31 julio 2012

FIESTAS

Las manifestaciones de júbilo que siempre están presentes en los eventos anuales para celebrar con entusiasmo algún acontecimiento festivo como las fiestas patronales u otros, forman parte de la memoria tradicional de los usos y costumbres del pasado, y son el puntal que aguanta el buen hacer de los pueblos primitivos, que lo enlaza con las actuales áreas rurales esparcidas por nuestra geografía en las que se continúan conservando las viejas tradiciones heredadas de nuestros antepasados.

En la cultura popular, -afortunadamente, parece que cada día se va viendo con mayor consideración y respeto el buen hacer de los que nos precedieron y legaron su idiosincrasia- encontramos el interés que los contemporáneos tenemos por la cultura residual que hemos conservado de aquellos que en aquellos tiempos formaron y forjaron la historia que hoy conocemos y no siempre bien conservamos.

Desgraciadamente, con el paso de los años, y la paulatina pero implacable despoblación de algunas zonas rurales, muchas tradiciones han ido cayendo en el olvido cuando no, desapareciendo de nuestra cotidianeidad. Si bien; afortunadamente, cada día afloran con más ímpetu las costumbres y tradiciones que últimamente habían sufrido de desarraigo y se van recuperando lentamente pero con la suficiente solidez como para que no desaparezcan.

La época estival, que es propicia para conmemorar las fiestas tradicionales y su celebración por toda la piel de toro, es abundante en acontecimientos con arraigo en las pequeñas poblaciones.

Las religiones y santerías, a lo largo de los tiempos han sido los elementos influyentes y frecuentemente determinantes de imbuir en las gentes las celebraciones festivas que ellas estimaban, y establecían un calendario según sus creencias, ideologías o intereses del momento que, con el paso del tiempo se convirtieron en tradiciones o costumbres,  cuando no en imposiciones más o menos folclóricas de las gentes que, ávidas de celebraciones y, agobiadas por la dura lucha diaria que mantenían durante todo el año para su supervivencia, dadas las circunstancias y escasas oportunidades que se le ofrecían en aquellos tiempos, esperaban con entusiasmo la llegada anual de esos días de fiesta para olvidar las penurias  y darle rienda suelta a su instinto.

Hoy día, dadas las circunstancias y mentalidad de las gentes, y, a pesar de la agobiante crisis que nos afecta y en parte nos atenaza, se espera con ilusión la llegada de las fiestas patronales para poder celebrarlas con entusiasmo, aunque en muchos casos sea necesario un largo recorrido par acercarse hasta el lugar de su celebración, como es el de algunos de mis compueblanos que, tras bastantes cientos de kilómetros a la cintura y el cansancio que ello produce; arriban a sus casas eufóricos y deseosos de que llegue el día del patrón del pueblo para poner el motor en marcha y no detenerlo hasta que se quede seca la gasolinera.

Eso es tener sabia, energía, coraje y mucha, pero que mucha esencia en el frasco para tomar como vitamina acompañada de la alegría que requiere el festejo.

La fiesta de San Lorenzo, en La Zarza, constituye la expresión religiosa de mayor trascendencia en la población, y afortunadamente, parece que crece el número de asistentes que cada año acude a su celebración; ya no sólo como acontecimiento religioso, sino también, (o más bien) como una fiesta pagana que, gracias a las peñas, han logrado que la fiesta esté en auge y sea esperada con ilusión por los foráneos y residentes..

Las viejas costumbres, tradiciones y creencias arraigadas desde la infancia en aquellos compueblanos que por circunstancias de la vida, casi siempre ajenas a su voluntad, se vieron en la necesidad de abandonar su pueblo, mi querido pueblo (con lo que ello supone), para buscarse el sustento en otros lares en los que la situación les era más propicia, hizo que también les acompañaran aquellos principios, aficiones, costumbres, creencias y, por qué no decirlo, también nostalgias; todas ellas adquiridas desde el origen de su existencia en la tierra que les vio nacer, que, guardadas y atesoradas en lo más recóndito de su ser y saber afloren en momentos tan transcendentes como las Madrinas, el hornazo, o la fiesta patronal del diez de agosto, tan querida, esperada y añorada por todos, con todo lo que conlleva su aportación a esos festejos.

Los vídeos, fotografías, escritos, comentarios, etc. que, a través de la web zarceña permiten a los que, como yo no lo viven en directo, tener una idea bastante aproximada de cómo son en la actualidad las fiestas, demuestran el arraigo de las gentes zarceñas por las costumbres de su pueblo, además de los muchos y grandes sentimientos que ya desde muy niños, anidan en lo más recóndito de su fuero interno.

Bendita costumbre la de volver al pueblo que hace que no se pierda la esencia de su existencia y revivan las viejas costumbres y tradiciones como el Hornazo, las Madrinas, etc., que, si bien los residentes las mantienen en estado latente, aquellos que se fueron en busca de mejorar su sustento y siguen volviendo al pueblo con frecuencia, colaboran y hacen que las mismas tengan más viveza y vitalidad; pues, para ambos, es enriquecedor y muy significativo  el aporte que reciben.

En Internet, mediante la web que, gracias a Manolo funciona como un reloj suizo, he podido comprobar con gran satisfacción por mi parte, que, algunos como, Salva, que tiene la suerte de albergar en su cuerpo una marcha caribeña poco frecuente  y  sin ser oriundo de la Zarza, hace con su presencia que las fiestas del pueblo (todas) tengan un mayor auge, añadiéndole esa salsa vibrante que circula por sus venas con más alegría que las jóvenes y dinámicas neuronas que le acompañaban a San Pascual Bailón.

Gente así, merece la mayor consideración, respeto y reconocimiento que se le pueda ofrecer por parte de todos los zarceños de  bien.

No quiero decir que sea sólo Salva el único que anima el ambiente en las fiestas; lo he puesto como  ejemplo por no ser nacido en el pueblo y, sin embargo, ser una pieza importante en el desarrollo de sus acontecimientos folclóricos y fiestas en las que participa directamente formando parte de las mismas, al que el municipio debería considerar (desde mi punto de vista), nombrarlo hijo adoptivo del la Zarza por la labor que realiza en favor de sus costumbres y tradiciones, algo que es digno de encomio.

Es un pequeño detalle que, para él, y otros más que hacen que el buen nombre de la Zarza sea cada día más conocido, (personalmente, considero que) merecen algún reconocimiento, aunque sólo sea un pequeño detalle, pero sería muy enriquecedor; pues como dice el refranero: Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero; y, motiva, ayuda y anima a seguir en el empeño. Es un aliciente más que llena de satisfacción al homenajeado. Y los homenajes no deben ser a título póstumo; son más gratos en vida.

Sé bien que son muchos más los zarceños/as que, residiendo fuera del pueblo todo el año, de una u otra forma aportan una importante colaboración para mantener viva la imagen de su lugar de nacimiento: Cari, Manolo, Félix, etc., por citar algunos, pero es congratulante que alguien como Salva aporte tanto. Por mi parte, ¡¡¡gracias, paisano...!!! Y, felicita de mi parte a tu esposa por el acierto en su elección. No siempre se da en el centro de la diana.... Ni tampoco siempre se tiene la suerte de casarse con una zarceña, aunque sea uno muy majo.... ¿Estás de acuerdo....?  Bueno pues, ya somos dos.

Aunque ésta tierra catalana esté algo alejada de la Zarza; en la distancia, espero y os deseo a todos los paisanos y acompañantes que hogaño tengáis unas felices, alegres y divertidas fiestas patronales.

Este año el pueblo tiene un motivo de regocijo, -más bien especial-, con la incorporación a las fiestas de la “carrera de Vicente Martín” que tantos desvelos les ha costado a sus organizadores y es digna de éxito; porque es un extraordinario deportista y gran persona merecedor del mayor de los reconocimientos.

Desde ésta ventana, hago un llamamiento a todos los paisanos y simpatizantes para que aportéis vuestro granito de arena a la celebración del evento; bien, colaborando en su organización, o mejor aún, participando en ella y demostrándole el apoyo de sus paisanos a tan ilustre personaje que tan alto está dejando el pabellón.

