotografía superior que lo haga a esa misma velocidad; si bien éste tipo de vhículos no circulan por las carreteras de montaña españolas, lo hacen por Australia (50 metros de longitud); comprobaremos que en la parte anterior del mismo encontraremos espacio (hueco) para
volver a la derecha sin entorpecer la marcha al adelantado; que los vehículos
que vengan de frente, no se van a ver afectados por nuestra presencia, con el
grave riesgo de choque frontal que, siempre es el más peligroso porque en el
impacto se suman las fuerzas de ambos; que la anchura de la calzada tiene
suficiente espacio para pasar con holgura sin colisionar lateralmente con el
vehículo que pretendemos adelantar; que el margen lateral de la calzada no está
descarnado o abultado el asfalto por el efecto degradante del calor o las
lluvias, con lo cual el riesgo aumenta
de forma muy especial cuando se trate de vías con un solo carril para
cada sentido.
Aquí tenemos tres claros ejemplos de lo que no debemos hacer para adelantar, toda vez que, además de ser una infracción grave, es una imprudencia
Comprobaremos también, que el pavimento no se vea afectado por
baches, charcos, arena, gravilla o algún otro agente extraño que pueda generar
deslizamiento en los desplazamientos laterales que requiere la maniobra.
Comprobando hacia atrás:
Una vez realizadas estas comprobaciones
ocularmente hacia delante, miraremos hacia atrás a través del espejo retrovisor
correspondiente para comprobar:
Que ningún otro vehículo que
circule detrás por el mismo carril ha iniciado la maniobra de adelantar al
suyo; que en nuestro desplazamiento lateral
izquierdo para adelantar al que nos precede, no afectaremos a la trayectoria
del vehículo que nos sigue por el mismo carril o el contiguo, teniendo muy
presente el grave peligro que supone el ángulo muerto, por lo cual, se hace
imprescindible la comprobación lateral externa mediante el espejo izquierdo;
téngase en cuenta que al comprobar por este espejo retrovisor, podemos sufrir
un error de cálculo en las distancias de los vehículos que nos siguen, pues, el
espejo exterior al ser tintado (coloreado), aleja los objetos y los
empequeñece, con lo cual, nos puede parecer que está a mayor distancia de la
real y errar involuntariamente en el cálculo; por ello es aconsejable también,
la comprobación mediante el espejo interior si el vehículo dispone de él, porque
lo reflejado en él, se acerca más a la realidad.
El error en la apreciación del
cálculo por el espejo exterior es más frecuente y aumenta en la conducción
nocturna, agravándose aun más con
niebla densa, lluvia intensa, nieve copiosa o nubes de polvo o humo.
Una vez efectuadas todas las
comprobaciones antes citadas y seguros de
que nada impide la realización del adelantamiento, iniciaremos la
maniobra señalizándola, bien con un signo adecuado del brazo cuando sea posible
y visible por los demás usuarios o con el indicador de dirección
(intermitente) del lado izquierdo y si
el caso lo requiere con la señal acústica (el claxon) iniciando el
desplazamiento lateral a la izquierda, al final del cual extinguiremos el
intermitente o retiraremos la señalización del brazo, y durante todo el tiempo que permanezcamos en paralelo con el
vehículo adelantado, no habrá señal alguna para evitar confusiones a los
conductores de los vehículos que nos puedan seguir o al conductor del vehículo
que estamos adelantando; luego, señalizaremos con el intermitente de la derecha
el desplazamiento lateral hacia ese lado derecho y lo apagaremos cuando nos
hallemos situados de nuevo a la derecha para seguir circulando con normalidad en
progresión normal como ya se explicó (27 de junio del año en curso) en la
primera entrada relacionada con las maniobras.
Cuando la señalización con el brazo es claramente visible por los usuarios a quien va dirigida, ésta puede ser eficiente como el caso que ilustra esta fotografía
Cuando la señalización con el brazo es claramente visible por los usuarios a quien va dirigida, ésta puede ser eficiente como el caso que ilustra esta fotografía
Cueando exista contradicción entre la señal efectuada con el brazo por el conductor, ésta prevalece sobre la señal luminosa, aunque como en este caso sean contradictoria; siempre que como el ejemplo de la fotografía, no se preste a error de interpretación por los que le siguen, dada la total visibilidad de que ambos disponen en la parte delantera.
En los adelantamientos, es más seguro y eficaz utilizar los indicadores de dirección y abstenerse de señalizar con el brazo para disponer de mayor movilidad con el volante dada la peligrosidad que entraña la maniobra.
¡Ojo!; téngase bien en cuenta lo antedicho con respecto a la señalización: No se llevará encendido el intermitente todo el tiempo que dure la maniobra.
