20 octubre 2014

MUSEO ZARCEÑO

Desde bien joven, cuando desgastaba mi juventud en el País Vasco (Euskal Herría para los euskeras), entre otras cosas, visitando bibliotecas, museos y demás lugares en los que pudiera aprender algo de lo que no me fue posible en mi infancia zarceña, siempre he tenido en mente la idea de ver en mi pueblo un museo etnológico que recogiera las vivencias y utensilios de nuestros antepasados; así como que dejara marcada huella de nuestra presencia por esos lares. (Entiéndase La zarza de Pumareda).
Esta idea se me fortaleció en los días que pasé este verano en el pueblo hablando con unos y otros del asunto, y escuchando con atención las distintas formas de enfoque que cada cual aportaba, y, afortunadamente, la opinión mayoritaria era favorable a la fundación del museo, aunque al principio cueste un poco, como todo en esta vida.
A pesar de las divergencias de criterio entre las distintas corrientes de opinión,  como es lógico, a las que pueda conducir este tema, Intentaré sin ánimo de herir sensibilidades, ir directamente al grano; pues, al tratarse de una cuestión que pudiera afectar a toda la población, es incuestionable que los beneficios que reportaría con el paso del tiempo serían considerables; como también lo sería la manera de enfocarlo y la voluntad participativa.

Es obvio que nuestro pueblo carece de importantes monumentos y abundantes lugares más o menos pintorescos que permitan despertar el interés turístico que pudieran atraer la atención o curiosidad de las gentes forasteras o turistas de otras provincias o comunidades, que permitiera la divulgación y a su vez enriquecimiento de la Zarza de Pumareda (nuestra Zarza); con lo cual, esa aportación ayudaría a mejorar la calidad de vida de sus habitantes, y al mismo tiempo, que nuestro pueblo no tuviese que depender tanto de ayudas externas; aunque, tampoco vengan mal en algunas ocasiones.

A pesar del paso del tiempo, y el mayor o menor esfuerzo realizado a lo largo de nuestra historia local, los zarceños no hemos logrado hacer más de lo que se ha hecho por el pueblo (todos: los que han permanecido en él y los que partimos a otros lugares en busca de un cambio favorable para nuestras vidas); y eso es lo que ahora tenemos. Como consecuencia, no podemos culparnos ni culpar a nadie de nada, ni podemos ni debemos quejarnos; es lo que hay, y, nos guste o no nos guste, hay que apechugar con la realidad y “tirar pa lante” ; sin embargo, desde mi punto de vista; quizás, de cara al futuro, deberíamos intentar que, ya que no disponemos de grandes recursos propios ni (por desgracia para nosotros) recibimos grandes ayudas como algunos pueblos cercanos, de unos medios económicos provenientes del asentamiento de  empresas o industrias ubicadas en esos lares; deberíamos plantearnos promover iniciativas atractivas que nos permitan, tanto ser conocidos y atraer a las gentes, como obtener beneficios económicos que ayuden a las Arcas Municipales a robustecerse; no en dos días, pero sí, poquito a poco.

Hoy, intentaré con la mejor voluntad, exponer al criterio de todos los zarceños y zarceñas de bien, y, de modo especial a nuestra Corporación Municipal, encabezada por el señor Alcalde, lo fácil que resultaría fundar en la Zarza un museo etnológico o etnográfico (yo me inclino más por el primero), que, para empezar, podría ser la punta del iceberg y el origen de una promoción que permitiría que nuestro pueblo recibiera las visitas, no solo del entorno comarcal, sino del provincial y autonómico, sin contar con que la proximidad de la vecina Lusitania, también nos favorecería;  con las consiguientes ventajas que ello conlleva.
Al principio sería un pequeño museo y modesto que, con el paso del tiempo, poco a poco como las grandes obras, se iría agrandando en la medida de las posibilidades hasta convertirse en uno más de los muchos y buenos museos que tenemos en el país. Es cuestión de adelantarse a los tiempos, vestirnos de optimistas y ponerle voluntad para dar el paso más importante, que, siempre  es el primero.

Por lo tanto, pongámonos el buzo de trabajo y empecemos la obra ahora que el material de construcción está más barato por la crisis, y caminemos hacia adelante que el momento es de los mejores, si la voluntad también es de lo mejor.

Cuando estuve  en el pueblo, en las fiestas de San Lorenzo, hablé del tema (no mucho, porque las circunstancias no lo permitieron, ya lo haremos más adelante), con Juan  Torres Montes,  que, como la mayoría de paisanos sabéis bien, desde hace unos cuantos años, también a él, viene rondándole en la mente la idea de ubicar en la Zarza un museo, y con ese motivo, a lo largo de su vida ha dedicado mucho tiempo, dinero y esfuerzo en ir adquiriendo en distintos lugares de la piel de toro que ha recorrido, un considerable número de objetos antiguos, tanto de labranza como del resto de útiles y enseres que usaban nuestros antepasados para sus quehaceres cotidianos, con la finalidad de que un buen día pudieran ser expuestos en el museo zarceño que a él, como a otros muchos, le gustaría poder lograr para todos los compueblanos; lo cual, merece una recompensa (no económica, claro) y el más sincero reconocimiento a su altruismo.

