19 enero 2014

¿CUÁL ES EL MOTIVO?


¿Por qué se está devaluando la palabra “política” y la política en nuestro país, a un nivel tan bajo que, “casi todos los políticos de casi todos los partidos políticos” en cada nueva encuesta baja su puntuación, a tal nivel que ningún ministro consigue el aprobado de la ciudadanía? ¿Cuándo ha habido tanto descrédito en la política como ahora? ¿Qué está pasando con nuestros representantes? ¿En qué se están convirtiendo?
¿Cómo es posible que el partido principal de la oposición, cada vez baje más su credibilidad entre los ciudadanos haciendo la política que está haciendo el Gobierno?

La palabra “política” se deprecia más y más cada día en España. Nuestros representantes políticos con su deleznable actitud están haciéndole perder el crédito ante los ciudadanos a los que se supone que sirven (¿o, de los que se sirven?); empezando por el Presidente del Gobierno que solo se preocupa de su imagen y la de su partido, sin importarle en absoluto de romper sus abundantes promesas -escritas en el aire- y desmentir la realidad. ¡Qué triste...! ¿Esa es la credibilidad política que se supone en el máximo representante del Gobierno de todos los españoles? En el futuro, ¿quién creerá en sus explicaciones o en su desacreditada palabra cuando ambas sean ciertas, si es que alguna vez lo llegan a ser? La palabra del máximo responsable del Gobierno, se supone que es respeto; respeto y la consideración que merecen todos  los ciudadanos que depositaron en él su confianza y los que no se la concedieron; pero, es el representante de todos, de todos sin excepción; guste o no guste a los detractores de su línea de pensamiento.

¿Quién podrá tener fe en el Presidente cuando, en la pantalla de la televisión a la que nos tiene tan acostumbrados, aparezca derrochando su abundante simpatía, anunciando, prometiendo, explicando (por poner un ejemplo), que las pensiones son sagradas, que no las tocará, cuando es notorio el revuelo que se ha armado con el anuncio o insinuación de lo contrario; o, cuando prometa algo que sea de verdadero interés para el común de los ciudadanos, si es bien sabido que, generalmente, siempre  hace lo contrario de lo que dice o promete? ¿Cómo se come esto? ¿Cuántas veces ha incurrido en una flagrante desconsideración hacia el pueblo llano con su mentira o (en algunos casos) ausencia de la verdad ante una situación clave para la economía del país con la más absoluta indiferencia hacia el pueblo que representa y, en teoría debería servir con equidad, cuyos ciudadanos se van a quedar sin ojales en el cinturón para poder apretarlo tanto como se le exige a cambio de una más que absoluta inutilidad de una buena parte de su gabinete y de los responsables políticos de su partido; de todos, y de todos los partidos (no solo del Presidente), que tanto y tanto prometen para seguir apoltronados como siempre, ofreciendo más de lo mismo pero de peor calidad?

Quizá alguien se pregunte: ¿Cómo saldremos de la crisis que nos atenaza con esa crisis de credibilidad en la mayoría de nuestros representantes políticos?
La verdad es que no todos son unos embusteros, pero si una parte muy importante de la plantilla que está cobrando unos sueldazos muy abultados y rindiendo mucho menos de lo que tendría que rendir. ¿Es cierto o no?
También es cierto que algunas veces pagan justos por pecadores (como diría mi abuela), de todo hay en la viña del Señor; pero, una parte importante de nuestros representantes nos están demostrando por activa y por pasiva que las palabras hechas frases de un político español están devaluadas al mínimo, que están ausentes de sentido común porque están vacías y carentes de credibilidad para un elevado número de ciudadanos.

Para no perder la costumbre y poder seguir en el alero, hablan mucho para no decir casi nada y conseguir una hemorragia de su enclenque reputación sin visos de recuperación aparente ante el escenario que  para representar la comedia (su comedia), ellos mismos han construido a base de su falta de respeto y desconsideración hacia los ciudadanos que, como siempre, somos los paganos de sus irresponsabilidades. ¡Qué ironía!