En los adelantamientos, es más seguro y eficaz utilizar los indicadores de dirección y abstenerse de señalizar con el brazo para disponer de mayor movilidad con el volante dada la peligrosidad que entraña la maniobra.
¡Ojo!; téngase bien en cuenta lo antedicho con respecto a la señalización: No se llevará encendido el intermitente todo el tiempo que dure la maniobra.
La señalización se hará, única y
exclusivamente en los dos desplazamientos laterales.
¿Cuándo hay que señalizar e
iniciar el desplazamiento a la derecha para volver a nuestra mano mientras
circulamos en paralelo y rebasamos el vehículo que estamos adelantando.?
La señalización siempre será previa
al desplazamiento hacia la derecha; y, éste no se hará hasta que no veamos
reflejado en el espejo retrovisor interior la imagen bien centrada del vehículo
adelantando; por lo tanto, antes no deberemos desplazarnos para volver a la
derecha, pues correríamos el riesgo de ser
alcanzados por el mismo, incurriendo en una infracción grave o muy grave
según las circunstancias; por lo tanto: asegurarse bien de que el espacio que
media entre ambos es el suficiente para retornar a la mano sin peligro; y, la
referencia del espejo antes citada, es buena consejera.
Ya quedó reflejada en la entrada
anterior relacionada con la normativa del adelantamiento la separación entre
vehículos y la distancia máxima que se puede recorrer cuando circulamos en
paralelo realizando el adelantamiento y las distintas circunstancias reflejadas
en el Reglamento de Circulación que son de aplicación obligada a ésta maniobra.
Adelantamiento nocturno:
Independientemente de que
dediquemos en su momento un tema a la conducción nocturna; en cuanto lo que al
adelantamiento se refiere, lo tocaremos ahora para no ir salpicando los
detalles en varias entradas.
El adelantamiento nocturno
requiere de mayor prudencia y menor frecuencia, toda vez que el deslumbramiento
podría aumentar el peligro que entraña esta maniobra, por lo que sería
aconsejable efectuarlo solamente en aquellos casos en los que sea realmente
necesario y hacer uso de la paciencia cuando la duda nos ronde en la mente la
idea de hacerlo sin las más absolutas garantías de seguridad.
En la conducción nocturna
deberemos tener siempre presente que el que nos precede, que es al que vamos a
adelantar, puede verse afectado por nuestro alumbrado, deslumbrándolo a través de sus espejos retrovisores en los
que incide directamente el haz de luz de nuestro vehículo; por lo que siempre deberemos circular detrás
de él con el alumbrado de corto alcance como es preceptivo, o sea, el de cruce
o luces cortas como es vulgarmente conocido. ¿A cuánta distancia?. Depende de la
clase de alumbrado que tengamos. Unas luces no deslumbran hasta los
cincuenta-setenta metros y otras a través de cualquier espejo ya ciegan la
retina del conductor que nos precede a más de cuatrocientos-quinientos metros
de distancia; por lo tanto, el conductor, sabedor del tipo de alumbrado que
está dotado su vehículo, tan pronto
aprecie la posibilidad de poder deslumbrar al que le precede, “deberá”
sustituir el alumbrado de largo alcance, el de carretera (las largas) por el de
cruce si más dilación.
Para pedirle paso al que nos
precede para adelantarlo, lo haremos con la señal luminosa, haciendo el cambio
alternativo rápido del alumbrado de carretera-cruce sin que medie intervalo de oscuridad alguna, una especie de destello
instantáneo y seguiremos detrás de él circulando con las luces cortas,
permaneciendo con ese alumbrado hasta que estemos en paralelo a él en el
adelantamiento y nuestro vehículo haya sobrepasado levemente con el morro la
parte delantera del vehículo en cuestión, momento en el que sustituiremos el
alumbrado de cruce por el de carretera
para poder tener mayor espacio visible en la parte delantera y finalizar la
maniobra con mayor seguridad, siempre que no circule ningún otro vehículo en
sentido contrario que pudiera verse afectado y su conductor deslumbrado por
nuestras luces.
Para no alargarnos demasiado hoy;
finalizaremos el tema del adelantamiento en la próxima entrada tratando de su
realización en casos de lluvia, niebla, nieve y viento racheado en los que la
prudencia debe ser el norte que nos guíe.
1 comentario:
Interesante esta segunda entrada , como todas, sobre los adelantamientos, que sin duda es una de las maniobras mas importantes. No esta mal refrescar y recordar lo aprendido hace tiempo. Muchos no cumplen al dejar el intermitente puesto durante todo el adelantamiento. Confieso que alguna vez, yo también, y eso que mi actual vehículo tiene la opción intermitente que con un toque suave, tras tres segundos, cesa, pero como estamos acostumbrados al intermitente de siempre, el toque es mas fuerte ybqueda puesto hasta que se quite.
Ahora nos toca seguir y cumplir lo establecido para bien de todos
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