Una masiva participación de zarceños, animaría al deportista y prestigiaría la carrera que, se da por descontado que será la punta del iceberg.

¡Ojalá! que sea un éxito la primera carera en honor de nuestro ejemplar paisano y se pueda repetir anualmente en el futuro para que se convierta en un icono, que sirva de referencia en el entorno comarcal y provincial.

¡¡¡Ánimo, Vicente....!!!  Tú puedes.....y, el resto de paisanos si quieren, también. Es cuestión de poner más o menos voluntad en el empeño; pues,  en el éxito de la carrera, también va incluido el prestigio del pueblo, con lo ello supone.

¡Vívela con alegría e ilusión!    Si quieres, puedes....

Te deseo el mayor de los éxitos en esta carrera especial para ti. Ya sé que, con gran esfuerzo, tenacidad y sacrificio, has conseguido muchos y valiosos éxitos, posiblemente de mayor redundancia; pero, “eso de ser profeta en tu tierra, tiene un valor añadido”, estoy convencido de que lo vas a lograr; porque, además, de todos los ademases,  te lo mereces.

Desde aquí, mi reconocimiento a tu persona y a tu labor. Mucha suerte, Vicente.   ¡¡¡Adelante....!!!

Que el buen tiempo os acompañe (ya se cuidará de eso Agustín) y  San Lorenzo sea propicio con todos los que ponéis vuestra mejor voluntad en la celebración de su fiesta. La de todos nosotros.

A los que tengáis que viajar en coche o moto largos (o cortos) recorridos: Prudencia, paciencia, temple y saber esperar y compartir. La vía es de todos por igual.
Conduciendo, olvidaros de la hora. Lo importante es llegar; pero no llegar al pueblo, sino 
llegar de” el pueblo, después de disfrutarlo.

 No tengáis prisa por llegar una hora antes. ¿Qué es una hora en la vida de una persona?

No olvidarse de parar cada  dos horas o doscientos kilómetros aunque sólo sea unos
minutos para dar un ligero paseo (ya sé que no lo haréis), refrescarse o tomar un café y
estirar un poco las piernas; pues lo de yo controlo, lo he oído miles de veces y en algunos
casos cuando ya era tarde, aunque a ellos no se lo parecía. 

La vida es para vivirla, no para entregársela a la carretera.

Volveré a ponerme en contacto con vosotros en septiembre. Salud y suerte a todos

Y....; ¡¡¡a disfrutar de la vida, que son dos días...!!!

25 julio 2012

AL VOLANTE


VERANO

A pesar de ser un muy viejo consejo que ya escuchaba yo en mi juventud cuando me sacaba el permiso de conducir en Donosita (San Sebastián) al comienzo de los sesenta del siglo pasado, no está de más recordarlo de cuando en cuando para refrescar la memoria sobre el particular, y ahora que en este verano, el calor es agobiante, en plena época estival nos puede venir bien.

Como no siempre se encuentra un sitio adecuado a la sombra para dejar el coche estacionado  y no nos queda más remedio que dejarlo donde podamos, os daré un consejo –viejo consejo de un viejo- sobre las consecuencias que se pueden derivar si al coger de nuevo el vehículo, no tomamos unas elementales precauciones.

Un coche estacionado a la sombra durante un día con las ventanas cerradas (como es lógico), puede contener de 400-800 mg. de benceno.
Si está bajo el sol a una temperatura superior a 16º del termómetro centígrado, el nivel de benceno subirá a 2.000 – 4.000 veces el nivel aceptable para la salud.

La gente que, cuando tiene aire acondicionado o climatizado su vehículo, normalmente se sube al coche manteniendo las ventanas cerradas, inevitablemente al respirar, inhalará excesivas cantidades de esa toxina letal si previamente no expulsa de su vehículo toda la contaminación acumulada durante el tiempo que el mismo ha permanecido al sol.

El benceno es una toxina que afecta al riñón y al hígado. Y, lo que es peor aún: es extremadamente difícil para el organismo humano expulsar esa maldita sustancia tóxica; que, por otra parte, es bastante desconocido su efecto entre los conductores normales.

En el manual que se le entrega  al conductor cuando se pasa por la autoescuela se aconseja de pasada que antes de poner en funcionamiento el aire acondicionado, deben abrirse todas las ventanas del coche durante un corto periodo de tiempo, tres, cuatro minutos más o menos; sin embargo, no se especifica con detalle el porqué. Y, eso es lo que pretendo exponer en éste tema.

Además de mantener las ventanas abiertas el tiempo indicado anteriormente, sería aconsejable circular durante un tramo con las ventanas sin subir y el aire acondicionado a tope, para “limpiar” el habitáculo por succión de las impurezas tóxicas que puedan quedar residualmente.

¿Qué es el benceno?

El benceno es un hidrocarburo cíclico (perteneciente o relativo a las estructuras moleculares en anillo), de seis átomos de carbono y de amplia utilización como disolvente y/o reactivo en laboratorios y usos industriales.

El benceno es un líquido incoloro con olor dulce. Se evapora al aire rápidamente y es poco soluble al agua. Es altamente inflamable y se forma tanto en procesos naturales como de actividades humanas.
Los volcanes e incendios forestales constituyen fuentes naturales de benceno; también el petróleo crudo, gasolina (el humo de los cigarrillos, pero en menor cantidad), u otras materias que se queman generan grandes cantidades de benceno que, en muchos casos sería evitable.

La Agencia Internacional para la investigación del cáncer (IARC) y la EPA, han determinado que el benceno es carcinogénico (sustancia o agente que produce cáncer) en seres humanos.

Respirar niveles de benceno muy altos (que no es el caso que nos ocupa) pueden causar la muerte, mientras que niveles bajos (esto sí nos preocupa) pueden causar somnolencia, mareo y aceleración del latido del corazón o taquicardia, irritación de estómago y convulsiones.
El benceno produce efectos nocivos en la médula ósea y en algunos casos disminución en el número de hematíes (glóbulos rojos de la sangre) lo cual, conduce a padecer anemia. El benceno también puede llegar a producir hemorragias y daños en el sistema inmunitario.

¡Atención...! Los efectos nocivos del benceno aumentan con el consumo de bebidas alcohólicas. 

¿Por qué tanta insistencia en resaltar los efectos del benceno?
La respuesta es muy sencilla: El aire refrescante que genera nuestro vehículo para mantener el ambiente a una temperatura agradable, antes de salir frío, arrastra hacia dentro del habitáculo formando remolino todo el aire del plástico caliente, el cual, emite benceno -en variables cantidades según las cambiantes circunstancias- que, como ya se ha dicho es una toxina que puede ser causante del cáncer.

Lleva cierto tiempo darse cuenta del olor del plástico calentado en el coche; sin embargo es algo que se nota enseguida cuando el vehículo permanece durante un tiempo a pleno sol, sobre todo si es nuevo; por eso, es importante mantener las ventanillas abiertas durante un corto periodo de tiempo antes de inhalar las toxinas que el mismo genera por el efecto del calor si ponemos en marcha el aire acondicionado.

Esta misma precaución la tomaremos también cuado hayamos tenido bastante tiempo el vehículo cerrado sin usar, tanto si ha estado guardado en garaje, como si ha dormido en la calle (garaje “la estrella”), pues aunque en menor cantidad, también habrá acumulado cierta cantidad de benceno aunque no haya estado a pleno sol, como se indica al comienzo en el  en el tercer párrafo de este escrito.

Recordemos:
No encender el aire acondicionado o el aire normal inmediatamente de entrar al coche; esperar unos minutos con las ventanas y puertas abiertas o no entrar hasta que haya desaparecido el tóxico que pudiera haberse acumulado dentro del mismo.

Una vez en marcha permanecer con las ventanillas bajadas y circular a la mayor velocidad que permitan las circunstancias dentro de las normas establecidas al efecto. Ya habrá tiempo de refrescarnos. Lo primero de todo es la salud y la seguridad.
¡Ojo...! Si llevamos niños dentro (y, muy especialmente si son bebés), serían estos los que más sufrirían las consecuencias de nuestro error si no atendemos a lo anteriormente expuesto y, ellos no son los responsables ni tienen por qué pagar las consecuencias de nuestros errores.

