07 octubre 2012

AL VOLANTE




ADELANTAMIENTO, 2ª PARTE

En la entrada anterior relacionada con el adelantamiento, vimos la extensa normativa reflejada en el Reglamento de Circulación que afecta a la maniobra en cuestión que, como ya dijimos, es la más peligrosa y una de las más frecuentes.

En ésta segunda parte nos olvidaremos de las rígidas normas que le afectan y nos centraremos en la ejecución de la maniobra en sí y las consecuencias que de ella se derivan cuando nos vemos en la necesidad de efectuarla en condiciones adversas.
En primer lugar, veamos que todo adelantamiento requiere por parte del conductor una buena dosis de paciencia, reflexión y temple además, de olvidarse de la  prisa; tener una nítida percepción de las circunstancias que le rodean y un cálculo adecuado de las distancias que afectan a los vehículos u obstáculos que pueda haber en el entorno del escenario donde se realizará la maniobra, teniendo siempre en cuenta que esta es una maniobra que requiere una considerable reserva de energía en nuestro motor para efectuarla con seguridad; toda vez que, en el momento de tomar la decisión de adelantar, nuestro vehículo necesita que al pisar el acelerador, el motor responda y adquiera ese reprís imprescindible para adquirir la velocidad precisa para que la duración de la maniobra sea la mínima posible y con suficiente  garantía de seguridad.
Sin esa reserva de energía, sin esa fuerza complementaria de empuje para que el vehículo corra con alegría cuando lo necesitamos, no podremos ejecutar con seguridad el adelantamiento por muchas comprobaciones previas que efectuemos; por lo tanto, si no disponemos de ella, no adelantar, abstengámonos de intentarlo, olvidémoslo; porque si seguimos, lo más probable es que cuando estemos en paralelo con el vehículo adelantado, a medio camino, el nuestro se ahogue y no corra lo que nosotros necesitamos en ese momento y por mucho que pisemos con fuerza el acelerador la cosa no da más de sí, aunque recurramos al intento de darle a los pedales como si fuera una bicicleta, pues, no conseguiremos nada más que desesperarnos y aumentar progresivamente el peligro que estamos generando; así pues, llegados a esta situación, desistamos, pongamos el intermitente de la derecha, aflojemos un poco la velocidad y retornemos de nuevo al lugar de origen (a nuestra derecha) sin persistir en el error de terminar la maniobra que podría acarrear unas consecuencias imprevisibles, y en cualquier caso, innecesarias, asegurándonos de que el vehículo que nos sigue no se ha acercado demasiado al nuestro por la impaciencia de su conductor y nos veamos envueltos en un accidente; para ello, comprobaremos por el retrovisor interno y exterior derecho si hay algo que impida nuestro retorno. Nunca persistir en el intento de terminar el adelantamiento, sino desistir por seguridad.

El conductor en todo momento debe saber la reserva de energía de que dispone su vehículo, conocerlo e identificarse con él en cualquier circunstancia en la que se encuentre y tener la suficiente prudencia y sensatez como para no adentrarse en aventuras de velocidad que su vehículo no pueda desarrollar cuando lo requiera; y, menos en lo relacionado con la maniobra de adelantamiento que es una ensaladera de accidentes.

Lo expuesto hasta aquí nos denota la necesidad de disponer de esa “imprescindible reserva de energía en nuestro motor” sin la cual, todas las comprobaciones que se citan a continuación, no nos sirven para nada.


Las comprobaciones oculares, serán previas a la maniobra en sí, y se harán mirando  hacia delante, y hacia atrás, a través de los espejos retrovisores correspondientes.

Comprobando hacia delante:
La primera es asegurarnos  que en el lugar que pretendemos adelantar no está prohibida la maniobra, bien porque no lo permita la norma, mediante la prohibición de alguna señal que lo impida, o por la presencia de algún impedimento circunstancial; así como si la visibilidad es propicia, sin la cual, hay que olvidarse del adelantamiento.
La longitud del vehículo que vamos a adelantar, es fundamental tenerla en consideración para no vernos sorprndidos durante la realización de la maniobra; toda vez que, el pelgro aumenta cuanto más voluminoso es el el vehículo que nos precede.
 