Como dice el refranero: un grano no hace el granero, pero ayuda al compañero. Esa sería la solución: la colaboración por parte de todos los que tengan voluntad de llevarlo a cabo.   

Yo soy el primero en engancharme al carro, para que luego ese carro se quede en el museo.
¿Quién más se anima…?

Si todos colaborásemos un poquito, a medida de nuestras posibilidades, el museo zarceño sería una realidad en no mucho tiempo.

En una, todavía reciente entrada, (03-09-2.013 ya citó Manolo (“el de la Web”) esa posibilidad y hubo sus discrepancias como es lógico; no obstante, dado que para conseguir cualquier pequeña cosa hay que luchar denodadamente, intentaremos de nuevo proseguir con la tarea, a ver si hay suerte y nos secunda “el respetable” echando un capote para empezar con ilusión y la ayuda de todos.

La mayoría de zarceños, presentes o ausentes de la Zarza, si la voluntad les acompaña, estarían en condiciones de aportar cualquier objeto antiguo que tengan arrinconado (aunque no sea más que un botón) y no les sea de utilidad práctica,  que le gustaría que permaneciera expuesto para el recuerdo, en las vitrinas del museo de su pueblo (que, también es suyo), enriqueciendo un patrimonio cultural que a todos nos honraría y como ciudadanos nos beneficiaría en todos los aspectos.

Desde estas líneas, os  emplazo y animo a zarceños/as y simpatizantes partidarios de ésta idea, a que aportéis vuestro granito de arena, tanto recabando a nuestras autoridades municipales a dar el primer paso e iniciar la andadura, como a colaborar aportando cada uno lo que buenamente pueda o considere que está en sus manos poder donar a la entidad cultural que sería nuestro futuro museo zarceño.

¿Por qué hago este llamamiento?
Sencillamente, porque considero que, como no tenemos en el pueblo ningún monumento que enseñar (iglesia aparte) a los que nos visitan y posibles visitantes, la idea de un museo zarceño me pareció buena, y haré cuanto esté en mis manos para que prospere, si encontramos la necesaria colaboración ciudadana; porque, sin ella: “apaga y vámonos”.

El importe económico que supondría poder instaurar el museo en nuestro pueblo, no sería muy importante (tampoco gratis), toda vez que la mayoría de las obras de arte procederían de particulares donaciones y no habría que pagarlas; y el local, si el Ayuntamiento (las autoridades) lo consideran oportuno (yo creo que sí, ¿verdad señor Alcalde?) sería público y como tal, no sería oneroso.

Sé bien que no es fácil ni se hace en dos semanas, pero, si éste fuera el primer paso, ya me daría por satisfecho y agradecido, si se comienza a andar desde éste mismo momento. Por eso:

¡Ánimo, señor Alcalde y concejales!
Pensarlo bien y estudiar las posibilidades de llevarlo a cabo si las circunstancias os lo permiten, que eso es algo que solo lo sabéis vosotros, y también es a vosotros a los que os toca decidir, y en vuestras manos está darle forma y aportar los beneficios que  ello reportaría al pueblo con el paso del tiempo.

Sería importante que, tanto los que son favorables a la idea, como los detractores de la misma, deis vuestra opinión aquí en la web, para poder tener una idea más o menos clara del sentir del pueblo al respecto.

Esperamos vuestras sugerencias, ideas y opiniones sin ocultar la identidad para evitar malos entendidos cuando exista divergencia de criterios.
Gracias.

10 octubre 2014

EL ESTRAMONIO




Cuando colgué en la web la entrada relacionada con la verdolaga, algunos se extrañaron al tener información de que una planta tan abundante como mal considerada en el pueblo, pudiese tener unas propiedades nutritivas y curativas como las que tiene. Pues bien, lo mismo que sin saberlo estamos rodeados de plantas que aportan beneficios, también nos rodean otras venenosas, pero que, no por ello, dejan de aportar beneficios para los productos farmacológicos.

Una de esas plantas es el “estramonio”, del que intentaré exponer algunas de sus propiedades y características más importantes.


El estramonio (como se puede apreciar en las distintas fotografías que acompañan al escrito), es una planta muy abundante en nuestras tierras, tanto dentro del pueblo como en el campo.
No recuerdo ahora cómo la llamábamos en el pueblo; me parece que “cardo”, pero no lo sé seguro. Si hay alguien que lo recuerde y quiere comentarlo, pues agradecido.