Así pués; a todos los lectores de la web zarceña: Antes de entrar en vuestro coche durante una más o menos larga exposición al sol, VENTILARLO bien para que de tiempo a que salga el aire viciado del interior que pueda estar contaminado de esa maldita toxina mortal y disfrutar del verano del pueblo y de las fiestas que ya están en capilla.

Unos minutos de espera antes de iniciar la marcha, pueden ser vitales para la salud  de toda la familia o amistades que nos acompañen.

No pretendo asustar a nadie con este viejo tema, solamente aconsejar, informar o si alguno lo prefiere, alertar; pues este consejo es como las lentejas....

Con este tema finalizo hasta septiembre el tema de “al volante” relacionado con la circulación, para que todos podamos disfrutar de las merecidas vacaciones que ya se esperan con cierta impaciencia (yo tengo vacaciones todo el año), lo reanudaremos en el punto en que se quedó antes de tratar el accidente.

Por mi parte,  desearos a todos que paséis unas agradables fiestas patronales.






20 julio 2012

AL VOLANTE


                                            EL ACCIDENTE  2ª  parte

Intenté no extenderme demasiado en la entrada anterior relacionada con los accidentes de tráfico, dejándome en el tintero una parte bastante considerable del tema; pero la complejidad del mismo no me permitió reducirlo más.

En esta segunda parte, intentaré compendiar lo máximo posible para que no resulte tedioso ni se haga muy largo y pesado; no obstante, es conveniente dejar algunos puntos bien claros para no fallar en el intento y cometer el error de hacer lo que no se debe hacer.

A riesgo de ser pesado y reiterativo, quisiera recordar a todos que en los viajes largos se debe parar cada dos horas o doscientos kilómetros y descansar un poco, tomar café o Coca-cola,         -mejor café si hay a mano-, refrescarse un poco y dar un paseo esparciendo y relajando la vista. Téngase bien presente que la prisa (y el sueño) además de mala compañera, es la mayor enemiga del conductor y que no por mucho madrugar amanece más temprano.

Como ya citábamos en la entrada anterior; si bien solo hay que detenerse ante un accidente cuando sea prudencialmente aconsejable y necesaria nuestra presencia; y, para que no existan errores de interpretación a lo expuesto; es necesario advertir que, nadie debe eludir sus obligaciones y responsabilidades para con los demás. Sobre todo si hay heridos, a los que trataremos de ver cómo podemos atender en caso de verdadera necesidad.

Los conductores y demás usuarios de la vía deben ser conscientes de que con su ayuda pueden contribuir a aminorar los efectos del accidente y evitar que se incrementen, pues ayudar y colaborar son claras manifestaciones de un elemental deber de solidaridad; si bien, esto no quiere decir que tengamos que colaborar cuando esa colaboración no sea indispensable, precisa o la misma sea inadecuada, o inoportuna.

Quitaré el freno de mano que dejé puesto al final de la entrada anterior relacionado con el comportamiento del conductor cuando se encuentra sorpresivamente ante un accidente de circulación; ahora lo bajaré para seguir la marcha y ver qué podemos (cuando podamos) hacer con los heridos si sabemos lo que hay que hacer.

Generalmente la presencia de heridos en los accidentes de tráfico le suele impresionar a la mayoría de las personas que, carentes de experiencia en estos avatares, pero con la mejor voluntad de colaborar se disponen a prestar su ayuda.

La espectacularidad de algunos accidentes y la gravedad de algunos heridos, hacen que más de uno se quede perplejo, inmóvil y confuso ante  el panorama que presencia y en determinados casos, hasta serían algunos de ellos  los que necesitarían la ayuda que iban a prestar.

Atender a los heridos no quiere decir curarlos. Entiéndase bien esto. Curarlos, los curará el médico y el tiempo. Nosotros no, lo único que podemos hacer es auxiliarlos, que ya es mucho. Auxiliar es prestar la ayuda que podamos. Avisar a los servicios de urgencia, señalizar el accidente, etc., por citar algunos ejemplos.

Ante la presencia de heridos, la mayoría de las personas normales no tenemos los conocimientos técnicos necesarios para saber bien lo que hay que hacer en esa anómala situación que siempre va acompañada de la correspondiente sorpresa; pues, el tratamiento a cada uno de los heridos, generalmente es diferente y requiere ciertos conocimientos de la materia.

Sin ningún ánimo de desconsideración, todos debemos entender y, entenderlo bien, que, si no sabemos como tratar a ese herido, NO DEBEMOS NI TOCARLO.
Es cierto que hay heridos graves que requieren una intervención rápida y eficiente, pero por alguien que esté en condiciones de hacerlo como lo requiere la situación. 

Veamos:

Vayamos por partes.
En principio a los heridos solamente le hablaremos, alto, claro, pausada y tranquilamente tratando de ganarnos su confianza. Debemos darle ánimos, tratarlos con la máxima normalidad, delicadeza y cordialidad como si fueran nuestros familiares o amigos más cercanos. Le preguntaremos cómo se llaman para dirigirnos a ellos por su nombre de pila y tratándoles de tú.

Al encontrar una victima desvanecida, lo primero es determinar si está consciente o no. Lo haremos sacudiéndola suavemente por los hombros y preguntándole: ¿Qué ha pasado? O pedirle que abra los ojos. Si se apreciaran posibles lesiones de columna, no la tocaríamos.
Así mismo, estableceremos un ambiente de seguridad y sosiego en todas las personas presentes y tranquilizaremos a las victimas.

Ya comentaba en la entrada anterior que si no se sabe bien lo que hay que hacer, no hay que hacer nada; pero, sobre todo, no tocar a los heridos hasta no estar bien seguros de que podemos ayudarles sin dañarles.

Es cierto que en todo accidente hay que actuar con rapidez y destreza pero sin precipitación, con serenidad y eficacia. Ya sabemos lo que es la prisa y sus consecuencias.
Tampoco hay que olvidar que en la práctica de los primeros auxilios, cada minuto que pasa es fundamental para rescatar, ayudar  salvar vidas, etc, pero en estos casos no caben las improvisaciones.

¿Qué hay que hacer?
Observar la situación y hacerse una idea del conjunto de la misma para poder determinar qué heridos son los que con más urgencia necesitan ser atendidos y qué ayuda precisa cada uno. Por tanto, lo primero que se debe observar es si el accidentado respira y si su corazón late. Procuraremos atender primero a los más necesitados, que, generalmente son aquellos que no dicen nada porque no pueden, NO nos dejaremos convencer por aquellos que gritan mucho y nos llaman insistentemente, porque si tienen energías para gritar, es que no están tan graves (salvo excepciones) como los que no pueden hacerlo y su vida pende de un hilo.

¿Cómo lo haremos?
Para comprobar los latidos del corazón:
Para esta operación, es necesario hacer una leve presión en alguna de las principales arterias con uno o dos dedos (en ningún caso con el dedo pulgar) Un buen sito es  el cuello por el que discurren las dos arterias carótidas que son las que llevan  la sangre a la cabeza para su riego sanguíneo, o bien, la  radial a la altura de las muñecas o la femoral a la de la rodilla.
Si no late el corazón (paro cardíaco),  al no tener riego sanguíneo, ese herido morirá en unos instantes, por lo que es necesario intervenir con la máxima rapidez dándole bombeo al corazón (masaje cardiaco) mediante la correspondiente presión por una persona entendida capaz de restablecer el ritmo cardíaco si no dispone de un Desfibrilador Externo  Automático (DEA) en cuyo caso, solo sería necesario saber manejar el aparato para reanimar al herido. En todo caso, llamar al 112 incluso antes de intentar la reanimación.

¿Qué haremos para comprobar si respira?
En una victima inconsciente, las vías aéreas pueden obstruirse. Esto se debe a que pierde el control muscular, dejando que la lengua caiga  y bloquee la vía aérea. Cuando esto ocurra, la victima tendrá dificultad para respirar con normalidad o no podrá respirar en absoluto; algo que conduce directamente a la muerte en pocos minutos si no se actúa diligente y eficazmente.