Observaremos si el vehículo que nos precede ha indicado su propósito de desplazamiento a la izquierda, bien para girar a ese lado, bien para adelantar al que le precede a él, en cuyo caso, respetaremos la preferencia que le asiste; a no ser que, después de un tiempo prudencial no ejerza su derecho prioritario, en cuyo caso se podría iniciar la maniobra de adelantamiento advirtiéndolo previamente con la señal correspondiente, bien sea óptica, luminosa o acústica. Seguidamente, comprobaremos que la longitud y velocidad del vehículo que pretendemos adelantar, nos va a permitir hacerlo sin riesgo, pues no es lo mismo adelantar un Seat Panda que circula a 80 Km/hora, que hacerlo a un trailer o un tren de carretera como el de la fotografía superior que lo haga a esa misma velocidad; si bien éste tipo de vhículos no circulan por las carreteras de montaña españolas, lo hacen por Australia (50 metros de longitud); comprobaremos que  en la parte anterior del mismo encontraremos espacio (hueco) para volver a la derecha sin entorpecer la marcha al adelantado; que los vehículos que vengan de frente, no se van a ver afectados por nuestra presencia, con el grave riesgo de choque frontal que, siempre es el más peligroso porque en el impacto se suman las fuerzas  de ambos; que la anchura de la calzada tiene suficiente espacio para pasar con holgura sin colisionar lateralmente con el vehículo que pretendemos adelantar; que el margen lateral de la calzada no está descarnado o abultado el asfalto por el efecto degradante del calor o las lluvias, con lo cual el riesgo aumenta  de forma muy especial cuando se trate de vías con un solo carril para cada sentido. 

Aquí tenemos tres claros ejemplos de lo que no debemos hacer para adelantar, toda vez que, además de ser una infracción grave, es una imprudencia
 
Comprobaremos también, que el pavimento no se vea afectado por baches, charcos, arena, gravilla o algún otro agente extraño que pueda generar deslizamiento en los desplazamientos laterales que requiere la maniobra.

Comprobando hacia atrás:
Una vez realizadas estas comprobaciones ocularmente hacia delante, miraremos hacia atrás a través del espejo retrovisor correspondiente para comprobar:
Que ningún otro vehículo que circule detrás por el mismo carril ha iniciado la maniobra de adelantar al suyo;  que en nuestro desplazamiento lateral izquierdo para adelantar al que nos precede, no afectaremos a la trayectoria del vehículo que nos sigue por el mismo carril o el contiguo, teniendo muy presente el grave peligro que supone el ángulo muerto, por lo cual, se hace imprescindible la comprobación lateral externa mediante el espejo izquierdo; téngase en cuenta que al comprobar por este espejo retrovisor, podemos sufrir un error de cálculo en las distancias de los vehículos que nos siguen, pues, el espejo exterior al ser tintado (coloreado), aleja los objetos y los empequeñece, con lo cual, nos puede parecer que está a mayor distancia de la real y errar involuntariamente en el cálculo; por ello es aconsejable también, la comprobación mediante el espejo interior si el vehículo dispone de él, porque lo reflejado en él, se acerca más a la realidad.
El error en la apreciación del cálculo por el espejo exterior es más frecuente y aumenta en la conducción nocturna, agravándose  aun más con niebla densa, lluvia intensa, nieve copiosa o nubes de polvo o humo.

Una vez efectuadas todas las comprobaciones antes citadas y seguros de  que nada impide la realización del adelantamiento, iniciaremos la maniobra señalizándola, bien con un signo adecuado del brazo cuando sea posible y visible por los demás usuarios o con el indicador de dirección (intermitente)  del lado izquierdo y si el caso lo requiere con la señal acústica (el claxon) iniciando el desplazamiento lateral a la izquierda, al final del cual extinguiremos el intermitente o retiraremos la señalización del brazo,  y durante todo el tiempo que permanezcamos en paralelo con el vehículo adelantado, no habrá señal alguna para evitar confusiones a los conductores de los vehículos que nos puedan seguir o al conductor del vehículo que estamos adelantando; luego, señalizaremos con el intermitente de la derecha el desplazamiento lateral hacia ese lado derecho y lo apagaremos cuando nos hallemos situados de nuevo a la derecha para seguir circulando con normalidad en progresión normal como ya se explicó (27 de junio del año en curso) en la primera entrada relacionada con las maniobras.
 Cuando la señalización con el brazo es claramente visible por los usuarios a quien va dirigida, ésta puede ser eficiente como el caso que ilustra esta fotografía

Cueando exista contradicción entre la señal efectuada con el brazo por el conductor, ésta prevalece sobre la señal luminosa, aunque como en este caso sean contradictoria; siempre que como el ejemplo de la fotografía, no se preste a error de interpretación por los que le siguen, dada la total visibilidad de que ambos disponen en la parte delantera.  
En los adelantamientos, es más seguro y eficaz utilizar los indicadores de dirección y abstenerse de señalizar con el brazo para disponer de mayor movilidad con el volante dada la peligrosidad que entraña la maniobra.

