18 enero 2017

OLA DE FRÍO


Con motivo de las bajas temperaturas que nos acompañan estos últimos días (y unos cuantos más que nos quedan por delante), y, ante los riesgos que ello conlleva en los abundantes desplazamientos que realizamos con nuestros vehículos automóviles en la utilización de las vías públicas como conductores; los responsables de Tráfico y de la información de la situación meteorológica en nuestro país, y los distintos medios informativos, anuncian insistentemente de una ola de frío polar, advirtiéndonos de los riesgos de la conducción en esas circunstancias; de forma muy especial en aquéllas zonas en las que son frecuentes las heladas tan perjudiciales para la circulación vial, dada la presencia de placas de hielo que se forman sobre la calzada, así como del peligro que conlleva para la seguridad de los usuarios de la vía, sobre todo, si no estamos lo suficientemente entrenados en este tipo de conducción.

Con el paso del tiempo, y dada la utilidad práctica que el vehículo nos aporta a los humanos, en la actualidad se ha convertido en normal el uso del coche y demás vehículos de motor en todo momento y circunstancias para nuestros desplazamientos cotidianos. Sin embargo, no siempre nos adaptamos (o nos sabemos adaptar) con la misma normalidad a las y cambiantes circunstancias que conlleva esa actividad en las situaciones adversas que se nos presentan en todas y cada una de las estaciones del año, tanto meteorológicas como circunstanciales.

Una de esas situaciones embarazosas que se nos presentan en invierno, es la conducción con nieve o hielo, que, por más entrenados que estemos, siempre son un peligro nada fácil de sortear por muy hábiles que seamos en el manejo del volante, toda vez que resulta bastante peligrosa si no tomamos algunas precauciones elementales y nos lo tomamos a la ligera como si fuésemos conduciendo en un día primaveral a pleno sol.

En la medida de lo posible, se debería evitar conducir con abundante nieve y en los casos de heladas, especialmente, cuando son heladas negras, en las que, en la mayoría de los casos no te enteras hasta que no estás encima deslizándote hacia un costado, o sea, derrapando, cuando ya es inevitable corregirlo.
Eso no quiere decir que si no nos queda otro remedio no podamos conducir en esas circunstancias, extremando las precauciones y conduciendo con suavidad.
Si nos vemos en la necesidad de conducir con nieve, tenemos que saber que no es lo mismo la nieve en polvo que con el peso del vehículo se aplasta y, generalmente, contacta el neumático con la calzada (siempre que lo hagamos despacio y con marchas largas), que, cuando ya se ha endurecido y son necesarias las cadenas para circular porque nuestros neumáticos ruedan por encima de una pista helada y deslizante, bastante más duradera que el hielo que es una fina película que tarda menos en desaparecer.

El hielo aparece a los cero grados centígrados, pero una vez endurecido, puede mantenerse incluso, a temperaturas de tres-cuatro grados sobre cero  sin derretirse; por lo que requiere prestar una mayor atención a esta circunstancia y no bajar la guardia.

Los puertos de montaña, los túneles, así como las zonas humbrías, que como es sabido están orientadas al norte, son los lugares donde el hielo perdura más tiempo en forma de placas deslizantes, que en cualquier momento nos podría sorprender su presencia y permanencia.

Todo usuario del coche que viaje en situaciones de nieve, sobre todo si lo hace por zonas en las que son frecuentes las copiosas nevadas, debe tener presente que puede sorprenderle la nevada y quedarse inmovilizando, con la posibilidad de verse obligado a pernoctar dentro del habitáculo de su vehículo con lo que eso supone de incordio, por lo que hay que ser precavido y pertrechase de todo aquello que nos pueda ser necesario para superar la situación que genera el ser cobijado por el blanco manto del meteoro, si vamos a tener que disfrutar de su “¿grata”? compañía, más tiempo del que nos gustaría.
No olvidarse de proveerse de mantas, comida suficiente para las personas que viajen, agua en abundancia, bufandas, gorros, guantes y toda prenda de abrigo que pueda protegernos del gélido frío que nos espera durante la noche, si nos vemos bloqueados sin casi poder salir a estirar las piernas porque nuestro coche está cubierto por la nieve o casi cubierto y, a pesar de que al salir hayamos llenado de carburante el depósito, si la permanencia es prolongada, nos veremos en la necesidad de parar de cuando en cuando el motor que nos permite poner la calefacción o aire acondicionado, si no queremos perecer de frío.
Si se viaja con niños pequeños, será preciso que dispongan de más de un juego de entretenimiento, para evitar que nos martiricen con su impaciencia y empiecen a culparnos de lo habido y por haber.
No olvidar el cargador del teléfono móvil que, en estos casos suele ser bastante útil su compañía.

Atención a las personas que necesiten medicación, no olvidarse de llevar la suficiente reserva de la misma, por si se vieran en la situación antes mencionada.
Un frasco de alcohol también vendrá bien para mantener los cristales desempañados cuando no tengamos la calefacción en marcha. Y, algo muy importante: una pala, sí, una pala, una pala que no sea de juguete para retirar de vez en cuando la nieve que se vaya acumulando en el entorno de nuestro coche, y no podremos abrir ninguna de las puertas ni salir a hacer alguna de esas necesidades que, generalmente las hacemos en WC. de nuestra casa y perfumarían el interior de nuestro coche si no lo hacemos fuera; para lo cual, se hace imprescindible proveerse de más de un rollo de papel higiénico al efecto.