¿Cómo le podemos ayudar?
A todo herido que tenga dificultad para respirar con normalidad, lo primero es aflojarle las ropas que puedan oprimirle, y si es mujer quitarle el sujetador. En la medida de lo posible, colocarlo semi sentado.
Con tranquilidad y sin mover al herido, acercaremos nuestra oreja a su nariz lo más posible, para escuchar la suave salida del aire de sus pulmones que a veces en estos caso es casi imperceptible, o bien le arrimaremos a su nariz si disponemos de él un espejo, nuestro reloj, unas gafas o un cristal para ver si se empañan con el vaho. También miraremos al tórax del herido para ver si sube y baja con la acción  respiratoria (inspirar-espirar) al insuflar y expulsar el aire de los pulmones.

En el supuesto de que no respire, habría que asistirle la respiración, lo que se conoce como respiración artificial o, el boca, boca, consistente en insuflarle aire a presión con nuestra boca, por la boca del herido tapándole al mismo tiempo la nariz para que no se escape el aire por este conducto, a un ritmo y con una cadencia adecuados.

En cualquier caso, colocar al herido en posición de decúbito supino. (posición del muerto en el ataúd), lo pondremos boca arriba,  piernas juntas y estiradas, brazos pegados a lo largo del cuerpo y estirados, le elevaremos la barbilla e inclinaremos la cabeza de la victima hacia atrás para evitar que la lengua (que, en ese caso es un cuerpo inerte) impida la entrada del aire; eso permitirá respirar después de un estornudo o de haber tosido el herido.

Esta maniobra sólo deberá efectuarla una persona entendida, de lo contrario podría carecer de eficacia o lesionar al herido  causándole un daño innecesario y posiblemente irreversible.

Si el herido no respira ni late su corazón; habrá que hacer las dos cosas simultáneamente: respiración artificial boca a boca o con bolsa ambú si disponemos de ella y  darle masaje en el corazón presionando sobre él, para que bombee la sangre al cuerpo. Operación ésta, que de no tener práctica, lo más probable es que no resulte eficaz o perjudique al herido; con lo cuál: ABSTENERSE DE REALIZARLA LOS NO ENTENDIDOS.

Sé bien que alguno se preguntará: 
¡Entonces....!, ¿qué hacemos.? ¿Qué podemos hacer ante un accidente?
La respuesta es muy simple: ¿Qué sabemos y qué podemos hacer? Pues, eso es lo que haremos: lo que podamos y lo que sepamos, ni más ni menos, con eso ya es suficiente.

Es cierto que hay heridos que requieren una intervención rápida y eficiente, pero por alguien que esté en condiciones de hacerlo bien.

En algunos casos (bastantes), cuando el auxiliador no es una persona con conocimientos de la materia y el herido no respira, respira con dificultad o presenta síntomas de asfixia, lo más prudente hasta que llegue la asistencia sanitaria profesional, es colocarlo en posición de defensa; o sea, en decúbito lateral estable, (nunca boca arriba si no le vamos a hacer la respiración artificial) consistente en poner al herido de lado, de costado, si puede ser, primero del costado derecho y luego cada cierto tiempo cambiarlo de lado si fuera aconsejable siguiendo los siguientes pasos:

1º) - Arrodillarse junto a la victima; quitarle las gafas si lleva y cualquier objeto voluminoso que tenga en los bolsillos, móviles, llaveros, etc., no hurgar en los bolsillos buscando cosas pequeñas perdiendo un precioso tiempo en algo que no tiene importancia.
En éste primer paso tendremos al herido estirado y boca arriba.

2º) - Asegurarse de que las dos piernas de la victima están estiradas.

3º9 - Ponerle el brazo de la victima más cercano al auxiliador en ángulo recto con el cuerpo, el codo doblado, también formando un ángulo recto y la palma de la mano hacia arriba.

4º) – Poner el brazo más alejado cruzando el cuello de la victima, con el dorso de la mano sobre la mejilla más cercana y tocando con la palma en el suelo (la que esta también más cerca del auxiliador), y mantenerlo así. Con la otra mano, el socorrista, agarrará la rodilla de la pierna más alejada y la levantará, manteniendo la planta del pie completamente apoyada en el suelo, o sea, doblada.

5º) – Con la mano de la victima apoyada contra su mejilla, asiremos al herido por la pierna más alejada, la que tenemos doblada y el pie en el suelo, tiraremos de ella y giraremos a la victima sobre su costado hacia nosotros (el auxiliador)

6º) – Una vez esté de costado el herido, doblaremos en ángulo recto la cadera y la rodilla de esta pierna para que, al quedar tocando el suelo, la victima tenga estabilidad y no se gire ni ruede hacia delante.
La mano  en la mejilla ayuda a mantener las vías aéreas despejadas.

7º) – Inclinar ligeramente la cabeza de la victima hacia atrás para mantener las vías aéreas despejadas.
Si fuera necesario, ajustar la mano de debajo de la mejilla para garantizar que la cabeza está inclinada y las vías aéreas despejadas.

8º) – Si todavía no lo hemos hecho, llamar al 112 cuanto antes.
Controlar las constantes vitales del herido: nivel de consciencia, respiración y pulso (pp.42-43).

9º) – Si la victima hubiera permanecido en posición de seguridad más de treinta minutos, girarla sobre la espalda y, repitiendo la maniobra indicada, ponerla sobre el lado opuesto. ¡¡Atención...!!! Siempre que no haya lesiones que lo impidan.

10º - Si sospecha que hay lesiones en la columna y hay que poner al herido en la posición de defensa o seguridad para mantener despejadas las vías aéreas, intentar mantener siempre recta la columna girándolo como si fuera un tronco,  pero por personas con experiencia y siempre más de una persona para sujetar bien el cuerpo del herido sin que se doble absolutamente nada.

Mantener al herido en posición de seguridad sin ninguna almohada, permitirá que en caso de que vomite no se asfixie y pueda arrojar lo que contenga en su estómago, pues es frecuente que los heridos producidos por impacto, vomiten en estos casos y si no pueden expulsar, morirían asfixiados.

Fracturas:
Una fractura es la rotura o fisura de hueso, normalmente producida por una considerable fuerza para romperlo.

Cuando nos encontremos con heridos que presenten fracturas o presumamos que pudiera tener lesión en la espina dorsal o cervicales; NI TOCARLOS . No moverlos absolutamente nada, a no ser que haya peligro de muerte, por incendio o explosión o corra peligro de caer el vehículo por un barranco; en cuyo caso, lo primero es lo primero: salvar la vida del herido como sea..

La rotura de un hueso tiene una cura relativamente fácil, con unos días escayolado y otros cuantos de recuperación está solucionado; pero, si no se actúa con gran prudencia podría tener unas consecuencias nefastas para el herido.

Me explicaré:
Cuando el hueso está roto y la fractura es limpia no causará problemas; el problema se plantea cuando el hueso está astillado y la fractura es interna, o sea, cerrada y no se ve, ya que puede haber huesos desplazados y dañar los tejidos; ya que la mayoría de las astillas son puntiagudas y cortantes como un cuchillo jamonero bien afilado y ante cualquier movimiento, además, de una hemorragia interna, la astilla, segarían todo lo que esté a su lado: carne, venas, arterias, nervios, tendones, etc., cuyas consecuencias siempre son graves y requieren de una delicada operación quirúrgica de varias horas de quirófano, una dolorosa y larga, pero, larga, larga recuperación postoperatoria y no es infrecuente que queden secuelas. Así pues, no mover a ningún herido que presente síntomas de rotura ósea si no disponemos de los medios para inmovilizarlo y los conocimientos para llevarlo a cabo con garantía de eficacia; aunque la operación simplemente consiste en inmovilizar el miembro roto, cosa que es muy sencilla para la persona que sabe hacerlo.

¿Cómo podemos saber si hay fractura?

Síntomas externos que nos pueden orientar:

Deformidad, hinchazón y amoratamiento en el lugar de la fractura.
El herido siente dolor y dificultad para mover la zona.
Acortamiento, angulación o torsión del miembro afectado.
Crujido (crepitación) de los extremos del hueso, que pueden ser oídos o palpados, pero que no deben buscarse.
¡Atención...! Signos de shock, especialmente si la fractura es de fémur o pelvis.
Una herida, posiblemente con protrusión de extremos óseos.