Desde niños, la hemos visto nacer, crecer y desarrollarse por cualquier parte, ya sea camino, secarral, erial, incluso muladar, superviviendo con gran facilidad en las tierras más abruptas y carentes de agua, ésta planta es capaz de adaptarse a todo tipo de suelos. Desgraciadamente, también en las proximidades de algunos parque, jardines y colegios frecuentados por niños, con el correspondiente peligro que conlleva el desconocimiento de los efectos que produce.

Con ésta planta y sus semillas yo he jugado varias veces de niño, tanto con los erizos (cápsulas) que a modo de bugalla nos los tirábamos unos a otros, como con la planta y las semillas;  me imagino que el resto de chavales del pueblo también, incluso, en algunas ocasiones me he llevado a la boca sus negras semillas (suerte de mi que no las tragué) para jugar a lanzarlas, escupiéndolas, a ver quién llegaba más lejos en las competiciones que nos montábamos de chavales, inconscientes como es lógico del grave peligro que nos acechaba al jugar, no con fuego, sino con dinamita pura. Ahora, cuando lo recuerdo ahora, se me pone los pelos de punta y la piel de gallina. 

Esta planta (el estramonio), es altamente peligrosa, tremendamente venenosa; una pequeña dosis de sus semillas (cinco gramos) puede ser letal; así como suena, incluso la planta, tanto las hojas, las flores, los tallos y el resto, toda ella es muy, muy venenosa si se ingiere.

Fue muy utilizada por la brujería y el chamanismo (también en la actualidad, pero menos), “por sus propiedades mágicas”  que, en realidad, lo que producían era alucinaciones que no dejaban rastro, ni en la casi totalidad de los casos, los afectados recordaban lo sucedido. De éste tema, se podría hablar largo y tendido.
 
Téngase en cuenta, que, el estramonio en pequeñas dosis (muy pequeñas), produce un delirio alucinatorio incontrolable durante bastantes horas en el mejor de los casos, cuando no la muerte si la dosis ingerida no ha sido controlada por alguien experto en la materia.

El estramonio ha sido utilizado por los humanos desde la antigüedad por sus propiedades alucinógenas y curativas. Se conoce con varios nombres: Higuera del infierno, higuera loca, hierba hedionda, trompetero, manzana espinosa, matatopos, flor de la trompeta y algunos otros.
A partir de mayo, la planta se llena de flores en forma de trompetas colgantes, algunas alcanzan los 20-30 centímetros, son blancas, amarillas o anaranjadas con los rebordes de la campana rojos, muy bonitas, pero venenosas.


De las hojas a la raíz, todas las partes son tóxicas, cualquier manipulación requiere extremar las precauciones y usar guantes. Lo más tóxico son las semillas.
¡Ojo! Esta planta, no se debería utilizar ni siquiera para echarla al estercolero si no se es un experto en la materia que pueda manipularla sin riesgo.

Resulta extraño que el estramonio en polvo que es considerada una droga alucinógena, no esté bajo ningún tipo de control ni fiscalización que pudiera impedir riesgos innecesarios. ¡Curioso, verdad!; pues es así, está al alcance de cualquier persona, independientemente de la edad, y, sin embargo, es un peligro considerable para cualquiera que lo ignore, como me ocurría a mi de niño y al resto de amigos que jugábamos con él.

En la medicina popular, con las flores del estramonio se preparaban cataplasmas para las contusiones, heridas, picaduras y otras aplicaciones y, tanto las raíces de la planta como con las hojas han sido abundantemente utilizadas en distintas afecciones y malestar por nuestros antepasados (y en la medicina moderna); pero que, no procede exponer aquí por razones obvias, toda vez que, podría inducir a algún experimento que pudiera resultar peligroso por manos inexpertas.

El hecho de traer a colación este tema, es debido a que, tanto en la ciudad como en el campo, estamos rodeados de plantas que no siempre conocemos los efectos positivos o negativos de las mismas, y eso nos puede acarrear consecuencias negativas y nefastas en algunos casos.

Un caso muy frecuente, lo tenemos en las adelfas que abundan por doquier, plantadas por el hombre voluntariamente para adornar las zonas ajardinadas (ejemplo, las que rodean el pilar), y son tan venenosas que cualquier animal que se acerque a beber agua del abrevadero, si se come parte de la citada planta, probablemente, si come poca cantidad, se salvaría; pero si la ingesta es abundante, reventaría en poco espacio de tiempo si no es atendido debidamente a tiempo por un veterinario. Esa es la realidad.

No obstante, la mayoría de las plantas venenosas como ya cité anteriormente, tienen una útil y beneficiosa aplicación en algunos de los medicamentos que, afortunadamente, cuidan de nuestra salud y salvan vidas aplicados con carácter científico en cada caso y previamente dosificados en los laboratorios de origen.

Los profanos en la materia, debemos abstenernos de manipular este tipo de plantas para evitar correr riesgos innecesarios.