10 abril 2014

¿INCÓGNITA O REALIDAD?



¿QUO VADIS, ESPAÑA…?  (Adónde vas, España)
Ante un acontecimiento de tal magnitud como el ocurrido el martes de esta semana   en el Congreso, y las consecuencias que del mismo se derivarán a corto plazo en uno u otro sentido; los unos defendiendo sus posiciones y los otros rechazándolas para demostrar que su línea de pensamiento es la más ecuánime y, teniendo en cuenta que es un tema el de la independencia de Cataluña que afecta directamente a todos los españoles (a unos más que a otros, por supuesto) de cualquier parte de la piel de toro; sería aconsejable reflexionar concienzudamente los motivos que han dado origen a este evento; si bien, no seré yo en este momento quien lo intente.
No es mi intención entrar en disquisiciones porque no ha lugar a ello, y sería tedioso analizar una a una las distintas discordancias por ambas partes; pero lo que sí es cierto, es que no se han hecho las cosas bien ni por parte del Gobierno de la nación, ni por la parte del Gobierno catalán que, dicho sea de paso, se ha pasado en algunas cosas y en otras se ha quedado más bien corto; pero, a ambas partes les ha faltado diálogo; diálogo sin el cual es materialmente imposible llegar a ningún acuerdo y, en el caso que nos ocupa, es imprescindible un acuerdo dialogado, porque, lo que no se consiga con la palabra, no se conseguirá “jamás” con ningún otro método, incluidas las armas. Se le podrá interrumpir con carácter temporal la Autonomía a Cataluña sembrando la discordia a diestro y siniestro sin lograr apaciguar los ánimos independentistas que se respiran en estos lares, pero si no se dialoga y negocia un acuerdo que, como en los pactos de La Moncloa se llevaron a término para lograr la democracia que ahora tenemos, aunque no sea perfecta y necesite arreglos, no lograremos el entendimiento que la situación requiere con carácter de urgencia.
El martes, asistimos al acto que tuvo lugar en las Cortes para responder a la petición de la Generalitat de Cataluña que demandaba del Parlamento español autorización para poder llevar a término legalmente en la comunidad catalana, un referéndum que, dependiendo del resultado de la consulta,  podría dar pie a la independencia de esa autonomía del resto de España, constituyéndose en un futuro no lejano en la República Catalana que parece ser que ansía la mayoría de catalanes, a juzgar por las muestras que últimamente se están dando en ese sentido entre el pueblo catalán.
No se le concedió la autorización a Cataluña como estaba previsto y, políticamente hablando, quedó meridianamente claro las posturas de cada cual al respecto; ahora, veremos las consecuencias que se derivan de este acto y hasta qué punto benefician o perjudican a unos y a otros; eso está por ver. El tiempo nos lo dirá, pero, más de un problema sí acarreará, aunque esto sea un tema aparte que a todos nos afecta.
Personalmente no creo en los Reinos de Taifas porque fueron un autentico desastre que, desde mi punto de vista está fuera de lugar; pues, cuanto más grande es un país, más y mayores posibilidades tiene de salir airoso adelante de cara a un futuro inmerso en la globalización irreversible que hoy por hoy nos afecta a todos los humanos que ocupamos el planeta tierra.
 Los estados pequeños (excepto Suiza, en la que se dieron unas circunstancias irrepetibles) no pasarán de la mediocridad futura, a pesar de que algunos de ellos, gracias a haberse convertido en paraísos fiscales no les va nada mal de momento, pero que, de cara al futuro y a largo plazo, eso no pasa de ser pan para hoy y hambre para mañana, aunque ahora no lo parezca. Los estados pequeños, como las vacas flacas, antes o después, serán comidos por los grandes (por las vacas gordas) y, no pasarán de ser unas marionetas que, cuando no son manejadas  por los unos, lo son por los  otros, a pesar de que a nadie le guste esa situación. Los mini-estados, por muy buena voluntad que tengan sus dirigente y gobernantes y mejor intención todos sus ciudadanos, les pasará lo mismo que al gallo enano, que, en querer y no alcanzar se le pasa todo el año.
Los partidos que en nuestro país alternan la gobernabilidad del Estado, cuando están en la oposición prometen y prometen sin descanso lo que luego no cumplen cuando gobiernan.
Ahora que le toca al PESOE ocupar el banquillo, y, a la vista de algunas de las muchas irregularidades de la Iglesia Católica Apostólica Romana, preeminente en nuestro país, aunque algunos sectores lo nieguen, prometen si ganan las próximas elecciones y gobiernan, anular el Concordato de 1.979 que, el Estado tiene con la Santa Sede. ¿Por qué no lo hicieron cuando gobernaron durante tantos años: por miedo o por cobardía?
El acuerdo Iglesia-Estado español es una sangría para el pueblo llano aunque esto no se diga. El contribuyente tiene que pagar con sus impuestos el mantenimiento de una religión aunque no sea la suya, que despilfarra grandes cantidades del dinero recibido y que acumula una fortuna como ninguna otra y posee el mayor patrimonio del país (esto, requeriría un libro de más de 5.000 páginas para ponerlo en claro y, no es el caso); amén de una serie de privilegios que el Estado le ha concedido. ¿Por qué a ésta iglesia sí y a las demás no? ¿Dónde está la igualdad?
La situación actual de la economía de nuestro país, requiere de un acuerdo urgente con la Iglesia que ponga cada cosa en su lugar, aclarando uno a uno, todos y cada uno de los puntos reflejados en los actuales acuerdos que tanto perjudican a los ciudadanos españoles que sufren sus consecuencias, y eso, sólo se soluciona dialogando. Negociando un nuevo acuerdo ecuánime. Sólo con ecuanimidad se dará satisfacción a un acuerdo equitativo, si queremos que en este aspecto, España esté en el lugar que le corresponde.