Hemorragias:

Una hemorragia es la fuga de sangre fuera del camino normal dentro del sistema cardiovascular que son las venas, arterias, arteriolas, vasos sanguíneos, etc. Es el flujo de sangre que sale al exterior desde cualquier parte del cuerpo producido por algún objeto extraño al mismo; como ocurre en los accidentes de tráfico que es el caso que nos ocupa.

Una hemorragia grave puede ser, impresionante y angustiosa, e ir acompañada de un shock y la pérdida de consciencia de la victima que, si no se controla a tiempo, puede provocar parada cardiaca y/o cardiorrespiratoria.

La casi totalidad de los accidentes van acompañados de alguna hemorragia, ya sea interna o externa.
La sangre es muy escandalosa y, a veces, la gravedad no es lo que aparenta a primera vista. No obstante, toda persona que pretenda ayudar, auxiliar o colaborar ante un herido con pérdida de sangre, DEBERÁ ponerse guantes para no tocar la sangre; y, si no los tiene, que NO la toque, a no ser que la persona a auxiliar sea conocida y sepa que no puede contagiarle alguna enfermedad.

¿Cómo actuar ante esta situación, si la pérdida de sangre es abundante y la vida del accidentado corre peligro?

La mayoría de las personas hemos visto sangrar a alguien por la nariz (epistaxis) y algunas veces da la sensación de que se va a quedar sin sangre en el cuerpo por lo aparatoso de la situación, sin embargo, en la mayoría de los casos no tiene ninguna importancia si se hacen las cosas bien.
Es frecuente ver que un niño jugando que cae al suelo y frena con la nariz, la madre al ver cómo sangra se asusta y se la tapona apretándole con un pañuelo o algo semejante y, diciéndole: ¡hijo mío....! ¿qué te ha pasado?, le pone la cabeza hacia atrás pensando que así la sangre no sale. Craso error, pues lo que puede ocurrirle a ese niño es que, si la sangre le retrocede, al bajar por la garganta la obstruya y pueda provocar vómitos, que, al impedir la salida de los mismos, las consecuencias serían graves.
Jamás en una epistaxis (hemorragia nasal) le incline la cabeza hacia atrás a nadie, independientemente de que la hemorragia por la nariz sea más o menos grave.

¿Cómo actuar?
Como en los casos anteriormente expuestos, tranquilidad y calma, lo haremos siguiendo los siguientes pasos:

1ª) – Pedir a la victima que se siente si es posible, si no fuera posible lo dejaríamos de pie con las piernas ligeramente abiertas para mantenerse estable y un poco inclinado hacia adelante. Le indicaremos que también incline la cabeza hacia delante para permitir el drenaje (facilitarle la salida) de sangre de las narinas (cada uno de los orificios nasales externos) con total libertad y sin cortapisas. Al principio la dejaremos salir un momento.

2º - Decirle a la victima que respire por la boca y se pince con sus dedos la parte blanda de la nariz si fuera necesario. Tranquilizarla y ayudarle si fuese necesario.

3º) – Recordar a la victima que siga con la nariz pinzada. Que intente no hablar, tragar, toser, escupir o inhalar: esas acciones afectan a los coágulos en formación dentro de la nariz. Si es posible, darle un pañuelo limpio para limpiar el goteo.

4º) – Tras diez minutos, decirle a la victima que libere la presión (retirar la pinza). Si la hemorragia no se ha detenido, que pince de nuevo otros diez minutos: Esta operación de pinzado se puede repetir hasta tres  veces en total.

5º) – Una vez detenida la hemorragia, y con la victima aun inclinada hacia delante, si es posible, limpiar alrededor de la nariz con agua tibia.

6º) – Advertir a la victima de que deberá estar quieta durante un par de horas; que evite los esfuerzos, y en especial que no se suene la nariz, porque afecta al coágulo.

Si el herido sangra por el oído (otorragia): ¡¡¡Atención...!!!,  Alto riesgo. Situación muy peligrosa.

¡No mover a los heridos ...!
Este accidente desgraciadamente, es frecuente en moto.
La causa puede ser debida a la perforación de un tímpano, causado por ejemplo por un cuerpo extraño, un golpe contra el lateral de la cabeza o una explosión. Los síntomas incluyen un dolor agudo seguido de sordera y posiblemente mareo. La sangre acuosa es un signo grave: muestra que se ha producido fractura de cráneo y se está filtrando el fluido que rodea al cerebro. Lo que significa una gravedad extrema. Llamar al 112.

Y, como siempre, seguiremos los pasos que se indican a continuación:
Recordar que usaremos guantes desechables si es posible.

1º) - Si la hemorragia (otorragia) es abundante, ante esta situación, a pesar de que no se debe mover el herido, ayudaremos a la victima a recostarse, con la cabeza inclinada hacia el lado lesionado para facilitar el drenaje de sangre moviéndolo lo menos posible y con la máxima delicadeza yprecaución.

2º) – Sujetar con suavidad un apósito estéril contra la oreja hasta la llegada de la ambulancia.

3º) – No olvidarse de que estamos ante un caso de extrema gravedad en el que un movimiento inadecuado del herido, le reportaría consecuencias muy graves y que, solamente el personal sanitario está en condiciones de actuar en estos casos.

Cuando la hemorragia sea en una extremidad:
Levantar lo más posible el brazo o pierna lesionada y mantenerla en esa posición hasta que cese la hemorragia, ejerciendo fuerte presión con un apósito estéril si disponemos de él. Si no lo tenemos a mano, presionar con un pañuelo o algo que impida el contacto directo de la mano con la herida. Si se empapa, colocar otro encima, si se empapa el último, retirarlo y sustituirlo por otro; y así sucesivamente si fuese necesario por la abundante pérdida sanguínea.  No quitar el primero. Esa labor corresponde al centro hospitalario donde posteriormente sea atendido.

En un buen número de casos, la hemorragia se corta mediante la compresión arterial, apretando con la mano o los dedos en la arteria correspondiente, evitando así que se desangre el herido.
La presión la ejerceremos en la arteria que conduzca (canalice) la sangre a la parte afectada, presionando siempre en el espacio que media entre el corazón y la herida sangrante.

El torniquete:
El torniquete en determinados casos y hecho por una persona entendida, puede ser de gran utilidad, pero, en principio, no lo haremos mientras haya otras posibilidades de cortar una hemorragia. Se debe hacer en casos excepcionales y abrirlo de cuando en cuando por el  riego de gangrena  que conlleva.
Si hubiese que hacerlo; sólo se puede hacer en los brazos y en las piernas. En los brazos se hará en el húmero, entre el hombro y el codo, y en las piernas, en el fémur, entre la pelvis y la rodilla. La anchura mínima del torniquete deberá ser de cinco centímetros.

Otros casos.

Si nos encontramos algún herido aplastado o aprisionado entre los amasijos del vehículo. No moverlo y, si no respira o presenta paro cardíaco. Hacerle la respiración artificial o/y el masaje en la posición que se encuentre el herido si no somos profesionales.

Si el herido tiene clavado algo en cualquier parte del cuerpo. No sacárselo. Ya lo hará la asistencia sanitaria si es posible o los médicos en el hospital.

Si el herido tiene incrustado en la herida algún cuerpo extraño, como vidrio, madera, metal, etc, no ejercer presión para intentar cortar la hemorragia; la presión podría producir mayores lesiones.

Si hay algún empalado, no intentar separarlo del objeto ni moverlo. Llamar de inmediato a los servicios de urgencia y darle ánimos.

Si existiera peligro de incendio o explosión intentar sacar a los heridos como sea independientemente de la gravedad que presenten, alejarse lo más posible y lanzarse al suelo cuanto antes (cuerpo a tierra) boca abajo y con las manos en la nuca no seguir corriendo si el riesgo de explosión es inminente. Si hubiera algún quemado. NO QUITARLE NI MOVERLE LA ROPA  QUE LLEVE PUESTA, pues le arrancaríamos la piel pegada a la misma, agravando con ello la situación del herido. 
La quemadura indica la probabilida de que la victima sufra un shock. Insistir en que tomo sorbos cortos y frecuentes de agua fresca.
A cualquier herido que sufra quemaduras le daremos para beber agua en abundancia.


como norma general; no darle a los heridos nada de beber, salvo en casos muy excepcionales como el citado anterioemente. Tampoco comida.

