25 enero 2016

01. 01. 01. LA ZARZA VIRTUAL

La quinceañera Zarza Virtual, que durante ese recorrido ha acercado a todos los continentes del planeta las noticias reales de nuestro pueblo, hoy me trae a la memoria la siguiente pregunta:  ¿Cómo sería ahora la Zarza real, si un “tal Manolo” -ese Manolo de la Web-, no hubiera puesto  el ímpetu, empeño y empuje, volcados con tanto interés para que se pudiera llevar a término ese proyecto que rondaba en su mente y albergaba su espíritu, para que su pueblo   -el nuestro-, no se quedara atrás y fuese conocido por doquier?
Afortunadamente, le salieron bien las cosas;  y, con la colaboración de algunos paisanos que al principio le echaron una mano y ayudaron con sus escritos a tirar del carro para seguir adelante, hoy, la zarza virtual -la nuestra, la de todos- es más conocida por todo cuanto guarda almacenado en la Web, al alcance de quien quiera hacer uso moderado de ese servicio gratuito, ordenada y meticulosamente bien documentado, que está a su disposición permanentemente, y que gracias a Manolo, se conserva en sus bodegas.
¡Bravo, Manolo...!
Bonita jugada y magistral lección de humildad la tuya, al mantener en silencio el esfuerzo y quebraderos de cabeza que supone la fundación y mantenimiento de una Web, que como la tuya, aunque privada, es de todos los zarceños de bien, que se sienten identificados con tu labor durante estos largos quince años.
El Largo peregrinar por el recorrido de ese serpenteante camino, no siempre cubierto de rosas, que te ha restado muchas horas de sueño y tiempo para dedicárselo a los tuyos y tus quehaceres, conlleva el merecido reconocimiento hacia tu persona por parte de tus paisanos que, afortunadamente, disponen de una puntual información de La Zarza, que si no hubiera sido por la labor realizada por ti, carecerían de ella.
Yo tuve conocimiento de la existencia de la web, por casualidad, cuando ya llevaba doce años a pleno rendimiento y, me impresionó su calidad y contenido la primera vez que entré en ella, tanto por la gran cantidad de materia almacenada, como por el orden que imperaba en la estructura de su contenido.
Ésta sensación tan grata, ya la he expresado en alguna otra ocasión, por lo entrañable que me resultó verme rodeado de los más tiernos recuerdos de mi alegre infancia; pues, para mí, volver a mis raíces al tener noticias vivas del lugar donde nací y de niño correteaba por sus calles embarradas viviendo  a mi libre albedrío la infancia más feliz que pueda vivir un niño, era revivir una ilusión pasada que me aportó los más gratos momentos vividos en el pueblo, en una infancia que nada tiene que envidiar a la de los niños de la tablet y el ordenador -que, por razones de edad, a nosotros nos resulta ahora más dificultoso su manejo-, el ordenador portátil  -la pizarra- que nosotros utilizábamos con gran pericia, la manejábamos de maravilla y la limpiábamos con la mano y un poco de saliva ecológica. ¡Eh!, que sí.
Cada vez que leo los comentarios que le hacen a mis colegas algunos lectores sobre los temas que aparecen en la Web, me evocan algo grato relacionado con los dulces recuerdos de mi niñez y los amigos que se hacen a esa edad y son para siempre, aunque, no siempre se puedan ver con la frecuencia deseada.
Sé bien, que a los de mi edad nos queda menos recorrido en el camino que a las generaciones posteriores; pero la vida es así de hermosa y gratificante, que nos permite disfrutarla y almacenar en la memoria todas las vivencias que en la infancia nos resultaron tan gratas, y ahora nos afloran a la mente para nuestro regocijo y nos ilusiona su recuerdo; como lo prueban los comentarios de Paco, Manolo, Félix, por citar unos ejemplos, aunque son muchos más y tan buenos como ellos, que, gracias a la Web, disponemos de ellos.
Esos “chavales”  -de entonces, hoy abuelos- que siguen conservando tal lozanía mental que les permite seguir siendo jóvenes hasta el día de su partida, porque son unos jacarandosos irreversibles, cuyo optimismo les rejuvenece y aumenta su calidad como personas; en su mayoría, son los que animan el cotarro y dan vida a la vida de la Web con su buen hacer.
Por eso, y por muchos más motivos -muchísimos-, tienen mi agradecimiento y el más sincero reconocimiento a su desinteresada labor, además, de porque ellos son mis amigos y yo lo veo así, sin necesidad de ponerme las gafas que a mi edad necesito para ver de cerca.
Y por esos mismos motivos, Manolo, autor y motor de la buena marcha de la Web, también lo tiene y quiero expresárselo desde éstas líneas, y me gustaría que el resto de compueblanos se sumaran al mismo y demandaran a nuestras autoridades locales un merecido reconocimiento oficial en forma de homenaje a tan insigne personaje, por la labor realizada al frente de la Web durante los últimos quince largos años,  que, mediante un simple teclado, ha hecho popular y famosa  La Zarza de Pumareda, con su tenaz y contundente ahínco en hacer llegar los acontecimientos del pueblo a todos los zarceños y simpatizantes de La Zarza, independientemente del lugar donde residan.
Soy consciente, de que hubo otros colabores que en el arranque de la Web aportaron su granito de arena y formaron equipo con Manolo, para que saliera adelante el proyecto y merecen el correspondiente reconocimiento, pero, personalmente, creo que éste es el momento de Manolo; a los demás, también le llegará el suyo e intentaré -como ya lo he hecho en alguna ocasión- apoyarlos lo mismo que ahora lo hago, para que a nuestro primer bloguero se le reconozca oficialmente la continua labor realizada sin pausa desde su fundación.