En el PESOE, desde que fueron humillados en las urnas en las últimas legislativas y está en tanganillas el partido, se están dando cuenta de las anomalías que han supuesto sus errores políticos del pasado en relación con Cataluña, cuando ya casi es tarde para enmendarlos. Es cierto que otros partidos también han cometido mayores errores en ese sentido, también por falta de diálogo y acuerdos entre ellos que les permita hacer una política a nivel nacional que beneficie a los ciudadanos que les pagan sus condescendientes sueldos.
La pasividad y apoyo a las tropelías de los bancos, (todos los partidos sin excepción) algunos de ellos que sin ningún escrúpulo han desplumado a los ingenuos ciudadanos que confiaban en su gestión (ejemplo las preferentes) que, cuando han tenido necesidad los han rescatado para que luego esos mismos bancos los puedan deshauciar sin ninguna consideración ni respeto, cuando no puedan pagar la hipoteca porque las circunstancias se lo impiden, mientras los políticos miran al otro lado; hasta que las plataformas se han echado a la calle y han dicho Basta, logrando los primeros éxitos que como los brotes verdes, anuncian la primavera.
¿Por qué los políticos no lo solucionan como es su obligación? Quizás sea porque son unos ineptos, o porque algunos son más falsos que una moneda de escayola e incapaces de negociar entre ellos acuerdos para confeccionar unas leyes que le pongan remedio, no ahora, que ya es tarde, sino muchos años antes de que esto ocurriera. ¿O, es ven menos que un topo?
No sólo en el PESOE, no supieron, no quisieron o no se atrevieron a explicarle al pueblo llano lo que se nos avecinaba con la crisis que ya se nos echaba encima y lo sabían todos los partidos, todos, y todos, no solo nos ocultaron la verdad: nos mintieron, por mucho que algunos ahora se rasguen las vestiduras diciendo que ellos ya avisaron; avisaron de lo que les convenía cuando les convenía a sus interese; ¿qué interese?
Cuando gobernaban, todos en el PESOE (y en el resto de los partidos también) sabían y saben que los funerales de estado oficiados por la autoridad eclesiástica no son constitucionales, pero, ninguno ha dicho nada a pesar de las anomalías que se han producido a lo largo de nuestra democracia, hasta ahora, que la cosa al PESOE se le pone un poco oscura y trata de alumbrase hasta con los cirios de la catedral o con las arbitrariedades cometidas por algún clérigo en el funeral de Estado del ejemplar expresidente, Adolfo Suárez González, que colmaron el colmo de la paciencia de todo demócrata que se precie, con la interpretación tan sui géneris que el mismo tiene de nuestro país y del desenvolvimiento de la actividad democrática que regula el quehacer de los españoles, que ya somos lo suficiente maduros como para que ningún prelado nos diga como debemos gobernarnos.
En ese funeral presidido por el Cardenal Rouco Varela, que, con su clásica verborrea generó la indignación de los unos y los otros sin que nadie le diga nada por su ¿“indiscreción…”?, su discordia e inoportunidad, u oportunidad torticera.
Sin lugar a dudas, este señor no debería haber intervenido en el evento, cuando, hasta el mismo Pontífice de Roma, el Papa Francisco, ya no tiene depositada su confianza en dicho Prelado; y nos hubiésemos evitado la polémica generada por tamaña indiscreción; pues, si ya se sabía de antemano que el Cardenal Rouco es proclive a estos comportamientos: ¿por qué el Gobierno o la autoridad eclesiástica correspondiente permitió su protagonismo en un acto tan significativo, si, era lógica su salida de tono como ya es tradición en ese jerarca del Medievo? ¿Por qué aquí también faltó dialogo al respecto entre los responsables?
Sería interminable la lista de anormalidades por parte de nuestras autoridades gobernantes cuya actitud política no es nada ejemplar que digamos ni parece abocar en una actitud halagüeña que nos permita confiar en el futuro en su comportamiento; más bien parece encarrilarse a alejarse de la credibilidad del pueblo hacia las mismas dado la cultura de la mentira y el engaño que últimamente nos están demostrando con su torticero mal hacer. Jamás en la historia de la democracia, de ninguna democracia, sus máximos representantes han tenido una calificación tan baja de su comportamiento, ni tan poca credibilidad y respeto por parte de los ciudadanos como ocurre en la actualidad con nuestros políticos. No solo con los que nos gobiernan: Con todos… ¿Por qué será?
No quiero entrar en la corrupción, que debería ser el motivo principal que todo político de bien tendría que esforzarse por atajarla de raíz caiga quien caiga, pero que, sin embargo, la están encubriendo y edulcorando como si a los corruptos afines al partido de cada cual hubiese que protegerlos del enemigo; ¿de qué enemigo? El enemigo del pueblo son ellos con su comportamiento, además de los que los amparan, le dan cobertura y no denuncian ante la Justicia a la que le ponen toda clase de trabas para que no los castigue. Pero: ¿Qué país es el nuestro? ¿Es España? ¿De qué España estamos hablando? ¿Alguien me lo puede explicar?
Si la España que nos espera, es la que parece vislumbrarse con la actuación rampante de los que nos gobiernan; la preocupación por el comportamiento de la clase política española sólo me conduce a la siguiente pregunta:
¿QUO VADIS, MI ESPAÑA…?