Hasta aquí, todo lo expuesto anteriormente está encaminado a orientar a las personas que carecen de conocimientos de asistencia sanitaria para casos de urgencia.

He tratado de simplificar dejándome bastante más del doble de lo escrito en el tintero esperando una nueva oportunidad. La intención ha sido intentar ayudar un poco de cara al verano por ser una época vacacional en la que normalmente la gente utiliza más el coche y hace más kilómetros que el resto del año. Ya procuraré explicar con más detalle algunos puntos que ahora me he saltado o los he tocado de refilón, si el respetable lo considera oportuno.

A continuación, lo establecido por el Reglamento General de Circulación relacionado con los accidentes de tráfico y el comportamiento a seguir. Es una trascripción literal.

Artículo 129

Obligación de auxilio.

1._ Los usuarios de las vías que se vean implicados en un accidente de tráfico, lo presencien o tengan conocimiento de él estarán obligados a auxiliar o solicitar auxilio para atender a las victimas, si las hubiera, prestar su colaboración para evitar mayores peligros o daños, restablecer, en la medida de lo posible, la seguridad de la circulación y esclarecer los hechos.

2._ Todo usuario de la vía implicado en un accidente de circulación deberá, en la medida de lo posible:
a)      Detenerse de forma que no cree un nuevo peligro para la circulación.

b)      Hacerse una idea de conjunto de las circunstancias y consecuencias del accidente, que le permita establecer un orden de preferencias, según la situación, respecto  a las medidas a adoptar para garantizar la seguridad de la circulación, auxiliar a las victimas, facilitar su identidad y colaborar con la autoridad o sus agentes.

c)      Esforzarse por restablecer o mantener la seguridad de la circulación y si, aparentemente, hubiera resultado muerta o gravemente herida alguna persona o se hubiera avisado a la autoridad o sus agentes, evitar la modificación del estado de las cosas y las huellas u otras pruebas que puedan ser útiles para determinar la responsabilidad, salvo que con ello se perjudique la seguridad de los heridos o de la circulación.

d)      Prestar a los heridos el auxilio que resulte más adecuado, según las circunstancias, y, especialmente, recabar auxilio sanitario de los servicios que pudieran existir al efecto.

e)      Avisar a la autoridad o sus agentes si, aparentemente, hubiera resultado herida o muerta alguna persona, así como permanecer o volver al lugar del accidente hasta su llegada, a menos que hubiera sido autorizado por éstos a abandonar el lugar o debiera prestar auxilio a los heridos o ser él mismo atendido; no será necesario, en cambio, avisar a la autoridad o sus agentes, ni permanecer en el lugar del hecho, si sólo se han producido heridas claramente leves, la seguridad de la circulación está restablecida y ninguna de las personas implicadas en el accidente lo solicita.

f)       Comunicar, en todo caso, su identidad a otras personas implicadas en el accidente, si se lo pidiesen; cuando sólo se hubiera ocasionado daños materiales y alguna parte afectada no estuviera presente, tomar las medidas adecuadas para proporcionarle, cuanto antes, su nombre y dirección, o bien, directamente o, en su defecto por intermedio de los agentes de la autoridad.

g)      Facilitar los datos del vehículo a otras personas implicadas en el accidente, si lo pidiesen..

h)      Salvo en los casos en que, manifiestamente, no sea necesaria su colaboración, todo usuario de la vía que advierta que se ha producido un accidente de circulación, sin estar implicado en él, deberá cumplimentar, en cuanto le sea posible y le afecten, las prescripciones establecidas en el apartado anterior, a no ser que se hubieran personado en el lugar del hecho la autoridad o sus agentes.

Artículo 130.

Inmovilización del vehículo y caída de la carga.
1._ Si por causa de accidente o avería el vehículo o su carga obstaculizasen la calzada, los conductores, tras señalizar convenientemente el vehículo o el obstáculo creado, adoptarán las medidas necesarias para que sea retirado en el menor tiempo posible, deberán sacarlo de la calzada y situarlo cumpliendo las normas de estacionamiento siempre que sea factible.

2._ Siempre que, por cualquier emergencia, un vehículo quede inmovilizado en la calzada o su carga haya caído sobre ésta, el conductor, o en la medida de lo posible, los ocupantes del vehículo procurarán colocar uno y otra en el lugar donde cause menor obstáculo a la circulación, para lo cual podrán, en su caso, utilizarse, si fuera preciso, el arcén o la mediana; asimismo, adoptarán las medidas oportunas para que el vehículo y la carga sean retirados de la vía en el menor tiempo posible.

3._ En los supuestos a los que se refiere el apartado anterior, sin perjuicio de encender la luz de emergencia si el vehículo la lleva y, cuando proceda, las luces de posición y de gálibo, en tanto se deja expedita la vía, todo conductor deberá emplear los dispositivos de preseñalización de peligro reglamentarios para advertir dicha circunstancia, salvo que las condiciones de la circulación no permitan hacerlo. Tales dispositivos se colocarán, uno por delante y otro por detrás del vehículo o la carga, como mínimo a 50 metros de distancia y en forma tal que sean visibles desde 100 metros, al menos, por los conductores que se aproximen. En calzadas de sentido único, o de más de tres carriles, bastará la colocación de un solo dispositivo, situado como mínimo 50 metros antes en la forma anteriormente indicada.
4._ Si fuera preciso pedir auxilio, se utilizará el poste de socorro más próximo, si la vía dispone de ellos; en caso contrario, podrá solicitarse de otros usuarios. En todo caso y en cuanto sea posible, nadie deberá invadir la calzada.

5._ El remolque de un vehículo accidentado o averiado sólo deberá realizarse por otro específicamente destinado a este fin. Excepcionalmente, y siempre en condiciones de seguridad, se permitirá el arrastre por otros vehículos, pero sólo hasta el lugar más próximo donde pueda quedar convenientemente inmovilizado y sin entorpecer la circulación. En ningún caso será aplicable dicha excepción en las autopistas o autovías.

6._ Cuando la emergencia ocurra en un vehículo destinado al transporte de mercancías peligrosas se aplicarán, además, sus normas específicas.

Hasta aquí, lo reglamentado  por la norma de circulaciòn.





14 julio 2012

AL VOLANTE


EL ACCIDENTE.

Accidentes de tráfico.

Salvo en la intervención de la naturaleza, la mayoría de los accidentes son predecibles y evitables, si el hombre, único responsable de sus actos pone de su parte lo que tiene que poner cuando lo tiene que poner, algo que generalmente escasea.

¿Qué es un accidente?

El Diccionario de la Lengua Española define al accidente  como suceso eventual o acción del que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas. O sea, que según esta definición; accidente es el evento que altera el orden de las cosas, independientemente del lugar o situación en que se produzcan.

Ésta sería una definición bastante acertada de lo que en realidad es un accidente de cualquier tipo.

De forma más directa relacionado con el automóvil y referente al accidente de tráfico o de  circulación -como queramos llamarlo-, que es el que nos ocupa, podríamos definirlo algo así como: cualquier evento involuntario como resultado del cual el vehículo quede de manera anormal, dentro o fuera de la vía o produzca lesiones en las personas o daños a terceros. De lo que se deduce que la consecuencia del accidente es la anormalidad y la persistencia de la misma.

No voy a entrar en tecnicismos de lo que es y cómo se produce el accidente aunque sea mi especialidad. Intentaré explicar cuál debe ser el comportamiento normal de un conductor también normal que se ve sorprendido por la presencia de un accidente ya ocurrido, o bien, que interviene en él.

Hoy día, cualquier vehículo motorizado es una sofisticada máquina, que exige conducirla -manejarla- no sólo con gran prudencia, sino con toda la concentración posible -más bien con absoluta concentración-,  independientemente del lugar por el que circulemos y la mayor o menor densidad de vehículos que en ese momento ocupen la vía. La atención y concentración debe ser total y absoluta en la conducción de todo tipo de vehículos y, en todo momento. De lo contrario, las consecuencias que de ello se derivan, podrían llegar a ser nefastas en algunos casos.