Mi Bienvenida a los dieciséis años a la Web zarceña; y,  bienvenida sea también, la fecha 01. 01 .01, que trajo a nuestro pueblo el hito que jalonará el camino a seguir por las siguientes generaciones.


14 enero 2016

LA CAMPANA DEL TORREÓN

Esa señorial campana, ahora obligada al silencio ¿por imperativo legal?, que durante tantos años fue el guía horario de nuestros antepasados, y  la de muchos de nosotros en nuestra infancia y juventud que ahora peinamos canas,  y tantas ilusiones y regocijo proporcionó a los zarceños a su llegada al pueblo, para ser instalada encima del torreón, y, con su tono, puntualmente hacía llegar a nuestros oídos el horario, guiada por el minucioso recorrido de las agujas del majestuoso reloj que luce el torreón, para ofrecer a los paisanos el horario en que vivían ; hoy permanece muda, como consecuencia de que ya nadie necesita sus servicios como antiguamente, y se ha convertido en un incordio para algunos de los vecinos a los que les resultaba desagradable el tañido horario que con puntual disciplina hacía llegar por duplicado a los hogares zarceños, por si algún distraído no se había percato bien en el primer toque y tenía dudas; pues, en aquél entonces, no todos los compueblanos llevaban reloj encima para no precisar los servicios que le prestaba el reloj del torreón, que dicho sea de paso, era el orgullo del pueblo en aquélla época.
A lo largo de mi vida, he recordado con frecuencia la de veces que de pequeño había subido la vieja escalera de madera hasta llegar a la máquina del reloj acompañando a mi inolvidable amigo Horacio y su padre, que era el responsable del mantenimiento del mismo, y, para nuestro regocijo, en varias ocasiones íbamos los dos chavales solos, cuando ya éramos muchachotes y su padre confiaba en él para ese menester, y yo disfrutaba de lo lindo dándole a la manivela, que para mi, en aquél tiempo me parecía enorme de grande. ¡Qué bien nos lo pasábamos! Y, qué recuerdos tan gratos me traen a la mente esas vivencias.
También me recuerda mi memoria, así, a bote pronto,  el grato recuerdo de cuando estando en la viña de mi abuela, en el  Teso de la Silla, escuchaba desde allí, las campanadas horarias , sobre todo en los atardeceres de final del verano cuando la uva ya madura que requería cierta vigilancia antes de la vendimia  me pasaba las tardes allí, frecuentemente acompañado de Serafín e Ignacio, ambos hijos de Doroteo, que tenían una huerta cercana y que, como niños que éramos entones, hacíamos cada travesura de órdago que, ahora nos resultan anecdóticas cuando las recordamos; y, la campana del reloj nos avisaba de cuando  teníamos que regresar casa.
Recuerdo también, desde el Teso de los Navazos, cuando iba a acompañar a mi padre al tejar que era el titular del mismo, cuando por las tardes, antes de regresar a casa y los ruidos no abundaban en aquéllos tiempos, cómo llegaba el sonido de la campana a pesar de la distancia, pero que, al no haber contaminación acústica, se podía percibir bastante bien
¡Qué niñez más feliz, y qué infancia más grata la vivida en el pueblo!
Qué lástima que ahora sea el ordenador, la tableta y demás artilugios tan sofisticados los que les ocupan el tiempo e impidan a los niños dedicarse más a vivir en contacto con la naturaleza y disfrutar de todo lo que ella nos aporta. Pero, la vida es así. Como nosotros queremos que sea. Como la estamos haciendo. No podemos quejarnos.
Es el arrollador progreso,  que, como la apisonadora, todo lo que encuentra a su paso lo aplana y va allanando el camino para darle paso a nuevas formas de vivir utilizando las nuevas tecnologías que, afortunadamente, en la mayoría de los casos son favorables para mejorar la calidad de vida de los humanos, sin contar la contaminación, también consecuencia del progreso.

Y  volviendo al principio; solamente a modo de sugerencia para nuestros regidores municipales, con la única finalidad de que la maquinaria del reloj no se degenere: ¿No habría posibilidad de montarla en el lugar de origen y que el reloj funcionara normalmente como ocurre en múltiples poblaciones que tiene reloj público y dan el horario las campanas como siempre lo han hecho, pero que, si fuera necesario, se silencia la campana para evitar posibles molestias a los vecinos más cercanos al torreón; o, hacerla servir solamente en  fechas significativas como pueden ser las fiestas patronales o las tradicionales campanadas de la Noche Vieja?

Posiblemente, las Arcas Municipales, no estén para grandes dispendios en estos momentos, aunque la voluntad de sus controladores sea la mejor, de lo cual no tengo duda; pero, como apuntaba más arriba, se trata solamente de una ingenua sugerencia a nuestros currantes munícipes, para que, cuando dispongan de un poco de su valioso  tiempo y no tengan otra cosa más importante a qué dedicarlo, reflexionen sobre la posibilidad de convertir en realidad  la citada sugerencia.
Reconozco que adecuar la instalación de la maquinaria con una nueva plataforma y nuevas escaleras, porque, me imagino que si son las mismas de cuando yo era niño (de la época de la fotografía que se adjunta), ahora no se podrá ni poner el pie encima sin ir provisto de paracaídas  para amortiguar el golpe.
Todo lo que sea en bien y mejora del pueblo, es digno de tener en consideración, y estoy convencido de que las aludidas autoridades no echarán en saco roto la sugerencia anterior, aunque, como es lógico, las circunstancias mandan y a ellas hay que atenerse en todo momento.
¿Qué les parece la idea, señora y señores concejales zarceños?

RELACIONADO:   EL TORREÓN