¡Ojo!; téngase bien en cuenta lo antedicho con respecto a la señalización: No se llevará encendido el intermitente todo el tiempo que dure la maniobra.
La señalización se hará, única y exclusivamente en los dos desplazamientos laterales.

¿Cuándo hay que señalizar e iniciar el desplazamiento a la derecha para volver a nuestra mano mientras circulamos en paralelo y rebasamos el vehículo que estamos adelantando.?
La señalización siempre será previa al desplazamiento hacia la derecha; y, éste no se hará hasta que no veamos reflejado en el espejo retrovisor interior la imagen bien centrada del vehículo adelantando; por lo tanto, antes no deberemos desplazarnos para volver a la derecha, pues correríamos el riesgo de ser  alcanzados por el mismo, incurriendo en una infracción grave o muy grave según las circunstancias; por lo tanto: asegurarse bien de que el espacio que media entre ambos es el suficiente para retornar a la mano sin peligro; y, la referencia del espejo antes citada, es buena consejera.

Ya quedó reflejada en la entrada anterior relacionada con la normativa del adelantamiento la separación entre vehículos y la distancia máxima que se puede recorrer cuando circulamos en paralelo realizando el adelantamiento y las distintas circunstancias reflejadas en el Reglamento de Circulación que son de aplicación obligada a ésta maniobra.

Adelantamiento nocturno:
Independientemente de que dediquemos en su momento un tema a la conducción nocturna; en cuanto lo que al adelantamiento se refiere, lo tocaremos ahora para no ir salpicando los detalles en varias entradas.
El adelantamiento nocturno requiere de mayor prudencia y menor frecuencia, toda vez que el deslumbramiento podría aumentar el peligro que entraña esta maniobra, por lo que sería aconsejable efectuarlo solamente en aquellos casos en los que sea realmente necesario y hacer uso de la paciencia cuando la duda nos ronde en la mente la idea de hacerlo sin las más absolutas garantías de seguridad.
En la conducción nocturna deberemos tener siempre presente que el que nos precede, que es al que vamos a adelantar, puede verse afectado por nuestro alumbrado, deslumbrándolo  a través de sus espejos retrovisores en los que incide directamente el haz de luz de nuestro vehículo;  por lo que siempre deberemos circular detrás de él con el alumbrado de corto alcance como es preceptivo, o sea, el de cruce o luces cortas como es vulgarmente conocido. ¿A cuánta distancia?. Depende de la clase de alumbrado que tengamos. Unas luces no deslumbran hasta los cincuenta-setenta metros y otras a través de cualquier espejo ya ciegan la retina del conductor que nos precede a más de cuatrocientos-quinientos metros de distancia; por lo tanto, el conductor, sabedor del tipo de alumbrado que está dotado su vehículo,  tan pronto aprecie la posibilidad de poder deslumbrar al que le precede, “deberá” sustituir el alumbrado de largo alcance, el de carretera (las largas) por el de cruce si más dilación.

Para pedirle paso al que nos precede para adelantarlo, lo haremos con la señal luminosa, haciendo el cambio alternativo rápido del alumbrado de carretera-cruce sin que medie intervalo de oscuridad alguna, una especie de destello instantáneo y seguiremos detrás de él circulando con las luces cortas, permaneciendo con ese alumbrado hasta que estemos en paralelo a él en el adelantamiento y nuestro vehículo haya sobrepasado levemente con el morro la parte delantera del vehículo en cuestión, momento en el que sustituiremos el alumbrado de  cruce por el de carretera para poder tener mayor espacio visible en la parte delantera y finalizar la maniobra con mayor seguridad, siempre que no circule ningún otro vehículo en sentido contrario que pudiera verse afectado y su conductor deslumbrado por nuestras luces.
Para no alargarnos demasiado hoy; finalizaremos el tema del adelantamiento en la próxima entrada tratando de su realización en casos de lluvia, niebla, nieve y viento racheado en los que la prudencia debe ser el norte que nos guíe.

1 comentario:

Manuel dijo...

Interesante esta segunda entrada , como todas, sobre los adelantamientos, que sin duda es una de las maniobras mas importantes. No esta mal refrescar y recordar lo aprendido hace tiempo. Muchos no cumplen al dejar el intermitente puesto durante todo el adelantamiento. Confieso que alguna vez, yo también, y eso que mi actual vehículo tiene la opción intermitente que con un toque suave, tras tres segundos, cesa, pero como estamos acostumbrados al intermitente de siempre, el toque es mas fuerte ybqueda puesto hasta que se quite.

Ahora nos toca seguir y cumplir lo establecido para bien de todos