El ser humano no es infalible pero afortunadamente sí es influenciable y nos permite incidir sobre él para la corrección de errores y su posible rectificación.
Con frecuencia nos equivocamos, pero, si el error cometido nos sirve de lección, habremos aprendido en el evento, como dice el refranero: que no hay mal que por bien no venga; porque nos servirá de lección y ejemplo para el futuro.

Un buen ejemplo lo tenemos cuando un conductor entra un poco más deprisa de lo debido en una curva cerrada y nota como su coche le colea y casi se le sale de la calzada, incluso le derrapa un poco, con el consiguiente acojone, -no quiero decir que se le suba nada a la garganta- mientras se le encoge el corazón del susto, no hace falta que después nadie le diga cómo tiene que entrar en la siguiente, pues sabe bien que si de la primera salió ¿bien?, si en la segunda no corrige el error, saldrá dando más vueltas que las campanas de la iglesia de mi pueblo (ya no) en la fiesta patronal, y, él solito, procurará entrar más despacio, sin necesidad de que nadie le diga como lo tiene que hacer. situándose en el lugar que le corresponde y más guapo que un San Luis. De lo contrario, ya sabe lo que le espera: el accidente y sus consecuencias. Por lo tanto, ha influido en él el susto y la lección aprendida en la primera curva.

¿Qué hacer ante un accidente de tráfico en el que no hemos intervenido?

A la casi totalidad de los conductores cuando aprendieron a conducir se les impartieron unos conocimientos del comportamiento a seguir ante un accidente de tráfico; si bien, su conducta en estos casos generalmente se desborda por el nerviosismo y se vuelve ineficaz ante la situación angustiosa que presencia al ver el panorama que tiene ante sus ojos, y son incapaces de tener un comportamiento acertado  y acorde a la situación que se les plantea.
Cuando nos encontramos ante un accidente de tráfico, el comportamiento de las personas que van llegando es de lo más variado y no es infrecuente que cada una pretenda actuar “a su manera”  o “enseñarte” cómo se hacen las cosas en estos casos.

La buena voluntad, acompañada del desconocimiento de la mayoría de los conductores de cómo hay que actuar ante un accidente de tráfico de los que se detienen indebidamente, aconseja al socorrista cierta prudencia en la respuesta, pues, la verdad es que generalmente lo que hacen es entorpecer la labor del que sabe lo que hace, al tiempo que con su presencia hacen aumentar la congestión de la circulación en la vía.

El error quizá no sea siempre solo achacable al conductor normal. Algo habremos hecho mal los enseñantes cuando la gente no ha asimilado los conocimientos que “tratamos de impartirle” cuando estuvieron en la autoescuela a los  que acudieron a las clases cuando se impartían. O, posiblemente, algunos también pasaron olímpicamente del tema cuando el profesor trataba de que lo aprendieran; (de esto, también se podría hablar largo y tendido), pero lo cierto es que, el comportamiento ante un accidente, generalmente no siempre es el adecuado a las circunstancias que lo rodean.

Vamos a ver por partes la actuación que deberemos tener ante la presencia de un accidente ya ocurrido al que nos acercamos con nuestro vehículo.

Lo primero de todo.

Si al llegar al lugar del accidente la ayuda ya está organizada por otras personas, o la policía está presente y no somos médicos o socorristas expertos en la materia, lo mejor que podemos hacer por el bien de todos, es acelerar nuestro motor y que el vehículo que conducimos adquiera la mayor velocidad que en ese momento permitan las circunstancias para salir y alejarnos de allí lo más pronto posible y cuanto más lejos, mejor, nada de aminorar la marcha para curiosear, a no ser que los responsables del auxilio nos lo requieran.

Tan pronto percibamos la presencia de la policía de tráfico que es la que tiene que organizar la ayuda y la única que dispone de los medios necesarios para ello, nuestra presencia, no solamente es innecesaria, sino un estorbo. ¡Así, como suena!
Es por eso que la policía actualmente ya impide que ningún conductor se detenga ante un accidente debido a las consecuencias que de ello se derivan. Es la Policía de Tráfico la que recavará los medios necesarios para solventar con la mayor diligencia posible cuanto sea preciso para volver cuanto antes a la normalidad.

Recordemos: nada de aminorar la velocidad ni detenernos innecesariamente ante un accidente que no precisa de nuestra presencia. Hay que agilizar la circulación en estos casos excepcionales. ¡Colaboremos todos por el bien de todos!

Se da la curiosa circunstancia de que, con sólo ver un vehículo detenido aunque sea al otro lado de la autopista con un pequeño golpe, hasta los vehículos que circulan por el otro sentido, aflojan la marcha, se giran para mirar y se desplazan de su carril por curiosear algo que no les afecta para nada. ¿Por qué?

 Si al llegar al lugar del accidente la ayuda no está organizad y somos los primeros en llegar, nuestra obligación es auxiliar.

¿Cómo?
Veamos y, vayamos por partes:

En primer lugar.

Para prestar auxilio en un accidente de tráfico hace falta frialdad, temple, tranquilidad, calma, paciencia y conocimientos de lo que hay que hacer; porque si no sabemos lo que tenemos  hacer, es mejor no hacer nada. Absolutamente nada, si de verdad queremos colaborar; por muy buena voluntad que tengamos. Cosa que no se pone en duda.

Los pasos a seguir, son los siguientes:
Detenerse de forma que no se cree un peligro para la circulación en un lugar no muy alejado del accidente pero tampoco no muy cerca del mismo por razones de estrategia y seguridad; siempre hay que dejar expedito el entorno del accidente, y la presencia de nuestro vehículo sería un obstáculo innecesario. Un estorbo.
Nos colocaremos el chaleco reflectante antes de abrir la puerta de nuestro vehículo y antes de salir del mismo; dejaremos en funcionamiento las luces de emergencia (los cuatro intermitentes simultáneamente) para señalizar la posición de nuestro vehículo, además de, situar en el lugar correspondiente el triángulo o triángulos de preseñalización de peligro, dependiendo del tipo de vía en la que nos encontremos que deberemos situarlos por delante y por detrás cuando la vía sea de dos sentidos y solamente por la parte posterior cuando disponga de más de tres carriles o sea de un solo sentido de circulación, a una distancia mínima de cincuenta metros por delante y por detrás y que sean visibles como mínimo a cien metros también por ambos lados y, acordarnos de recogerlos al marcharnos.

Si además del conductor, para prestar ayuda, saliera del vehículo algún ocupante, deberá también este proveerse del correspondiente chaleco reflectante, sin el cual no podrá estar en la vía como establece la norma al efecto.

¡Ojo...!, antes de alejarnos cerraremos bien todas las puertas de nuestro vehículo y llevarnos las llaves en el bolsillo. Los amigos de lo ajeno en estos casos, actúan con una rapidez supersónica cambiando las cosas de sitio, y, por desgracia, no es infrecuente que después de ayudar al accidentado, cuando regresemos a nuestro vehículo, nos lo hayan aligerado de peso. No fiarse; son muy astutos y siempre están a la expectativa. 

En el caso de llevar equipaje en la baca (porta equipajes), de cuando en cuando echarle una ojeada porque también acostumbran a llevarse las maletas o cuanto tengamos encima de nuestro vehículo cuando no tengan la posibilidad de abrirlo; cosa que también deberemos vigilar para no llevarnos sorpresas desagradables; pues, los cacos saben muy bien que la gente, con el afán de ayudar, se distrae y olvida de su vehículo, momento que ellos aprovechan para hacer su trabajo y desaparecer velozmente.

Si hay más de una persona, procurar regular la circulación (el tráfico) para evitar congestiones innecesarias hasta que llegue la Policía de Tráfico, intentando en la medida de lo posible que los conductores que van llegando no se detengan y darle la mayor fluidez posible, con el fin de evitar molestias y retrasos a los vehículos de urgencia que tengan que acudir a prestar sus servicios.