Veamos a continuación algunos de los comportamientos a seguir en caso de nieve-hielo.
En más de una ocasión me he encontrado con alguien a quien le sorprendió la nevada y, como es lógico, puso en marcha el limpiaparabrisas para retirar la nieve que tan solapadamente va cayendo y en algunos casos nos resulta divertido. Téngase en cuenta que el limpiaparabrisas necesita hacer el recorrido completo de ida y vuelta hasta el final; pues si, como consecuencia de la nieve que se va acumulando en los laterales con el barrido del limpia, éste no llega hasta el tope, se fuerza y, lentamente, se va calentado progresivamente hasta que llega un momento en que se quema y, a partir de ahí, “apaga y vámonos”, ya no podemos seguir circulando y nos quedamos donde estamos.

¿Qué hacer?
 Algo tan sencillo como parar el motor del limpia, bajarse y retirar la nieve acumulada a los lados del parabrisas cuantas veces sea necesario, pues, aunque resulte molesta la nieve al caer, es bien sabido que la nieve no rompe costillas y, en éste caso, evita graves inconvenientes.

Cómo circular sobre hielo o nieve dura.
Es fundamental conducir con mucha suavidad, asir el volante con energía pero sin agarrotamientos ni ningún tipo de movimientos, si no es estrictamente necesario, no cambiar de macha si es posible, no acelerar ni dejar de acelerar de golpe más de lo que requieran las circunstancias; todo acelerón, frenazo, dejar de acelerar….; y, todo movimiento brusco, conlleva una variación de la trayectoria del movimiento del vehículo golpeando su centro de gravedad y sufriendo el efecto de la fuerza centrífuga empujándolo y rompiéndole la trayectoria rectilínea, con lo que aparece de inmediato el derrape inevitable por parte del conductor. 
Hemos de procurar circular siempre con la marcha más larga posible y evitar cambiar de macha para evitar también tener que desembragar y volver a embragar, evitando así el riesgo que  conlleva dar tirones y retenciones con esa maniobra, ya que eso es un peligro seguro y un deslizamiento garantizado.
¿Qué hacer si derrapamos?
Mantener la calma, NO FRENAR ni girar el volante con brusquedad mientras el vehículo está desplazándose, si la ruedas se bloquean por la acción de la frenada o se deslizan sobre hielo, la dirección no obedece y el vehículo sigue la trayectoria impuesta por la acción de la fuerza centrífuga que la empujó, golpeando sin piedad el centro de gravedad del vehículo y haciendo muy difícil o imposible su control, debido a que se pierde casi por completo la adherencia del neumático a la calzada, como consecuencia de la película de hielo que se interpone entre ambos. 
 
Normalmente, tras el deslizamiento se podrá controlar el vehículo cuando recupera de nuevo la estabilidad, una vez los neumáticos vuelvan a tener agarre sobre la calzada, y una vez pasado el susto, se podrá continuar la marcha  con normalidad pero sin confiarse demasiado.

En este tipo de situaciones, el temple y la serenidad es un factor importante para poder salir airoso de ellas; si no somos calmados y nos aturullamos, la salida es más complicada. 
Quizás no sea necesario, pero no está de más recordar que en circunstancias anormales, circulando hay que aminorar la marcha, reducir la velocidad adecuándola a cada situación, es una garantía de seguridad que debe ser nuestro norte como conductores si queremos llegar sanos y salvos a nuestro destino, porque, lo importante no es viajar, sino volver del viaje: LLEGAR.

Conduciendo con nieve-hielo, es imprescindible SIEMPRE utilizar la marcha más larga posible en cada momento y procurar no cambiarla, manteniendo la misma  para evitar las brusquedades que siempre genera todo cambio de marcha.
Se debe tener presente que, cuando hay que atravesar alguna placa de hielo más o menos grande, hay que hacerlo despacio y con marchas largas (aunque a alguien le pueda parecer contradictorio), conduciendo suavemente y sin variar la dirección ni un milímetro, si no queremos perder el control del vehículo.
Cuando vamos circulando con abundante nieve sin que hayan pasado las máquinas quitanieves, y vemos las roderas que han dejado los que pasaron antes que nosotros, nos parece una medida acertada circular sobre ellas. ¡Ojo! No siempre es buena la idea, pues, si los vehículos anteriores las dejaron con bastante antelación, es posible que se hayan helado y nos encontremos con la ingrata sorpresa de deslizarnos sobre ellas, cuando nos parecieron apropiadas para protegernos y, por lo inesperado, nos salgamos de la calzada cuando habíamos bajado la guardia.


La prudencia y la paciencia, que son la madre de la esencia para conducir con seguridad, debemos tenerlas por compañeras siempre que utilicemos el coche. Nos serán de gran ayuda.