07 abril 2014

CONTAMINACIÓN Y RUINA

CONTAMINACIÓN Y RUINA
El apego al dinero fácil y sin miramientos para conseguirlo, la pérdida de principios, la falta de escrúpulos por parte del mercado agresivo y el capitalismo salvaje y deshumanizado, junto a la escasez de respeto hacia el desfavorecido por el dios dinero y la ilimitada ambición del poderoso, nos está llevando a un punto de no retorno en el que el planeta que nos cobija se está degenerando con carácter irreversible, por la desmedida ambición de unos avaros que son incapaces de frenar esa arrolladora fuerza destructiva del mal que les genera ceguera al raciocinio y les aumenta progresivamente la insensibilidad.
A esto nos lleva la avaricia desmedida en la que vivimos inmersos y la insaciable codicia que nos invade por el sólo afán de ir acumulando más y más bienes materiales que sólo nos conducen al distanciamiento y la discordia entre los humanos.
¿Llegará el momento en el que, todos seamos cómplices del planeta que habitamos y nos identifiquemos con él y lo respetemos, ya que es nuestro cobijo y protección?
La ceguera y ambición por el dinero es cada día más abismal entre los poderosos a los que nada les importa el daño que puedan causar con su actitud al medio ambiente ni al degradar el planeta o esquilmarlo con tal de saciar su sed de poder y de añadir más ceros a su número de cuenta bancaria, sin tener en consideración el futuro de las próximas generaciones que se van a encontrar con deudas y miseria por todas partes causadas por nuestra ceguera e ineptitud; ni que el resto de los humanos que habitamos el planeta azul suframos las consecuencias derivadas de los daños que les causan estas deplorables actitudes sin escrúpulos.
La pasividad con la que estamos tomando la mayoría de ciudadanos el comportamiento de estos avaros con una ambición sin límites, sin hacer apenas nada al respecto, no dice nada a favor de nuestra sensibilidad como personas que se precien; las cosas ni se arreglan ni se cambian solas, necesitan empuje, dinamismo, acción, y, no parce que la línea a seguir sea la acertada con nuestra actitud flemática e inactiva.
 Es bien  conocido por todos, que las organizaciones ecologistas (y no pocos ciudadanos librepensadores) están haciendo un gran esfuerzo en todos los sentidos para concienciarnos de los problemas que se nos avecinan si seguimos permitiendo que las grandes multinacionales continúen esquilmando los mares, las minas, los pozos petrolíferos, etc., no importa que sea en el Ártico o el Antártico o incluso en la misma Atlántida, por citar unos ejemplos.; sin contar la innombrable explotación infantil que clama al cielo.
¿Qué pasará cuando se agote el petróleo, el gas, el carbón, las minas de oro, etc.; echaremos mano de las energías alternativas de las que ya disponemos pero no se utilizan por culpa de los grandes intereses creados al respecto?  ¿Por qué no las utilizamos ahora y evitamos la innecesaria contaminación que estamos generando? La respuesta es bien sencilla. Como a los explotadores no les importamos nada nadie, pues, pasará lo de siempre: que, pagaremos las consecuencias los de siempre, y se llevarán los beneficios también los de siempre. Así de fácil.
A los explotadores de recursos naturales, nunca les ha importado contaminar el ambiente o dañarla salud de los habitantes del entorno en el que ejercen su actividad, o sea, su expolio; eso no significa nada para ellos; lo que les importa es el dinero que genera su actividad; pero, si se me permite, tampoco para los responsables políticos que la autorizan y facultan tamaño desaguisado que, desde mi corto entender, no llego a comprender bien qué beneficio obtienen con ello esos, “llamados políticos”. O, sí lo entiendo, pero, también me lo callo siguiendo sumiso la corriente del resto de la gente. ¿Será eso…?