Seguidamente, y, extremando al máximo las precauciones, nos dirigiremos al lugar del accidente y, por nuestra propia seguridad comprobaremos y nos aseguraremos bien de la proximidad y velocidad de los vehículos que se puedan acercar, haremos una composición del lugar, no nos acercaremos todavía a los heridos sino que señalizaremos el accidente (el vehículo o vehículos accidentados) con los medios de que dispongamos, bien con sus triángulos u otros medios o, mediante otras personas que adviertan a los que se aproximen que tienen la misma obligación que nosotros de colaborar hasta que llegue la autoridad o sus agentes, siempre asegurándonos de que  los que se acercan se percatan de nuestra presencia. 

Si es posible, accionar la señal de emergencia del vehículo o vehículos accidentados.
Oleremos (olfatearemos), por si hubiese gasolina derramada como consecuencia del impacto cuya presencia es un peligro  enorme y, si huele a gasolina hay que localizarla sin dar ningún otro paso más, pues es frecuente que en el lugar del accidente haya alguna piedra o piedras sueltas que al pisarlas o moverlas puedan hacer saltar una chispa, inflamar la gasolina derramada y producir una explosión haciéndonos volar por los aires. También hay que tener precaución al abrir las puertas del vehículo siniestrado si estas estuvieran bloqueadas, porque al forzarla para abrirla, con la fricción podría saltar la chispa si ejercemos mucha presión.
Tomaremos esa misma precaución cuando para sacar algún herido haya que desplazar o mover partes metálicas del vehículo o vehículos siniestrados por la razón antes expuesta

Si lo que está derramado es gas-oil, no existe peligro de que se inflame; por lo que es conveniente saber distinguir el olor de ambos.

En la medida de lo posible, si hubiese gasolina derramada, echarle tierra o arena para cubrirla pero no olvidarse de que los gases son altamente inflamables; por lo tanto, hasta que no desaparezcan los gases, no desaparece el peligro de incendio o explosión. ¡¡¡Téngase muy en cuenta esto...!!!

Detener cuanto antes el funcionamiento del motor o motores del/los vehículos accidentados, tomando las precauciones antes citadas

Es frecuente en los accidentes que, como consecuencia del impacto se rompa  o se salga algún maguito u otro conducto de la gasolina y la bomba siga funcionando hasta que se pare el motor, con lo cual,  esta siga saliendo al exterior esparciéndose en las proximidades del vehículo, por eso, ante un impacto fuerte hay que prever esa posibilidad.

Todo lo expuesto hasta aquí es para cuando el accidente ocurre durante el día con claridad suficiente que le permita ver a una considerable distancia cualquier objeto u obstáculo a los usuarios de la vía que se aproximen al lugar del siniestro.

¿Cómo actuar en la oscuridad?

Cuando por razones de nocturnidad o condiciones climatológicas o ambientales adversas carezcamos de visibilidad suficiente, tales como lluvia, nieve, niebla polvo humo, además de lo anteriormente expuesto, el comportamiento de las personas  que lleguen las primeras, deberá ser el siguiente:
El conductor que se acerque el primero al lugar del accidente,  situará su vehículo en la medida de lo posible fuera de la calzada, en el arcén, mediana o lugar idóneo, lo inclinará formando una diagonal al eje transversal de la  calzada de forma que su haz de luz ilumine el escenario del accidente para que el resto de conductores que vengan por ambos lados perciban el panorama, se percaten de su presencia y colaboren como es su deber y tengamos la claridad suficiente para poder actuar en lo que podamos, gracias a que la zona transversal de la calzada iluminada por el haz de luz de nuestro vehículo, nos permitirá en parte, ver lo acontecido y actuar en consecuencia.

En estos casos una buena linterna, moviéndola (balanceándola), es de gran utilidad para advertir a los que se acerquen; siempre extremando hasta al máximo la precaución ante el peligro físico que supone para el que lo hace, estar en la orilla de la calzada haciéndole advertencias a los demás.

 Dados estos pasos, tanto de día como de noche, lo siguiente será, esa composición de lugar que antes citamos, para ver lo que podemos hacer e inmediatamente recabar la presencia de la autoridad correspondiente llamando al 112, nada de policías de tráfico, municipales, autonómicas, etc. El 112 es el que mejor sabe lo que hay que hacer y las medidas a tomar en estos casos. Nosotros le aportaremos los datos que nos pidan y la máxima información posible de la situación que tenemos por delante, para que desde el puesto de mando, el que nos atiende al otro lado del teléfono, trace la estrategia que requiera la actuación del caso que nos ocupa.
Recordad. En estos casos, llamar siempre al teléfono 112 que, además, es gratuito y aunque sea desde un teléfono móvil de tarjeta que en ese momento carezca de saldo, la llamada podrá efectuarse sin ningún coste para el que la efectúa y ahorrará perdidas de tiempo; pues, el 112, coordina todos las emergencias.

Al leer esto hasta aquí, alguien ha podido pensar que vaya desconsideración que tengo con los heridos que pueden estar moribundos y no le he prestado todavía ninguna ayuda.
Pues, efectivamente, de momento se tendrán que esperar por muy graves que estén, ya le llegará el momento y les ayudaremos todo lo que esté a nuestro alcance, pero  lo primero es la seguridad y, esta, requiere seguir un orden, aunque nos resulte extraño o no nos guste; por muy ingrato que en principio pueda parecer.

Estoy completamente de acuerdo en que cada uno puede y debe pensar lo que quiera, pero ya dije al principio que la asistencia a un accidente de tráfico requiere sobre todo frialdad y calma, NINGUNA PRISA, ¡¡¡Ninguna....!!! La prisa es la peor compañera del conductor, su mayor enemigo. También en los accidentes de tráfico.
La actuación en estos caso requiere temple y hacer las cosas con tranquilidad y sosegadamente siguiendo unas pautas establecidas por las personas entendidas en la materia si no queremos que se agraven más aun las consecuencias del accidente.

Una vez efectuadas todas las comprobaciones anteriormente dichas, nos dirigiremos a los heridos, sin tocarlos de momento, hablándoles con delicadeza.
Y, como ya me he extendiendo demasiado. Dejaremos para la próxima entrada el comportamiento con los heridos y lo que establece la normativa vigente respecto al accidente.

He colgado este tema porque me ha parecido oportuno antes de las vacaciones de agosto, para que, si alguien se encuentra en una situación parecida, tenga una idea aproximada de lo que NO debe hacer.
Y, un consejo (más bien, ejemplo), para los que se impacientan por parar ante cualquier accidente de circulación sin contar que lo primero es la seguridad.
Hace aproximadamente una treintena de años escasa, en la A-7, aproximadamente a un par de kilómetros de mi domicilio, presencié un escalofriante espectáculo: hubo un accidente por alcance de un par de vahículos cuya gravedad no era mucha, un conductor que lo presenció porque venía por detrasde los que colisionaron, se paró allí mismo, sin tomar las debidas precauciones, bajo inmediatamente del coche con la mejor voluntad para prestar la ayuda que él consideraba su deber; otro vehículo pesado que lo seguía le embistió por detrás cuando ya estaba parado y el conductor fuera, causándole la muerte a sus dos hijas pequeñas que llevaba en el asiento trasero. ¿Se imaginan el drama...?

Supongo que no hará falta consejo para este supuesto; con el sentido común es suficiente.
Espero y confío en que este caso que he simplificado hasta el máximo para no dramatizar, pueda servir de referencia a los que tengan alguna duda de si parar o no, y cómo y dónde hay que parar cuando haya que parar; asi como las medidas de precaución ante un accidente citadas con anteriorida, por razones de seguridad y no impacientarse por atender en primer lugar a los heridos, olvidándose de la seguridad que es primordial y lo más importante en estos casos.  Por muy discutible que pueda ser esta medida.

Podría aportar algunos ejemplos más de parecido contenido; pero me parece sufiente lo expuesto para que cada uno juzgue lo que considere más oportuno y extraiga la conclusión que le merezca el ejemplo citado.

Por mi parte, no tengo ningún interés personal en asustar a nadie, sino en exponer la realidad de los hechos y los riesgos innecesario que se corren cuando no se actua con cordura y buen hacer.
Espero no causar molestias al alterar el orden de las entradas anunciadas, intercalando este tema de los accidentes que no estaba previsto.