Siendo sinceros, hemos de reconocer que, eso no ocurre solamente en nuestro sufrido país que se está convirtiendo en la cueva de Alí Baba para defraudadores y corruptos de todo tipo; el mundo hoy por hoy, es un lugar semi inhóspito para muchos millones de seres humanos que están sufriendo las más cruentas humillaciones y vejaciones, muriendo de hambre y miseria, porque los que lo pueden solucionar no lo hacen, y sin reglas eficaces para darle la solución que está a su alcance.
Éste nuestro mundo, del que solo cabe esperar más ruina, más miseria y desempleo, más desánimo si los políticos no lo remedian, las actuales diferencias abismales existentes entre distintas clases sociales, en el futuro serán siderales, y, no por culpa del sufrido ciudadano de a pie, sino por la falta de equidad y moral de una considerable parte de responsables (o irresponsables) políticos en cuyas manos está el poder para solucionar las cosas que necesitan arreglo; y, más que realizar con equidad su labor de repúblicos, están demostrándonos que su única preocupación, ha sido y es, sus partidos y sus intereses personales. ¡Qué triste, pero, qué real...! a pesar de que una parte importante de nuestra sociedad no lo vea, no lo quiera ver así, o lo considere fuera de lugar o un absurdo; pero, quizás ese absurdo, sea tan absurdo como negarse a admitir la existencia de un sonido si no se demuestra su peso en kilos. Ridículo, ¿verdad....? Pues, ya le podemos dar todas las vueltas que queramos, que, se mire por donde se mire, esa es la triste realidad. No hay otra.

Y, ante ésta situación tan absurda, algunos nos preguntamos: ¿dónde están las voces sabias que en la política española fueron la esperanza y la confianza en el futuro cuando la transición, para que ahora nos puedan echar una mano y transmitir a los ciudadanos confianza y fe en el equipo de gobierno, en la enclenque oposición y en los rancios nacionalismos, que no nos han vendido nada más que humo a espuertas y promesas huecas y sin contenido, y vacías de credibilidad? ¿Dónde están ahora, dónde se han metido?  ¿Se han quedado mudas, se las ha llevado el ciclón de la crisis o, se han protegido con el escudo de la hipocresía y la despreocupación? ¿Acaso están meciéndose en la mecedora,  o tumbados a la bartola  en una de las más hermosas playas del Caribe, confiados en que, en su momento, ellos hicieron todo lo que tenían que hacer, en aquellas circunstancias y ya han cumplido con su deber?

La imagen de la política, está deteriorada por las intervenciones de los nefastos políticos que son los que manejan el cotarro a su antojo, como lo están demostrando últimamente en los casos de corrupción en los que no ponen a cada uno de esos pajarracos corruptos en el lugar que le corresponde y, para más inri, a algunos de ellos, los defienden a capa y espada sin ruborizarse  ni sonrojarse por ello. ¿Por qué? ¿Quién tiene la culpa de ese comportamiento: los que lo hacen, o los que se lo permitimos hacer? Cada uno que responda en conciencia.

Por citar un par de ejemplos:
Primero.- En España tenemos más de 35.000 coches oficiales a disposición de esos “representantes”  ¿Hacen falta todos, o sobran más de las tres cuartas partes? ¿Para qué  necesitamos esa barbaridad de coches destinados a gente que puede realizar su labor sin un chofer y un coche a cargo del Erario Público como ocurre en otros países cuya democracia nadie pone en duda, como por ejemplo Suiza? ¿Para qué sirven los transportes públicos? ¿Nos sobra el dinero? Pues, así todo... Sin más comentarios.

Segundo.- La crisis del  2.008 fue generada por Goldman Saghs, pero las consecuencias las pagamos todos, porque degeneró en una crisis mundial de nada buena solución; pero en nuestro país, gracias a la actitud de algunos de nuestros dirigentes que -tanto al inicio como durante el desarrollo de la misma,- no han actuado siempre con la diligencia debida ni adoptado las medidas más adecuadas para que no repercutiese tan agresivamente sobre los más débiles como ha ocurrido; y, sin embargo: ¿los políticos de turno nos han contado la verdad real, o nos la han ocultado, cuando no mentido? ¿Qué credibilidad podemos tener en la “palabra” de la mayoría de ellos? ¿Ha llegado el momento de sustituir la “actual clase política” por otra que no lleve tanto peso en la mochila, que casi no los deja andar y les está jorobando?

Ante éste panorama: ¿Qué valor le tenemos que dar a la palabra de un político que en campaña electoral promete y promete sin descanso, para, una vez llegado al poder hacer lo contrario de lo prometido sin importarle mucho el pueblo llano que lo eligió confiando en su palabra de candidato honrado?  ¡Pobres generaciones venideras...!

Sin embargo, no debemos olvidarnos de que los que mandan, mandan porque nosotros les hemos mandado mandar; como consecuencia, habría que poner fin a éste desaguisado antes de que no tenga remedio, que lo tiene.

La confianza perdida en nuestros políticos como consecuencia de sus mentiras, es única y exclusivamente debida a la devaluación de la palabra. De su palabra. ¿Por qué...?